La industria está cambiando, lo digital se está imponiendo. ¿Esto cambia la desigualdad? ¿Están incluidas las mujeres en el cambio de modo de producción que estamos atravesando?

La industria ya cambió, lo digital está impuesto. Pero no cambió la desigualdad. Esta es una oportunidad para que las mujeres se integren a un mundo nuevo. La ciencia revolucionó la forma de producir, los modelos de negocios. Dicen por ahí que a todos nos llega nuestro Uber, y es así. En todos los rubros está pasando eso. Incluso en los más insospechados, como el del dinero. Está cambiando drásticamente la forma de intercambiar valor, hasta se está repensando el papel del dinero. El mundo está cambiando su forma de producir.

Sólo 49% de las mujeres están incluidas financieramente en Uruguay. ¿Hay políticas que acompañen estos cambios?

Hay políticas. La incorporación de las mujeres en la tecnología va a mejorar la vida de las mujeres. Y va a mejorar la economía, porque es la mitad de la población que se incorpora a nuevos quehaceres. Además, a lo largo de la historia, cada vez que la mujer ganó un espacio de participación el mundo mejoró. Acceso al voto: mejoró la democracia. Acceso a la educación: mejoraron la familia, la sociedad, la cultura. Acceso al trabajo: mejoraron la economía, el bienestar familiar. En el medio van cambiando las cuestiones culturales. La familia de ahora no es la familia de antes. Es una nueva organización familiar, que tiene cosas buenas y cosas problemáticas. De la misma manera que la familia de antes tenía cosas buenas y cosas problemáticas.

Nuevo ciclo

Esta entrevista abre el ciclo Protagonistas, con el que buscamos amplificar las voces de mujeres líderes.

¿Qué políticas se pueden implementar para favorecer la presencia de mujeres en la ciencia y la tecnología y también en otros ámbitos de trabajo?

Estamos tratando de transversalizar el tema de género en todos los programas de todos los ministerios. Tenemos que trabajar mucho en abatir el miedo, en cambiar los paradigmas culturales. El Plan Ceibal juega un rol clave en esto, porque iguala para arriba a niñas y niños. También es muy importante la inclusión de la tercera edad en el mundo digital. Creo que hemos trabajado poco en el abatimiento del miedo: a la ciencia, a la matemática.

A las niñas se les suele decir “esto no es para vos”.

Sí. O se las induce a hacer carreras cortas, que no está ni mal ni bien, pero no tiene por qué ser así. Una niña puede ser lo que quiera.

Para muchos lo digital no es una opción.Para algunos el futuro está sólo asociado a los servicios. ¿Qué políticas se pueden implementar para que jóvenes en contexto crítico puedan pensar en lo digital como opción laboral viable?

Las herramientas digitales te ayudan para que puedas dar mejores servicios, aportan conocimiento y promoción. Yo no creo que en el futuro todos tengamos que ser programadores o ingenieros, pero sí creo que todos tenemos que aprender a manejarnos en un ambiente que no tiene otra que ser más tecnificado. ¿Qué significa “manejarnos”? Ante un entorno automatizado, poder pararme y saber qué decisiones que tengo que tomar.

¿Cómo te parece que se puede conectar todo lo que estás diciendo con las personas que se caen de los márgenes? ¿Qué estrategias de inclusión se pueden generar para acercarlas a estas ideas?

Desde políticas represivas hasta formativas, y más generales aun. No es una sola cosa. Todas las políticas deben tener ejes transversales que apunten a eso. La seguridad atraviesa todas las políticas. De vivienda, salud, industria, economía. Cada vez que diseño un programa en cualquiera de estas áreas tengo que preguntarme: ¿en qué aporta esto para mejorar la seguridad?, ¿cómo puedo brindar más oportunidades?, ¿en qué aporta esto al futuro?

¿Qué hacías antes de ocupar cargos públicos?

Siempre trabajé. Empecé a trabajar a los 17 años dando clases particulares en mi casa. Después, siendo estudiante, conseguí el primer empleo en el ámbito privado, y luego fui consiguiendo otros. Trabajé también como ingeniera independiente. Trabajaba mucho, sigo trabajando mucho.

¿Cómo fue tu recorrido en la política?

Cuando volví a la facultad después de tener a mis hijos reenganché con la generación 83. Ahí tuve un espacio de militancia mientras estudiaba, que después abandoné. Me recibí, mis hijos, el trabajo, todo eso. Pero siempre fui del Frente Amplio. Siempre sentí que estos temas me importan mucho. Forman parte de mi vida, de mi familia. Después, en 2007 cuando me pidieron que ayudara en un tema [tuvo a su cargo el Área de Desarrollo Informático y Telecomunicaciones de la Intendencia de Montevideo] lo tomé con mucho entusiasmo, y salió bien.

¿Encontraste dificultades para desarrollarte en política por “ser mujer”?

