Podría decirse que todo empezó el 9 de setiembre de 2017, cuando un encuentro que reunió a más de 200 mujeres en la Facultad de Ingeniería terminó con la creación del colectivo Encuentro de Feministas Diversas (EFD). En realidad, ese día se cristalizó una inquietud que venía desde hacía un tiempo y que tenía que ver con la necesidad de generar un nuevo espacio de intercambio, debate y activismo feminista en Uruguay.

En los orígenes del colectivo está The Histéricas, un podcast creado ese año para discutir sobre distintos temas vinculados al género y el feminismo. La audiencia empezó a crecer y las responsables del programa decidieron organizar una “juntada” informal para conocer a las seguidoras. “Resulta que esperaban a 30 personas y cayeron más de 100. Ahí se empezó a ver la necesidad del encuentro y de generar un espacio atravesado por el feminismo”, cuenta una de las integrantes del EFD, Alfonsina López, a la diaria.

Las mujeres decidieron entonces organizar el encuentro de setiembre. Lo hicieron entre reuniones presenciales y conversaciones a través de Telegram. La jornada se dividió en dos: en la mañana hubo charlas con referentes feministas de distintas áreas, y en la tarde se celebró un plenario. En este último se eligió el nombre, se firmó el acta fundacional y se acordaron los principios básicos del colectivo, que se definió feminista, antirracista, anticapitalista y antipatriarcal.

El nombre no fue elegido al azar. Las fundadoras tomaron como base el que habían definido para la jornada –Encuentro de Feministas Desorganizadas– y lo resignificaron. Mantuvieron la palabra “encuentro” porque entienden que es un espacio en el que las mujeres “convergen”, según explican en su página web. “Porque desde la sororidad sabemos que lo que nos une no son afinidades, sino una opresión. Nos une la emancipación de nuestros cuerpos, de nuestros discursos: allí somos, allí nos encontramos, juntas, todas”. “Feministas” porque es, precisamente, lo que las mueve y une. “Diversas”, porque es un colectivo “heterogéneo”. Lo detallan en la web: “Porque somos mujeres en permanente deconstrucción que no se constituyen a partir de ninguna identidad o esencia predeterminada. Porque nos enriquece y emociona estar juntas en nuestras diferencias. Queremos que este colectivo sea ese encuentro en el que no nos une un estado de indignación, cansancio o hartazgo, nos une el querer cambiarlo, y para ello juntamos la diversidad de nuestras voces y las unimos en un mismo grito de libertad”.

El trabajo del colectivo ha sido intenso desde aquella actividad en la Facultad de Ingeniería. El EFD está presente en todas las manifestaciones callejeras feministas y ha llevado el activismo a las redes, en donde ha sabido posicionarse como una fuente de información sobre temas de género. De hecho, el ciberactivismo es uno de los soportes principales del EFD, en tanto sus integrantes encuentran en las plataformas digitales el espacio para organizarse, vincularse con otras mujeres, difundir información y visibilizar las desigualdades. “Creo que nos caracterizamos por proponer hashtags”, dice a la diaria otra de las integrantes del colectivo, Karen Bernardi, y menciona como ejemplo los “tuitazos” que promueven de vez en cuando para recordar fechas importantes o denunciar alguna situación.

Es un colectivo “que se formó un poco por redes”, reconoce por su parte López. “Sabemos que las redes no son el único espacio para militar”, aclara, “pero es un recurso súper importante del que tenemos que sacar provecho porque nos permite acceder a más mujeres y que ellas lleguen a nosotras”. Las dos compañeras quieren dejar claro que, más allá de la importancia que le da el colectivo al activismo en las redes, a ellas “siempre” las van a ver en las calles, porque una cosa no quita la otra.

Hoy en día, el EFD está integrado por cerca de 60 mujeres que trabajan distribuidas en ocho comisiones. El colectivo se reúne cada 15 días en asambleas presenciales. En paralelo, cada comisión realiza sus reuniones, “dependiendo del volumen de trabajo y de la fecha”, explica López.

