Constanza Moreira ocupa el segundo lugar de la lista al Senado del Partido Comunista del Uruguay (PCU), luego del acuerdo que su sector, Casa Grande, alcanzó con los comunistas y con el Espacio Socialdemócrata Amplio, de Rafael Michelini. En entrevista con la diaria, habló sobre cómo quedó la relación con el Partido Socialista (PS) luego de acordar con la 1001 por fuera del sublema de los demás sectores que integran Izquierda y Libertad, sus prioridades si es electa senadora y sus dudas sobre la elección del economista Gabriel Oddone para ser el ministro de Economía de un eventual nuevo gobierno del Frente Amplio (FA). Moreira, que fue senadora entre 2010 y 2020, expresó la importancia de que el FA tenga “escuelas de formación” política y asegura que la fórmula nacionalista, de Álvaro Delgado y Valeria Ripoll, es “muy débil”, por lo que la disputa de esta elección es “contra [el presidente, Luis] Lacalle Pou”.

Es muy probable que seas senadora en el próximo Parlamento. ¿Cuál va a ser tu línea de acción?

Los temas de las mujeres van de suyo. La idea es tener una bancada femenina, feminista y reflotar la Bancada Bicameral Femenina. Yo diría que hay algunos temas que nos importan mucho, como el Sistema Nacional de Cuidados. Y después temas que tienen que ver con la despenalización del aborto, con los servicios de salud sexual y reproductiva, la primera infancia. Con esos temas hay que tener un ojo muy claro. Otro tema es el de los militares. Creo que hay que tomar muy fuertemente el tema de la educación militar. Hay que buscar una educación militar mucho más articulada con la educación pública superior y media. También los temas ambientales, los derechos humanos y la educación.

En estos últimos cuatro años estuviste un poco alejada de la discusión pública, ¿por qué esa decisión?

Volví a la vida académica, pero fundamos un centro feminista, o sea que seguía haciendo activismo. Y continué con las tareas de Casa Grande, pero, en general, en la agenda pública aparecen los políticos que están en actividad, los que están discutiendo las leyes. Yo seguí militando. Hay una cosa que decía [Álvaro] García Linera [ex vicepresidente de Bolivia]: la izquierda no puede estar toda en los cargos de poder. La política no se hace sólo desde esos lugares de la agenda pública. Es importante tener una voz, pero yo conocí cientos de mujeres feministas de izquierda inteligentes, bien preparadas, políticamente profundas que no se acercan ni con un palo a la política. Los votos se ganan porque antes tuviste un movimiento, que [Antonio] Gramsci lo llamaría “contrahegemónico”, una cultura de izquierda, un teatro, una literatura, una murga; eso es lo que te ayuda a conseguir los votos.

Esa separación de la cúpula política del movimiento fue parte de la autocrítica, ¿no?

La política es un gran aislante, y llega un momento en que podés perder la conexión. Esa política profesional funciona como un gran aislante y, como dice [el sociólogo Max] Weber, están los que viven de la política y los que viven para la política. Yo vivo para la política, nunca la aprecié económicamente. Que la gente tenga una vida y además la política, porque si no se produce una dependencia del aparato burocrático del Estado, que ya la vivió el Partido Colorado, que la vive el Partido Nacional [PN]. Yo no quiero que al Frente le pase lo mismo.

¿Cómo se hace para que no pase lo mismo?

Saliendo y entrando, eso es importante. Tenés que estar para el recambio. Nuestros líderes son viejos. Viejos y hombres. Una de las cosas que hay que hacer es producir recambio, y otra de las cosas que hay que hacer –voy a usar un término antiguo, porque no se me ocurre otro– es tener mejores escuelas de formación. No podés dar por sentado que un militante del Frente piense distinto a cualquier humano común o tenga menos prejuicio. Tenés que crear una manera de ver el mundo distinta. En Uruguay tenemos una oportunidad única porque somos tres gatos locos. Tenés oportunidades maravillosas de construir pensamiento crítico de izquierda. Esa cultura la tenés ahora, tenés un pedacito de esa cultura, pero arriba de eso tienes que hacer toda una pedagogía de la política, de los problemas de seguridad, de que los pobres no son unos pichis que los mantiene el Estado.

