Por primera vez en mucho tiempo, la histórica murga Falta y Resto no saldrá en el concurso oficial de Carnaval. El año pasado incorporó mujeres al espectáculo y marcó un hito: generó un coro paritario en murga. La decisión fue sostenida por el grueso del conjunto pero repudiada por uno de sus integrantes, que negó su firma para la inscripción de la murga en el concurso oficial de Carnaval, lo que impidió su participación.
El resto de la murga se enteró de la noticia por los medios. Hugo Brocos dijo que se opuso por razones artísticas, que no estaba de acuerdo con el viraje que tuvo la murga y que “no se necesitan mujeres para tener un discurso feminista”.
La “traición de género” se pagó caro, y ahora los de Falta y Resto buscan encontrarse en otro carnaval. Ensayan todos los días en el local de la Agrupación de funcionarios de UTE (AUTE), sobre la calle Agraciada. El espectáculo de este año, que no pisará escenarios oficiales, se llamará Ilegal.
El nombre del espectáculo no es aleatorio. “Se trata de apropiarse del insulto y volverlo a tu favor: me enorgullezco de la etiqueta que me denigra para convertirlo en bandera”, aclaran antes de un ensayo los hermanos Soledad y Leandro Castro Lazaroff, junto a Papina de Palma y Majo Hernández.
Leandro comenta que el desafío arrancó el año pasado, “cuando resolvieron incluir mujeres en la murga para lograr un coro paritario”. Al principio sólo se trataba de “dar un mensaje de igualdad” en el carnaval. “Después nos encontramos con el feminismo que hizo que nos convirtiéramos en lo que somos hoy: una Falta y Resto paritaria que tiene como bandera el discurso feminista”.
En ese proceso “hubo muchas cosas buenas, pero también malas”. Una parte de la historia de la murga rechazó la propuesta. Leandro dice que la decisión de Brocos “fortaleció al grupo para poder tomar las decisiones que tomaron y cantar lo que en realidad queríamos cantar”. También relata que sintieron que sanaron el día que grabaron el videoclip de presentación para este año, porque entonces se vieron juntos.
El apoyo popular fue fundamental para dar este paso. Según Leandro, “hubo mucha gente que después de lo que pasó estuvo al firme porque se sintió identificada” y porque quieren sumar a “lo que representa Falta y Resto hoy en día: una revolución dentro del carnaval”.
No era una opción salir con otro nombre. “Fue Falta y Resto la que dio el paso para la inclusión de mujeres. Cambiar el nombre era como sacarle ese triunfo a la murga. Entonces, ¿qué? ¿En Falta y Resto no puede haber mujeres? No queremos permitir eso”. Por eso decidieron mantenerse como Falta y Resto: es la causa que los representa. “Cambiar el nombre era como dejarte robar definitivamente todo”.
Tampoco pensaron en dejar de expresarse, “dada la coyuntura regional y el año electoral que se viene”. “Esta es una murga que tiene un trabajo político para hacer, porque existe para eso y no para ganar un premio, no era una opción callarse”. Definen lo que hacen como “arte político” y resumen su militancia en dos ejes: “la inclusión de las mujeres” y “la apertura del carnaval más allá de la DAECPU [Directores Asociados de Espectáculos Carnavalescos Populares del Uruguay]”.
Escenarios por una noche
Para Soledad, “no se puede pensar en la coyuntura actual de Falta y Resto sin ver cómo funciona la globalidad del carnaval”. Por eso, cuenta que sueñan con “otro carnaval”. Lo piensan “desde la libertad”, que “no se tenga que supeditar el derecho de la ciudadanía a la expresión y al arte por el mercado”. En este sentido, “pararse frente a las lógicas patronales es un gesto político”.
Considera que no es válido que les digan “que no es carnaval lo que hacen” y que “menos puedan hacerlo en connivencia con el Estado”. Desde este gesto, quieren llamar la atención y decir que este carnaval “no es plural ni inclusivo”. “No lo es para Falta y Resto, pero tampoco lo es para las murgas cooperativas, las del interior, las de mujeres. Para un montón de conjuntos que no pueden salir porque cada vez sale más caro salir en carnaval”, explica.
“Hoy en día el carnaval está hecho en contra de los artistas”, afirma Soledad. “Ensayás muchísimo sin cobrar, porque la admisión y la competencia son asesinas, hay que conseguir plata porque hay que tener un mejor vestuario”. La idea es ponerse “del lado de los artistas” y plantear que “hay que aflojar un poco con las exigencias del mercado”. Los barrios pierden protagonismo porque “cada vez hay menos tablados y menos corsos”. Quieren “pelear contra eso” y toman esta situación “como una oportunidad para transitar algunas ideas que venían atravesando respecto del carnaval y la cultura en general”.
