¿Quién mata a los niños?

Y es así que el tiempo pasa
y el asesino sigue suelto.
Y yo sigo sin saber:
¿quién mata a los niños?
Los Estómagos - No habrá condenado que aguante (1988)

El pasado 8 de abril fueron asesinados dos niños de cuatro y seis años a manos de su padre. Semanas atrás, otro niño, de dos años, fue asesinado. Estos hechos terribles golpean fuertemente a la comunidad, pero parecen no marcar la agenda pública y menos la campaña electoral. El intercambio sobre las cifras de homicidios, en un ida y vuelta entre algunos precandidatos y figuras del gobierno, da cuenta de la ausencia de respuestas claras frente a un fenómeno estructural y complejo, de alcance desconocido.

Días atrás se mediatizaron noticias vinculadas a las graves lesiones de niñas y niños víctimas de violencia territorial e intrafamiliar. Estas situaciones generaron un fuerte impacto en la opinión pública, y el tema se involucró por algunos días en la campaña electoral. El intercambio entre distintas precandidaturas y la vicepresidenta se orientó sobre todo en la discusión sobre las cifras oficiales de homicidios y lesiones de armas de fuego a niñas, niños y adolescentes. En concreto, ante la referencia que hizo el precandidato por el Frente Amplio Yamandú Orsi al número de niñas, niños y adolescentes baleados, la vicepresidenta Beatriz Argimón respondió con la publicación de información registrada por el Ministerio del Interior sobre homicidios de niñas y niños de cero a 12 años de edad, a fin de “aclarar” la información, mencionando la necesidad de ser “cuidadosos” con los números.¹ A este intercambio se sumó el precandidato nacionalista Álvaro Delgado, quien cuestionó la “politización” de la muerte de niñas, niños y adolescentes, aunque hizo referencia expresa a los datos estadísticos presentados por la vicepresidenta.

La controversia, centrada en el debate sobre los resultados en materia de seguridad pública, impide profundizar la mirada sobre un problema que debe partir prioritariamente de las vulneraciones en derechos humanos fundamentales de las infancias y adolescencias.

Un panorama desconocido

Resulta complejo dialogar sobre posibles respuestas de prevención o protección a las infancias y adolescencias cuando el panorama es realmente incierto. La producción de información es fundamental para diagnosticar cuál es la realidad de las violencias que sufren niñas y niños en Uruguay y saber, en consecuencia, qué hacer para prevenir situaciones de violencia extrema. La ausencia de estudios de prevalencia que releven y determinen el alcance de las violencias hacia infancias y adolescencias se constituye como un gravísimo problema. La información disponible refiere a registros en los que las institucionalidades del Estado tomaron conocimiento de la situación, dejando por fuera mediciones o acercamientos a la incidencia real de las distintas violencias que vivencian las niñas, niños y adolescentes durante esta etapa del ciclo vital.

Los datos disponibles pueden enunciar algunas pistas más allá de los números observados. Los registros publicados por el Observatorio de Criminalidad y Violencia del Ministerio del Interior dan cuenta de que entre 2013 y 2023 fueron asesinadas 71 niñas y niños de entre cero y 12 años de edad.² La variación anual de los asesinatos marca algunos años en los que la violencia extrema se acentúa, y salvo 2017 y 2021, en la mitad o más de los casos las víctimas transitaban la primera infancia, entre cero y tres años de edad.

Las realidades en los homicidios de niñas, niños y adolescentes dan cuenta de motivaciones divergentes según sus edades. Los datos disponibles revelan que la amplia mayoría de las muertes de niñas y niños de entre cero y 12 años de edad están vinculadas a situaciones de violencia intrafamiliar. En concreto, el registro del Ministerio del Interior identifica que casi ocho de cada diez niñas y niños asesinados presentan como motivo aparente “violencia doméstica y asociados”.

En este sentido, son preocupantes los casos registrados en los últimos años de asesinatos de niñas y niños por parte de su padre o padrastro. En 2022, siete niñas y niños fueron asesinados por su padre o padrastro, en hechos donde también se ejerció violencia feminicida, al igual que en uno de los dos asesinatos ocurridos en 2023.³ Además del registro en 2024 del mencionado asesinato de dos niños por parte de su padre, quien además intentó asesinar a la madre, su expareja.

Las vidas de estas infancias devastadas dejan en evidencia la situación de riesgo de vida en la que se encuentran niñas, niños y adolescentes en contextos de violencia intrafamiliar. Al respecto, estudios demuestran que las infancias que viven en contextos de violencia basada en género en la pareja tienen más probabilidad de sufrir situaciones de violencia directa o negligencia por parte de su cuidador. Un documento de Unicef sobre violencia en niñas, niños y adolescentes con información de la última Encuesta de Violencia Basada en Género y Generaciones, de 2019, contabiliza 386.119 niñas y niños víctimas de violencia intrafamiliar, al estar presentes en hogares donde mujeres mencionaron ser víctimas de violencia basada en género por parte de su familia, pareja o expareja en los 12 meses anteriores.⁴

Desde hace varios años organizaciones nacionales y organismos internacionales alertan sobre la situación de riesgo en que se encuentran las infancias en Uruguay, ante el desborde de los mecanismos institucionales de recepción y respuesta a las situaciones de violencia identificadas y derivadas, así como las fallas para aplicar medidas de protección de niñas, niños y adolescentes en riesgo de vida.

Las recomendaciones que surgen desde estos documentos refieren a la necesidad de implementar medidas efectivas de protección, con recursos destinados a la identificación temprana de situaciones de violencia, una correcta evaluación del riesgo y el acompañamiento adecuado de infancias en situación de riesgo de vida. Sin embargo, estas medidas no dependen ni deben partir de una respuesta securitaria al problema, sino sobre todo de una mirada integral de la situación de estas infancias, donde la presencia estatal en el territorio implique la actuación interinstitucional de ámbitos especializados en el abordaje de las violencias.

La focalización del debate en la situación de seguridad pública, las denuncias recibidas o las cifras que surgen de los registros institucionales alejan y dificultan el acercamiento a una realidad que debe centrar sus esfuerzos en concebir a las infancias como sujetos de derecho y orientar las capacidades institucionales para promoverlos, protegerlos y respetarlos.

Politizar las infancias

El precandidato oficialista Álvaro Delgado manifestaba en su intervención pública días atrás que “es aberrante politizar la muerte de los niños. Aberrante. Y ese es un tipo de política en la que tampoco vamos a entrar”.⁵ Considero un error esta percepción. ¿Por qué negarnos la oportunidad de discutir una de las acciones de violencia más extrema en nuestra sociedad?

Hay que repolitizar el tema. Poder debatir profundamente qué respuestas se están dando a las situaciones de riesgo en que se encuentran las infancias, y hacer manifiestas las dificultades que el Estado y la comunidad están teniendo para enfrentar las diversas vulnerabilidades que las atraviesan. Para no convertirlo en el burdo reclamo de resultados cuantitativamente mejores o peores acotados a un período limitado, sino en el análisis de un contexto de vulnerabilidades estructurales hacia infancias y adolescencias, que determinan sus trayectorias de vida y de muerte. No dar lugar a discutir políticamente estos temas es silenciar una situación que sólo profundiza el riesgo que viven estas infancias, y la responsabilidad del Estado de responder ante muertes evitables.

Tamara Samudio es politóloga.