¿Cómo quedó la relación con los partidos que integran el sublema Izquierda y Libertad después de la salida de Casa Grande?

¡Qué pregunta! Yo los quiero a todos, la verdad. He trabajado con ellos un montón de tiempo, he trabajado muchísimo con el PVP [Partido por la Victoria del Pueblo], trabajamos muchos años con el PS. Así que, por parte mía y de Casa Grande, todo el reconocimiento, y además la invitación a que si entramos todos al Parlamento trabajemos juntos.

¿Aceptaron la invitación?

Aprovecho para hacerla a través del diario. [Risas]. Creo que todo el mundo sabe que eso es así, pero la gente se junta trabajando y nosotros nos juntamos trabajando. Ahora yo estoy en otro sublema y estoy en otra lista, pero nos encontramos en los actos, nos encontramos luchando por el FA, nos encontramos con muchas causas que nos son comunes. Es imposible que eso no pueda tener una proyección muy positiva hacia adelante.

¿Pero hubo recriminaciones?

Sí, claro. Es lógico, porque había un esquema allí que no se terminaba de conformar y después se armó otra arquitectura, y no logramos cuajar un acuerdo electoral. Y eso siempre puede verse como un fracaso. De cualquier manera, ahora nosotros estamos en un sublema que es técnico. Sí estoy en una lista que me representa y cuyo liderazgo me representa, que es Óscar Andrade, pero el armado de los sublemas siempre tiene una cosa más de técnica electoral que de proyectos políticos de largo aliento.

¿Hubieras hecho una alianza con el PCU si no tuviera el liderazgo de Óscar Andrade?

[Piensa.]

¿Cómo evaluás la figura de Andrade?

Tengo muchas personas muy queridas dentro del PCU, pero el Boca para mí es el liderazgo emergente de la izquierda más importante de los últimos años. Para no pelearme con nadie, uno de los más importantes de los últimos años. Por dos razones: primero, porque la capacidad que él tiene de discurso es lo primero que te llama la atención. Como decía Tabaré Vázquez, una vez que le pregunté qué le parecían los candidatos –estaba Carolina [Cosse], estaba Boca, estaba Daniel Martínez–, no te voy a decir lo que opinaba de los otros, pero me dijo: “Tiene una dialéctica”, y yo pensaba: “Qué manera de expresarse. ¿Qué querrá decir con ‘una dialéctica’?”. Esa manera que tiene de construir ese discurso. Eso no es sólo una forma de hablar ni elocuencia, tiene algo que ver con lo que está dentro de su cabeza. Pero, al mismo tiempo, tiene una gran capacidad de construcción política. Hannah Arendt se sentiría muy orgullosa del Boca Andrade: él es discurso y acción.

¿Cómo creés que va a ser el funcionamiento de ese sublema a nivel parlamentario?

Estuve en el Espacio 609 y pensé que iba a ser como era el MPP [Movimiento de Participación Popular], que cada uno podía hacer lo que quería, y no fue así. Entonces, me dije: “Tendré un poco de libertad de acción dentro del Frente”. Me equivoqué: los lunes de noche, la bancada del Frente se reunía y yo quedaba en minoría, más o menos el 50% de las veces. Después me di cuenta y pedí libertad de acción. Y era una cosa tan difícil... Poco menos tenía que iniciar un trámite, un expediente para pedir libertad de acción. Lo que te disciplina es el Frente. El Frente muere de miedo por la unidad de acción. Le ha costado tanto, y es como su capital político más preciado. Cualquier cosita que se parezca a una indisciplina, el Frente te fuerza mucho, cuando, en realidad, la fortaleza del Frente es tener muchas voces disonantes. Pero además nosotros, Michelini y yo, entramos como un acuerdo de sectores. Igual se los planteé: “¿Y qué pasa cuando no estemos de acuerdo?”.

¿Y qué te dijeron?

Me dijeron que no va a haber problema. Es justo la respuesta que no me sirve [risas]. Siempre hay problemas con eso. Pero ya te digo, lo que yo viví dentro del Frente es que el Frente es el que te impone la disciplina. No es ni siquiera un sector.

