A cuatro días de las elecciones nacionales del próximo domingo, Yamandú Orsi, el candidato del Frente Amplio (FA), pasó raya a la campaña electoral en el marco de una entrevista que se emitirá este jueves a las 20.00 en Ciclo, el periodístico audiovisual de la diaria que se transmite por Youtube, en la que también evaluó al gobierno y habló sobre la necesidad de generar acuerdos políticos y de largo plazo.

Orsi sostuvo que el país está “detenido” y “no levanta la cabeza”, y enumeró: “hay instituciones que han sido muy vulneradas por temas que nunca se terminaron de aclarar”, un “endeudamiento mayor”, “una inflación bastante contenida, pero un déficit que está igual o un poco más [alto] que en 2019” y “un Estado que se ha retirado de muchos espacios por un mecanismo de contención del gasto”. Eso, en definitiva, “nos va dejar un problema”, pero “estamos a tiempo, a pesar de todo, de recuperar el timón”, resaltó.

De todas formas, cree que “el diálogo, más que una posibilidad, es una necesidad” en un eventual gobierno frenteamplista y se imagina creando mesas interpartidarias en “líneas de larga duración”, como educación, seguridad, riego y política exterior. Si bien considera que es “necesario el vuelo largo” en estos temas, tampoco cree que sea “dramático” si en algunas cosas no se logran acuerdos.

Luego de dos períodos al frente de la Intendencia de Canelones y teniendo en cuenta que eventualmente podés asumir la Presidencia de la República, ¿qué precauciones te parece que hay que tener cuando se está en el poder?

No perder jamás la capacidad de entender que desde el otro lado pueden tener una cuota de verdad o de aporte que te puede servir. Te sentás en un lugar donde tenés capacidad y poder de decisión, y ahí corres el riesgo de creerte que por eso ya tenés la verdad en un puño. Lo esencial siempre es entender que la verdad o los aportes no sólo los tenés tú en tu caja de herramientas. Eso implica una cabeza siempre abierta y estar muy atento. Lo otro es que, en la coyuntura y en el momento en el que vivimos, la principal precaución es no achancharse. Que la prudencia no se termine transformando en inmovilidad. Yo siempre digo que gobernar tiene que combinar prudencia y audacia. Y como todo es muy sensible, a veces la tendencia te empuja o te puede llegar a empujar a la inacción. Esa es de las precauciones más importantes.

¿Te parece que a este gobierno le faltó tender puentes con la oposición?

No le interesó nunca. Lo plantearon desde el principio. Ellos consiguieron su coalición y el mensaje fue: ahora siéntense a esperar. No es un juicio de valor, es un dato de la realidad. En este período no les interesó, y es un dato de una forma de llevar adelante la administración o el gobierno. Te da agilidad porque resolvés con los tuyos. Ahora, a mediano y largo plazo se complica. Hay que tener una actitud distinta.

Es un riesgo también que prometen las mayorías parlamentarias.

Hasta ahora siempre han sido con mayorías parlamentarias, tanto una como otra coalición. Ahora, si tú puedes conseguir algún apoyo extraordinario, más allá de que te sobran votos y no te cambia la decisión porque lo decidís igual, mejor. Dicho de otra forma: el FA tenía 50 diputados y el día que uno cambió, se te cae un esquema. ¿Por qué no experimentar? Aunque tú ya tengas los votos, aunque tú ya tengas el apoyo necesario para que sea ley, otro tipo de acuerdo, y si tenés que rebajar un poquito, capaz que es bastante más importante de cara al mediano y largo plazo. Las transformaciones estructurales hay que hacerlas y a veces precisás acuerdos mayoritarios.

En ese sentido, ¿ya has tendido algunos lazos con partidos políticos, pensando en el balotaje, pero también en la gobernabilidad?

El clima de campaña electoral tiende a otra cosa. La esencia de una campaña es mostrar las diferencias para que la gente pueda elegir con base en lo que nos diferencia y no en lo que nos hace iguales o parecidos. Las coincidencias pasan a un segundo plano. Yo hasta en mis discursos lo planteo; hay cosas en las que la ciudadanía, la gente común y corriente no se explica cómo no somos capaces de llegar a un par de acuerdos, como el tema de infancia o el de las cárceles. ¿Qué quiero decir con esto? Más allá de lo que explícitamente puedas acordar, los políticos somos constructores de clima. Y ahí, por suerte, en distintas tiendas políticas tenés constructores de climas adecuados para asegurar esa gobernabilidad o esa paz política mínima como para que un país avance, no sólo un gobierno, sino el país entero.

