Dicen que el carnaval es un espejo de la vida. Su lógica popular no escapa a la reproducción del machismo y hoy en día explicitar esto forma parte de la revolución feminista.
En el desfile inaugural de carnaval hubo un pañuelazo con la consigna “Sin nosotras no hay carnaval”. Si bien tuvo poca repercusión en los medios masivos de información, generó mucho ruido en las redes sociales, donde debajo de fotos de mujeres murguistas con el pañuelo se pueden leer algunas frases como estas: “No se escucha igual cuando son mujeres”, “Estas feministas inútiles quieren todo de arriba”, “Ni el carnaval se salvó de las feministas”, “Es una cuestión de gustos, no de machismo”.
El Encuentro de Murgas de Mujeres y Mujeres Murguistas (EMMyMM) se gestó a fines de 2017. Lo que empezó como la organización de un evento devino en un colectivo que sigue trabajando para visibilizar el rol de la mujer en el carnaval y para generar espacios de discusión para esas mismas mujeres. Este año comenzaron a moldear la idea de hacer una intervención en el Concurso Oficial de Carnaval para continuar con una serie de acciones que comenzaron en el Encuentro de Murga Joven en noviembre de 2018. Así fue que surgió la idea del pañuelazo en el desfile inaugural.
“Pensamos en organizarnos para hacer una intervención que fuera visible el día del desfile, pero se nos ocurrió el lunes, tres días antes, entonces vimos que lo más realizable y con visibilidad iba a ser usar un pañuelo. Porque la idea es que se puedan juntar la mayor cantidad de mujeres posibles, tener un identificativo. Pensamos en el color rojo porque no hay ninguna causa que lo use”, contó a la diaria Camila Zangrando, integrante del EMMyMM.
El EMMyMM está conformado principalmente por mujeres que participan en murgas de mujeres, pero también por mujeres de murgas mixtas o paritarias, y está abierto a la participación de todas aquellas que se quieran sumar. Durante la reunión en la que decidieron convocar a un pañuelazo discutieron acerca de si la movida debía ser cerrada del EMMyMM o abierta, y decidieron romper las barreras de la categoría. “Invitamos a mujeres que no eran murguistas; humoristas, de revistas, y otras que desfilaron”, dijo la integrante del colectivo.
“Estuvimos pensando mucho en a qué apuntábamos con la consigna. Decidimos que no fuera exclusivamente de mujeres murguistas sino que fuera de ‘mujeres del carnaval’. Había un precedente con la pancarta en Murga Joven [que decía “Lo murguista no quita lo machista”], pero queríamos salir del terreno de la murga”, explicó Camila. “También queríamos visibilizar el rol de la mujer que no está en escena, como son las maquilladoras y las vestuaristas, a las que no se les reconoce el trabajo pero que también están ahí”, agregó.
Todavía no tienen decidido cómo va a continuar la convocatoria, pero tienen pensado hacer más pañuelos y seguir repartiéndolos. “La idea es que el pañuelo quede instalado en el carnaval y que sea más masivo. Hacer más pañuelos y que también las mujeres que son espectadoras puedan usarlo”, explicó Camila.
Para finalizar, señaló que con el colectivo pretenden “salir de la denuncia explícita al machismo y al patriarcado y visibilizar a la mujeres, porque reivindicar el rol de la mujeres ya es una denuncia explícita”.
No se bajan más
“No se conforman, insisten, gritan su reclamo. Combaten desde abajo, organizando. Contra el sistema, el Estado, contra el racismo, el machismo, la iglesia, contra el patriarcado. Contra el capitalismo, acá y en todos lados”. Con este fragmento y con todo su espectáculo, Pelala que va al Pan –una de las murgas jóvenes de mujeres que participan en el EMMyMM– fija su posición respecto del mundo y el carnaval.
Lucía Souza, integrante de la murga y del encuentro, habló con la diaria sobre el machismo en el carnaval, al que llama “patriarcado con brillantina”. Lucía cree que el cambio requiere “resistencia y unidad” y que “a medida que la sociedad vaya avanzando hacia el feminismo, el arte no va a poder quedar afuera”.
“Esto ha sido históricamente acaparado por varones, y han sabido monopolizar los conocimientos, pero mientras nosotras sigamos resistiendo, sigamos intentando formar parte, creando colectivos y proponiendo espectáculos hechos por mujeres ese tipo de movidas que parecen de corto plazo pueden ser realmente incidentes”, señaló.
Ana Clara Carriquirry, de las murgas La Mojigata y Cero Bola (murga de mujeres), también integra el EMMyMM y desfiló con el pañuelo en el brazo por 18 de Julio. En conversación con la diaria, dijo que el pañuelazo “generó respuestas positivas y negativas”, tal como lo estaban buscando. “A mí ir a todos los tablados con el pañuelo me da tremendo orgullo”, agregó. También contó que la idea de los pañuelos puede parecer “marketinera” pero realmente logra su objetivo: visibilización.