Conscientes de la limitación de escenarios que les espera para esta temporada, ya que no podrán presentarse en los tablados de DAECPU, Papina cuenta que quieren “inventar espacios nuevos que no estén vinculados al carnaval oficial para poder cantar”.
Por medio de una convocatoria disponible en las redes sociales de la murga, llaman a personas y colectivos que puedan juntarse para “generar un tablado por una noche”. Majo cuenta que es una estrategia que se les ocurrió desde una perspectiva de trabajo comunitario, mezclando herramientas de la educación popular y de lo artístico. También “es una manera de devolverle el poder a la gente para que pueda tener su carnaval”. A su vez, es una oportunidad para transitar por la experiencia de la autogestión y demostrar que “a través del encuentro comunitario se pueden generar otras cosas”.
La propuesta está conectada con otras facetas de estos murguistas. “Muchos de los que estamos acá tenemos experiencias de trabajo comunitario y de prácticas educativas en este sentido”. Para Majo, son “esas cosas que alguna vez leíste en un libro y que ahora se juegan en territorio”. Según Leandro, el objetivo “no es sólo que la murga siga vigente, sino construir ciudadanía desde esta expresión artística”. Dado el apoyo que han recibido, cree que “hay mucha gente que quiere ir por el camino de apertura del carnaval”.
La violencia de género como reacción
“Tenemos la responsabilidad de evidenciar la violencia que trae consigo romper la norma”, dice Majo. Y agrega: “Aquello que traiciona al género masculino –y al género de murga como símbolo de masculinidad– va a tener su castigo, como cualquier traición”. Según la murguista, “uno de los peores castigos es el silencio, sacarle la voz a alguien y negarle la palabra”.
“La violencia de género está instalada. Cuando alguien dice algo a un otro, que le suena y le hace ruido, lo primero que le va a salir como reacción es el acto violento”. Dice que es algo que está instalado y que “así se ha construido la masculinidad”.
“Herir esa masculinidad y ponerla en riesgo es desesperante para algunos varones”. Por eso, “la reacción es obvia, porque la emoción que se les ha enseñado y que saben expresar es el enojo y la ira”. “Ante la desesperación de dejar de existir responden así”, enfatiza.
Torcer el brazo gordo
Cambiar el carnaval no es una utopía. “Se le puede ganar a DAECPU si las murgas deciden no dejarse pisotear más y no se anotan en el carnaval oficial”, dice Leandro. “Esta organización se queda con mucha plata que es de los carnavaleros. Plata de los derechos de imagen. Plata que arregla directamente Paco Casal [director de Tenfield] con los directores de DAECPU. El Estado no interviene y mira para otro lado, todo está regido por esta organización”.
Afirma que “el día que se caiga DAECPU va a llegar cuando nos demos cuenta de que no queremos mostrar más nuestro arte bajo esa lógica ni bajo las normas de esa patronal”. El carnaval que hoy proponen “por ahora es alternativo”, pero “mañana puede ser el que nos represente a todas y todos si las murgas deciden sumarse”.
Para Majo es necesario “tomar conciencia de que quienes llevan adelante DAECPU son una minoría”. Explica que “como en todo sistema opresor, la fuerza está del otro lado” y que “cuando se toma consciencia de eso las cosas pueden cambiar”. La naturalización de la opresión es parte del problema. “Capaz que es hora de hacer un alto y pensar en cómo está distribuido el poder. Es una cuestión de tomar conciencia de clase y de darnos cuenta de que la fuerza está acá”.
De qué lado estar
“Sabiendo a los lugares que está llegando el feminismo actualmente, queremos ser portadores de esta bandera desde un lugar históricamente tradicional”, dice Leandro, con la seguridad de estar parado “en el lugar correcto”. “En la introducción al espectáculo de este año decimos que vimos la mecha y sabemos de qué lado nos queremos encontrar; y es del lado del feminismo”.
Papina cuenta que muchos de los integrantes recibieron propuestas de otros conjuntos y resolvieron quedarse en la murga. Si bien no se alegra de la situación que tuvieron que atravesar, dice estar contenta con lo que están viviendo. “Ensayamos todos los días sin tener la certeza de que vamos a tener tablados para hacer. Es una jugada enorme de amor y militancia”.
Según Majo, cuando un grupo se junta “puede llegar a sacarse la mordaza y gritar nuevamente”. “Estamos convencidos de que esta revolución la podemos hacer cantando”. “Acá está Falta y Resto y queremos abrir el carnaval”, rematan.