Después del domingo, ¿ves la posibilidad de avanzar hacia un diálogo con otros partidos pensando en el balotaje?

No hay más remedio. El diálogo, más que una posibilidad, es una necesidad. Porque hay tres velocidades, por decirlo de alguna forma. Hay medidas que tú las tienes que aplicar de inmediato, esas cosas que sí o sí la tienes que hacer ni bien asumes, dando el margen que te dé el presupuesto. Después, hay medidas más de carácter estructural, como, por ejemplo, reformar el Sistema Nacional Integrado de Salud [SNIS], que está teniendo problemas. Después, hay otras que necesitan otro tipo de acuerdos más de Estado. Por ejemplo, en temas de seguridad. Tenés que llevar adelante una estrategia de política criminal –cada partido tiene que hacerlo–, pero en cuestiones gruesas no lo podés hacer si no te sentás en una mesa y decís: “Vamos a hacer esto”.

De ser electo presidente, ¿vas a hacer una propuesta de integrar al resto de los partidos para conformar una mesa de seguridad?

Varias mesas. Seguridad es una, pero también educación… Tres o cuatro cosas que estamos de acuerdo como país, y desde ahí nosotros seguiremos para adelante con nuestra propuesta, pero sabiendo que lográs, no que te voten las cosas, pero que por esa línea podés caminar. Extensión del tiempo pedagógico, la universidad de la educación sí o no, algunas cosas fundamentales. Y en temas de seguridad, si tú tenés que establecer, por ejemplo, vínculos a nivel internacional para trabajar sobre el tema del narcotráfico, esas cosas las tenés que compartir, porque son políticas que no son para cinco años.

¿En qué otros temas ves la posibilidad de acuerdos multipartidarios?

En el tema del riego, por ejemplo. Necesitaríamos algún acuerdo, porque ahí precisás a las intendencias también, y el Partido Nacional tiene mucha fuerza. Yo parto de la base de que hay niveles de coincidencia. El tema es en qué momento lo planteás. Hay antecedentes; el tema de la política energética se trabajó en una mesa y todo el mundo sabía hacia dónde íbamos y hubo una política de Estado. Pongo cuatro ejemplos ahí de la necesidad de acuerdos para que el vuelo de esa política sea largo. Podés traer tu estrategia y tu planteo y lo tratás de imponer si tenés mayoría parlamentaria, y está. Ahora, eso es un vuelo corto. Creo que es necesario el vuelo largo. Tampoco es dramático si en algunas cosas no se logran acuerdos. Hay mil ejemplos: el SNIS, el Sistema de Cuidados, la transformación del sistema tributario, un montón de cosas en las que los que están ahora en el gobierno votaron en contra. O te pongo los otros ejemplos: ley de puertos, zonas francas, que nosotros no votamos. Estamos hablando de líneas de larga duración, en educación, en seguridad, en agua, en riego, en políticas exteriores. Me parece que habría que ser un poco más explícito, en una reunión de trabajo, de hacia dónde queremos ir.

¿Ya identificás con qué partidos podés acordar en estos temas?

No, a mí me parece que tiene que ser temático. Ahora, los tenés que invitar a todos. Y cuando digo a una mesa, también digo a los actores sociales y a las cámaras empresariales. Los precisás también. Yo qué sé, para el tema de educación necesitamos a las universidades, públicas y privadas.

El comando del FA resolvió que no asistieras a debates públicos en los que hubiera mayoría de candidatos de la coalición republicana. A raíz de esto, el oficialismo los acusó de esconder al candidato. ¿Qué opinás de estas críticas?