Me críe en la Facultad de Ingeniería, entonces es como si le preguntaras a un atleta si encontró dificultades en el salto alto. Lo que ocurre es que se pasó todo el tiempo que estudiaba para atleta practicándolo. Yo me formé en un ámbito muy masculino. Y capaz que por eso tengo la fama de ser tan dura. Arranco estableciendo las condiciones. Es un desafío. Somos naturalmente tiernas, eso es lo que siento en común entre nosotras. Entonces, muchas veces tenés que establecer los límites de entrada. En cada conversación, en cada trabajo, todo el tiempo. Un poco también lo hacés porque tenés que protegerte –porque sabés que no es como te gustaría que fuera–.

¿Cómo pueden hacer las mujeres empoderadas para derramar ese poder?

Mucho contacto con la realidad. Recorrer la realidad, una y otra vez. Trabajar para llevar adelante políticas para abatir el miedo. El miedo es el peor enemigo. Cuando daba clases de matemáticas me daba cuenta de que la traba principal que tenía la otra persona era el miedo a razonar sin nada de lo que agarrarse. Entonces, aparece el “esto no es para mí”, el temor a pasar vergüenza, el miedo a denunciar. Se ha avanzado muchísimo en Uruguay con las políticas de igualdad y de diversidad, creo que le han cambiado la vida a mucha gente. Y hay que seguir. La seguridad me parece fundamental. Seguridad para que tengamos una vida segura, en términos integrales. Combatir el delito, proteger, que no haya más violencia doméstica. Pero también poder generar un ámbito productivo que permita que esa seguridad sea sustentable, y que vivamos dignamente.

La participación política de las mujeres en Uruguay está trancada en 20% hace mucho. ¿Qué políticas se pueden implementar para cambiarlo?

Promover cada vez más la participación de las mujeres jóvenes. Darles un lugar, en la medida de lo posible. No promover que haya un “si sos mujer tenés el puesto asegurado”, pero sí que haya verdaderas condiciones de igualdad para acceder a las posiciones. Como soy mujer ese preconcepto no lo tengo incorporado, y las veces que me ha tocado gestionar más mujeres están en ascenso. No porque yo lo promueva, sino porque naturalmente se dan las condiciones de igualdad. Y eso mejora la calidad de los ámbitos de poder.

¿Cómo ves la participación política de las mujeres y de los jóvenes en el Frente Amplio?

No se puede separar de lo generacional, son dos temas que van juntos. Veo que hay una cantidad de mujeres jóvenes con mucha polenta, que entienden que el feminismo no es el contrario del machismo, sino que es esto que estamos hablando; que es oportunidad. Dame la oportunidad de crecer. Hagamos juntos el país. Y veo en el FA, en distintos sectores, mujeres muy jóvenes, preparadas, que están metiéndole y participando. Creo que hay que darles micrófono, y que se conozcan, y que se conozcan entre ellas. Ahora va a haber un encuentro de mujeres políticas del FA, es un inicio. Creo que el FA es el partido que ha hecho más por las mujeres en el Uruguay, no me cabe la menor duda, porque es la realidad.

¿Por qué siempre que se habla de la fórmula presidencial se pone a la mujer como vicepresidenta y no como presidenta?

Es una buena pregunta, todos tendrían que hacérsela. No sólo para la fórmula. Para todo. No es algo en contra de los varones. Tampoco es un problema de las mujeres, es de toda la sociedad. Un problema no; es una oportunidad que no podemos perder. Porque los hogares son distintos si la mujer no estudia, o si no trabaja. Si la mujer no avanza no avanza la igualdad, y ahí perdemos todos.

¿Vas a ser candidata?

Me parece que no hay que poner la carreta antes que los bueyes, porque no podemos pensar en las personas antes de saber lo que queremos que esas personas hagan. Entonces, cuando se hace esa pregunta, ¿realmente es en eso en lo que tenemos que pensar? ¿O es en eso en lo que quieren que pensemos? ¿Por qué no nos ponemos a hablar de lo que hay que hacer, de cuál tiene que ser el nuevo programa del FA en un mundo tan desafiante con todos estos temas de lo que estamos hablando y todos los otros que nos quedan por hablar? Por supuesto que los candidatos son importantes, pero no son el primer tema. Me parece que no nos tenemos que dejar distraer. Hay que consolidar la unidad del FA. Hay que entender que hay una nueva clase media: los obreros del siglo XXI no son los mismos obreros del siglo XX. Y la clase media es el pilar de la construcción democrática. Entonces creo que las cosas pasan por ahí, por lo menos por un tiempo. Ya llegará el momento de los candidatos. Y lo va a definir el Frente Amplio. No lo van a definir los candidatos que quieren ser, o los que sospechan que van a ser. Lo va a definir el Frente Amplio.