“Nosotras creemos que el carnaval es machista por donde se mire y que las mujeres hemos estado siempre, pero en lugares “escondidos”. Queremos también estar en escena porque creemos que tenemos la misma cualidad que los varones para ello. Pero se nos han dejado siempre roles como vestuarista o maquilladora –que son importantes pero fuera de escena–, y también roles de cuidado; los varones no podrían hacer carnaval si no están las mujeres cuidando a las niñas y niños”, expresó Ana.
Además, contó cómo la producción de discurso está casi únicamente asociada a los hombres –reconociendo que tanto el vestuario como el maquillaje también generan discurso–, porque la sociedad supone que las mujeres son “las que tienen manualidad”. “Yo, varón, escribo; yo, varón, hago arreglos y con eso digo cosas, y vos, mujer, con tus lindas manos vestime esto”, parodió.
“Creo que es un gran momento para plantear esto porque el feminismo está a flor de piel”, dijo, y agregó que la unión que existe en el EMMyMM les permite estar todo el tiempo “alertas, pensando, cuidándonos y moviéndonos entre nosotras. Creando todo el tiempo”. Ana utiliza la murga –tanto en Cero Bola como en La Mojigata– como un lugar de militancia. Para ella la experiencia en una murga mixta es interesante también porque “hay cosas que no se piensan desde un grupo de hombres solos o mujeres solas y que surgen en el intercambio”. “Abrimos discusiones que no se generarían si no hubiera mujeres, lo mixto aporta eso”, señaló.
“No sé si el carnaval será feminista alguna vez, pero son luchas que se van dando; puede llevar muchos años ver más mujeres en carnaval. Cuanto más se hable, más va a subir. Ojalá lleguemos las mujeres a roles de dirección y escritura, pero para eso nos falta mucha formación, porque siempre nos dijeron que eso no era para nosotras. Hay muchas mujeres formadas pero hay muchos más hombres, por eso creo que esto que estamos haciendo aporta”, finalizó.
La desigualdad en números
La murga es la categoría más popularizada del carnaval y no hace falta exponer los números para justificar por qué es necesario visibilizar el rol de las mujeres en esa expresión artística particular. Sin embargo, dentro de la órbita murguera más progresista existe el imaginario común de que las nuevas generaciones enfrentan el statu quo e incluyen un discurso feminista. Pero ¿cuánto de este discurso está avalado por la distribución de roles por género?
Soledad Castro Lazaroff difundió la proporción de mujeres murguistas del desfile inaugural: de los 345 murguistas, sólo 13 eran mujeres. Según Soledad, integrante de Falta y Resto –murga que este año no participa en el concurso oficial–, esta inequidad se debe, en parte, a las lógicas de admisión, que en estas circunstancias funciona como un mecanismo que, según evidencian los números, sirve para excluir a la mujer del carnaval oficial.
Además, Guadalupe Dos Santos, ex integrante de Cotidiano Mujer, calculó y publicó la participación de mujeres en las murgas del carnaval oficial: de 20 murgas sólo seis tienen mujeres en sus coros (Cayó la Cabra, La Mojigata, Metele que son Pasteles, Queso Magro, Agarrate Catalina y La Venganza de los Utileros) y tres tienen mujeres participando en la creación de los textos (La Mojigata, Queso Magro y Doña Bastarda).
Donde no existe prueba de admisión ni sueldos –en el Encuentro de Murga Joven– la inequidad disminuye, pero la desigualdad sigue siendo desmedida. En el blog Micropolíticas de Vivi Quër se pueden consultar datos sobre la división de roles por género en la nota “Números y porcentajes contra el mito de la equidad de género en murga joven”.
Arriba del escenario, sólo 27% de los roles son ocupados por mujeres. Sin embargo, la diferencia aumenta en roles cruciales como la creación de los textos (89% varones, 11% mujeres) y los arreglos corales (91% varones, 9% mujeres), ambos aspectos fundamentales para el discurso de una murga –lo que se dice y cómo se dice–. Esta disparidad se invierte completamente en los roles tradicionalmente asignados a la mujer: maquillaje (11% varones, 89% mujeres) y vestuario (26% varones, 74% mujeres).
La nota llama a preguntarse en qué medida puede afectar el contenido de los espectáculos la predominancia tan clara de una voz por sobre otra. Esta pregunta se expande y se agrava cuando se observa el carnaval oficial, que –claramente– llega a una mayor cantidad de público. La célebre frase de George Steiner “lo que no se nombra no existe” parece responder a los reclamos del feminismo. En este caso, aunque no las nombren ni las dejen nombrar (ni escribir, ni cantar, ni actuar), el reclamo del EIMMyMM es que sin mujeres no hay carnaval.
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