La diferencia entre esta elección y las anteriores es que ellos de antemano, varios meses antes, dijeron: “Vamos a ir todos juntos”. Históricamente no era así. La coalición se tejía en el proceso y ya la veías venir, pero siempre dejaban un margen. Ahora todos salieron a abrazarse al presidente de la República como nunca habíamos visto. Entonces, son todos parte de una misma propuesta, no tengo dudas. Primero resuelvan la interna; después de que resuelvan la interna, debatimos con quien sea. Con respecto a esconderme o no esconderme, hace 20 años que estoy en la actividad pública, ¡20!, mientras otros andá a saber qué andaban haciendo. Hace 20 años que doy entrevistas, voy a los medios, hablo donde sea. En toda esta campaña hicimos para la interna 240 actividades y después, con Carolina [Cosse], 150 para esta campaña. En todas hubo conferencias de prensa, nunca nos negamos, y los periodistas del interior y de la capital nos preguntaron de todo. Ahora, soy yo quien elige a qué lugares voy y a qué lugares no voy.

Yamandú Orsi.

Yamandú Orsi.

Foto: Alessandro Maradei

Con el diario del lunes, ¿te pareció una estrategia acertada?

Es que uno tiene que tener claro dónde está parado. Si a mí me dicen que voy a ir a una actividad donde están los cuatro, ¿cuál es la gracia? Es un montaje que no es el adecuado. Por supuesto que ahora, cuando queden dos, si es que hay balotaje, ahí estamos no sólo obligados, sino que es mucho más claro que hay dos personas que tienen que debatir. Pero el debate más importante, el diálogo más importante, es con la gente.

En ese caso, más allá de acatar la decisión del comando, ¿cómo era tu actitud?

Yo elijo el espacio donde voy. Está bueno revisar para atrás, en los años de elecciones, a cuántas actividades, a cuántos debates iban los candidatos. No es tan distinto. Lo que pasa es que quisieron instalar eso, diciendo que nos escondemos. Repito: 240 actividades más 150. Ahí estuve y no me escondí jamás.

El candidato colorado, Andrés Ojeda, acusó al FA de montar una campaña sucia en su contra y en particular habla de la participación del asesor Mario Riorda. ¿Le pediste explicaciones a Riorda sobre este tema?

No, no tengo que pedirle nada porque nunca entendí de qué acusa ni a quién acusa. Primero me acusó a mí, después al FA, después a Riorda, ahora fue e hizo la denuncia en Argentina. Acusó de que había fake news, pero ahora parece que no son fake news. Como no entiendo de qué está hablando, no voy a entrar en ese corral de ramas de una cosa extraña. El día que muestre lo que pasó, puedo opinar un poco más. Desde el pique dije que no está buena una campaña sucia.

¿Te parece correcto que haya presentado una denuncia a la Justicia por este tema?

En Argentina... Y bueno, eligió el escenario que más le sirve.

¿Mediáticamente?

No, ojalá sea sólo mediático, ojalá. Nosotros ya hemos visto lo que es la política argentina y cómo se relaciona con el tema de la Justicia.

¿Te preocupa la judicialización de la política?

La judicialización siempre me preocupó, y me acuerdo de que el primero que lo planteó fue Sanguinetti [Julio María, expresidente] hace años, pero la judicialización en Argentina, ¡guau!, es raro eso, está raro y hay que prestarle mucha atención.

¿Qué opinas de la llegada a Uruguay de Javier Negre, el activista digital –además, de extrema derecha– que te abordó?

Lo de “activista digital” no sé si es lo que más le cabe. Son nubarrones a los que hay que prestarles mucha atención porque tienen que ver con cosas que pasan en Occidente, que generan un deterioro en la calidad democrática, que ha generado la pérdida de representatividad de los partidos. Es una especie de estrategia de destrucción de un sistema al que estamos acostumbrados los uruguayos y que nos ha hecho mucho bien. Hay que blindarse mucho de ese tipo de aparatos que son muy poderosos.

¿Qué país pensás que deja el gobierno de Luis Lacalle Pou?

Creo que el país entero está como detenido, como que no levanta cabeza. Instituciones que han sido muy vulneradas y golpeadas por temas que nunca se terminaron de aclarar. Recursos que se verán los que son, pero sí un endeudamiento mayor. Una inflación bastante contenida, y eso es un dato positivo, pero un déficit que está igual o un poco más [alto] que en 2019. Un valor de la moneda inconveniente. Y un Estado que se ha retirado de muchos espacios por un mecanismo de contención del gasto, por llamarlo de alguna forma. Eso nos va a dejar un problema, espacios vacíos que los ocupan otros o que generan falta de respuestas. Estamos a tiempo, a pesar de todo, de recuperar el timón.