Los ataques a las mujeres políticas apuntan a su imagen y a su intimidad. ¿Te parece que a la mujer pública se la ataca de la misma forma que al varón?

No la he vivido aún [risas], esa me falta.

Tu papá es Villanueva Cosse, reconocido actor. Tu mamá es docente de historia, vos ingeniera. ¿Qué lugar ocuparon tus padres en tu vida y por qué optaste por la ciencia?

Los dos fueron muy libertarios. Excelentes padres, tuve una niñez muy feliz. Mis padres se separaron cuando yo era muy chiquita y todos los domingos mi papá y mi mamá salían conmigo, estando separados. Tengo un agradecimiento infinito. Siempre me criaron tratando de transmitirme la confianza de que yo podía hacer cualquier cosa. Mi abuela, que era una mujer de campo y fue gran protagonista de mi educación, se avergonzaba porque sólo había hecho hasta tercero de escuela. En su época las niñas llegaban hasta ahí porque acompañaban a sus madres y sólo los varones terminaban la escuela. Ella lo contaba siempre con mucha vergüenza. Con esa incultura mi abuela me transmitió que yo podía hacer lo que quisiera.

Hace poco le entregaron a tu papá la medalla Delmira Agustini por su aporte a la cultura nacional. Fuiste parte del homenaje. Para muchos fue una sorpresa vincularlos a ustedes dos. ¿Cómo fue ese momento?

Muy emocionante. Lo disfrutamos mucho. Mi padre, además de ser muy inteligente y un gran artista, ha sido siempre muy honesto. La honestidad intelectual es una de las más difíciles de conseguir, y mi padre siempre la ha tenido, íntegramente. Y ha sido un gran trabajador. Uno cree que el artista se levanta un día y se le ocurrió algo, y va y pinta un cuadro. Yo aprendí, que igual que en la ciencia, hay un trabajo acumulado, de todos los días, de darle y darle. Y de repente empieza a aparecer algo. En la ciencia pasa lo mismo. A veces golpeás un lugar y sale por otro. Lo que yo vi es que Uruguay le estaba dando la oportunidad a mi padre de recibir un premio en su hogar y de contar anécdotas de su vida en un Uruguay que él quiere muchísimo. Era un gusto que nos estábamos dando en vida todos.

¿Le damos lugar a la cultura para que forme parte de nuestras vidas?

Siempre recuerdo lo que significó la reconstrucción del teatro Solís. Luego, cuando se inauguró el SODRE se decía que no iba a haber lugar para dos salas tan grandes. Y resulta que hay noches que están llenas las dos salas. Creo que cuando aparecen oportunidades culturales Uruguay las toma enseguida, es como una esponja.

El Antel Arena es un impulso.¿Por qué importa invertir en cultura y posicionarnos como un escenario de referencia?

Porque al final del día todo termina en la cultura. La actitud frente a la educación, frente al trabajo, frente a los cambios. Todo es una construcción cultural. No hay que ser artista para estar incluido en la cultura, no son sólo espacios artísticos o académicos. De hecho, ahora estamos ante un cambio cultural complicado en el mundo. Es importante contrarrestar ese cambio que nos puede llevar a la aislación, al consumismo, al individualismo.

¿Importa quién gestiona la cultura?

Para hacer política de algo tiene que haber una sana mezcla de política y conocimiento. A veces un técnico es muy bueno conociendo y es muy malo tomando decisiones políticas, o al revés. Entonces creo que tiene que haber equipos que, con elementos técnicos, tomen decisiones políticas.

¿Cuál es la clave para luchar contra la desigualdad de género?

No detenerse.

¿Sos feminista?

Vamos a definirlo... Si feminismo es seguridad, oportunidades y futuro: soy feminista. Si feminismo es fundamentalismo, no soy feminista. Pero yo creo que es eso. Y no me da miedo decir que soy eso.

¿Se puede modificar la cultura machista?

Sí. Mirá el avance que ha tenido Uruguay, claro que hay esperanza.

Fuiste madre mientras estabas estudiando. ¿Cómo la llevaste?

No lo podría haber hecho sin mi madre y sin mi abuela, hubiera sido imposible. Es difícil transmitir cuánto les debo. En ese momento no era tan fácil. Ahora es un poco más fácil por toda la tecnología que hay alrededor de los niños. Me refiero a pañales y esas cuestiones que antes no había; uno tenía que lavarlos a mano. Creo también que ha habido avances en lo generacional, por eso digo que no está separado. En las parejas jóvenes veo que la premisa que hay no es “él me ayuda”. Ni se les pasa por la cabeza que él no cambie a la nena o al nene, porque también es hija o hijo de él. Veo que no se les pasa por la cabeza la prerrogativa “él la ayuda”, lo hacen juntos. Eso facilita las cosas. Lo estoy viendo en parejas jóvenes y me parece super sano. Para todos.

Eso es feminismo.

Sí, eso es feminismo.