¿Cómo viste el alcance de la libertad de acción en el caso de los Frenteamplistas por el No al plebiscito de la seguridad social? ¿Se había hablado anteriormente de cuáles eran los límites de la libertad de acción?

Se había hablado, pero me parece que se dieron por sobreentendidas cosas que al final no lo fueron. Porque, por un lado, los economistas dicen: “Nosotros tenemos derecho a expresar nuestra opinión”. Y es verdad. Si los otros tienen derecho a hacer campaña por el Sí, ¿por qué yo no tengo derecho a hacer campaña por el No? Son dos libertades, y cuando son dos libertades las tenés que considerar las dos. Pero yo entendí que lo que el Frente había definido era que se dejaba la libertad de acción, que cada uno hacía lo que quería. Esto implicaba que los del Sí tampoco podían agarrar al Frente de correa de transmisión de la papeleta. Pero el sobreentendido era que vos no ibas a hacer una campaña contra el movimiento sindical, que no ibas a friccionar más de lo que ya estaba. Con lo que ya estaba, estaba claro que no era la posición del Frente. ¿Para qué ibas a insistir en un enfrentamiento directo con el movimiento sindical? Finalmente creo que triunfó la cordura.

En el caso de los allanamientos nocturnos, ¿creés que el FA saldó bien esa decisión?

Creo que el Frente está tan concentrado en el objetivo de ganar la elección que tampoco ha hecho mucha cuestión del tema de los allanamientos nocturnos. Pero es un disparate. Cualquier persona del Frente sabe que es un disparate. El propio [Yamandú] Orsi lo ha dicho. Esto no puede ponerse en la Constitución.

¿Cómo te gustaría que sea el Ministerio de Defensa del próximo gobierno?

Súper civil. Recontra civil y licandrista. Es decir, seguir la doctrina Licandro [de Víctor Licandro, exgeneral, político y fundador del FA], que los militares tienen que ser un cuerpo técnico, los militares obedecen a la jerarquía civil y con los militares no se negocia. Porque vos no negociás con el Ministerio de Educación. Ahora, tenés que negociar con los militares. Entonces, Licandro, mucho Licandro. Uruguay supo transitar esto.

¿Te gusta Gabriel Oddone para el Ministerio de Economía?

No lo conozco personalmente y no conozco su trayectoria, pero me parece que necesitamos un ministro de Economía político. El FA no tiene que demostrar que puede gobernar bien la economía, si lo hizo maravillosamente durante 15 años. No tiene por qué dar señales de tranquilidad a los empresarios. Los empresarios hicieron mucha plata durante los gobiernos del FA. Los empresarios no apoyan al Frente por razones ideológicas, si fuera por razones pragmáticas lo apoyarían, porque a ellos les fue muy bien. Necesitás un ministerio político, y a Oddone se lo ve como un representante del gran empresariado. Necesitás un ministerio que le dé pelota a la microeconomía, que construya crecimiento con una perspectiva territorial. La macro no te digo que el Frente la maneja de taquito, pero la maneja bien. Tiene equipo, el equipo que armó [el exvicepresidente Danilo] Astori.

¿Cómo ves las salidas públicas de Lacalle Pou sobre la seguridad social?

Lo tenés primero en el Senado de toda la gente del PN. Si eso no es entrar en la campaña electoral... No veo cómo no está en la campaña electoral si es el gran elector del PN. Él rediseñó la arquitectura del PN a su leal saber y entender. Y el PN es la parte más importante de la coalición. Yo creo que el presidente está en el centro de la campaña electoral.

¿Ves posible un bipartidismo?

Todos esos votitos que quedan sueltos de Cabildo Abierto, como nosotros somos el partido mayor, a nivel del Senado, se van con nosotros. Ellos los pierden si fueran en un solo lema, por eso tienen la estrategia de las muchas listas. Ellos pulverizaron el sistema de partidos. La ley de lemas les permite tener esa pulverización abajo y estar unidos arriba. Pero nosotros estamos disputando la elección contra Lacalle. Aparecen los Ojeda y la expresión Delgado-Ripoll es una expresión muy débil. En el balotaje nosotros corremos con ventaja con relación a Delgado y Ojeda, pero el gran elector es Lacalle.