En la entrevista con Telenoche, hace unos días nada más, dijiste: “Liderazgo y mando son cosas distintas. La fuerza política no manda en el gobierno, ahí lo hacen el presidente y sus ministros”. Sin embargo, tenés como respaldo un sector político, el MPP, que por lo que se proyecta va a volver a tener un muy fuerte peso político en el Parlamento. ¿De qué manera considerás que debe darse ese vínculo entre la fuerza política, los sectores y el gobierno?

El respaldo parlamentario es de toda la bancada del Frente Amplio. Recuerdo un documento que se hizo hace muchos años, en 2004, donde se establecía la relación entre la fuerza política, el gobierno y las fuerzas sociales. Ahí estaba la clave de cómo tienes que articular y hacer manejar esa realidad. No te puede pasar que se confunda al gobierno con la fuerza política, pero tampoco te puede pasar que te descuelgues o que te despegues tanto de la fuerza política que después te quedes sin los apoyos. Lo más evidente y la materialización más clara del apoyo político partidario es el propio Parlamento, que es una foto de la realidad electoral o partidaria. Creo que ahí tiene que haber una articulación, entendiendo los límites y que son tareas bien distintas.

¿Te imaginás armando el gabinete por el peso sectorial que resulte de las elecciones?

Es relativo, siempre fue relativo. Hay una correspondencia, pero no absoluta. Es evidente que el peso influye, [pero] lo que hasta ahora el FA nunca ha hecho es una fotografía en el gabinete de lo que fue la representación parlamentaria. Y así seguirá siendo.

Has dicho que no querés adelantar más nombres de futuros ministros, pero después de octubre, ¿tenés pensado hacer algún anuncio más?

Quizá alguno.

¿Por qué en su momento se consideró necesario anunciar a Gabriel Oddone?

La conducción de la economía es la primera señal que tenés que dar. Más desde la izquierda, por el tema de algunos mitos que fueron, por suerte, bajados allá en 2004. Pero con la desaparición de Danilo [Astori] estaba toda esa interrogante. Como es cierto que vengo trabajando con Gabriel desde hace un tiempo sobre temas centrales de la economía nacional, lo conversamos y es la muestra que teníamos que dar de por dónde va nuestra visión del manejo económico.

La posible aprobación del plebiscito por la seguridad social, ¿era una luz de alarma que planteaba la necesidad de nombrarlo?

No, de verdad que no. Es una luz de alarma el tema del plebiscito, por supuesto, pero no tiene relación con la designación. No pensamos así, porque incluso yo, con respecto al plebiscito, manifesté desde el principio lo que pensaba y lo que pienso. Hubo otras variables y otras consideraciones que fueron bastante más fuertes a la hora de la designación.

¿Como cuáles?

Son temas macroeconómicos, vínculos con organismos internacionales, manejo de la realidad económica nacional y del vínculo que tiene con la economía y con los actores privados.

Hay una reivindicación de larga data que es destinar el 6% del PIB para la educación y el 1% para la ciencia. Está en el programa del FA y estuvo en el programa anterior al último gobierno de Tabaré Vázquez. ¿Hay un compromiso por concretarlo en el próximo período de gobierno?

Es la meta que tenés ahí, teniendo como elemento central el 6% y el 1% en ciencia y tecnología. Hay que caminar hacia eso. El tema es poder poner en una tabla cuánto tiempo te puede llevar concretar eso. Yo creo que hay que trabajar muy bien. Si me planteo universalizar la educación inicial desde los tres años en adelante, ahí vas a tener que reforzar bastante los recursos. Pero hay que plantearse en cuánto tiempo. Si decimos que hay que duplicar la cantidad de niños que asisten a la educación de tiempo extendido o escuela de tiempo completo, lo bueno sería sentarnos en una mesa con otros actores políticos y sociales para decir, bueno, en 15 años, en diez años, logramos la cobertura universal del tiempo extendido.