La comisión Acción Directa es la que planifica y ejecuta las actividades que se desarrollan en el espacio público: intervenciones artísticas, pintadas de muros, volanteadas en ferias y plazas. Es decir, todo lo que implique llevar la lucha a la calle. En tanto, Comunicación, Diseño y Tecnología genera los materiales y las campañas “para instalar la agenda feminista en todos los ámbitos de la lucha”, dice en el sitio web. Esta comisión también se encarga de los lineamientos para la comunicación interna y externa del colectivo, y gestiona todas sus plataformas virtuales. Trabaja muy de cerca con la comisión Contenidos que, justamente, elabora todos los contenidos de “divulgación, formación e información” del EFD. Al mismo tiempo, planifica charlas y debates, cursos e instancias educativas.

A estas comisiones se suman las de Datos, Finanzas, Logística y Protocolo. El colectivo también tiene un grupo encargado de gestionar la venta de las remeras con la inscripción “Harta”, que es la principal fuente de financiación del colectivo.

Una autonomía articulada

En paralelo al trabajo en comisiones, el EFD tiene en marcha varios proyectos que se realizan en el marco de lo que el colectivo llama “autonomía articulada”. Son iniciativas que surgen desde el colectivo, pero tienen sus propias subcomisiones y se autogestionan.

Bernardi cree que uno de los proyectos “más fuertes” es “Desaparecidas”, que busca visibilizar los casos de mujeres desaparecidas en Uruguay y generar conciencia en torno a la trata de personas. “Intentamos compartir información y formarnos acerca de la trata de personas, ya que nosotras no podemos afirmar que las gurisas que desaparecen caen en redes de trata pero, por algunos casos conocidos, entendemos que es una posibilidad muy probable”, explica López. A su entender, “hay que hablar de esto y ponerlo sobre la mesa, porque es un tema que está muy tapado por todo lo que implica”.

Otra de las iniciativas que ha ganado visibilidad desde que se lanzó, el 8 de marzo del año pasado, es la revista digital para adolescentes Harta. El objetivo de este proyecto, que ya tiene un grupo sólido de lectoras asiduas, es generar contenidos con perspectiva de género para empoderar a las adolescentes en una etapa de la vida en la que son bombardeadas con publicidad y artículos que les dictan cómo tienen que ser.

El equipo de Harta está integrado por redactoras, editoras, correctoras, ilustradoras, diseñadoras web y encargadas de las redes sociales. También hay colaboradoras y la puerta está abierta a toda adolescente o mujer que quiera mandar un artículo, una ilustración o incluso plantear un tema para desarrollar. “Desde redes proponemos mucho esto de consultar sobre de qué les gustaría hablar, porque queremos que las gurisas sean escuchadas”, cuenta a la diaria Sthefanie Cardozo, integrante del EFD y parte del equipo de Harta.

Además de los contenidos que publican en la revista, las integrantes realizan talleres y charlas en centros educativos. El objetivo es siempre el mismo: romper con los estereotipos de género, visibilizar las desigualdades que afectan particularmente a las mujeres, liberar los tabúes y brindar las herramientas para que las adolescentes puedan enfrentarse al mundo con un bagaje amplio de información.

En el ámbito de la comunicación, el colectivo también impulsó a mediados del año pasado el programa Hola, Mabel, que funciona dentro de la radio cooperativa Radio Pedal. López lo describe como “otro espacio de conversación y de intercambio” que busca conjugar la visión crítica de la realidad con “un enfoque de humor, más relajado y distendido”. El programa fue uno de los más escuchados de Radio Pedal en 2018 y seguirá este año.

Para las integrantes del EFD, una de las fortalezas que tienen tanto Harta como Hola, Mabel es que, al estar en plataformas digitales, tienen llegada a todo el país. “Por más que estemos muy ancladas en Montevideo, en el futuro esperamos tener mayor alcance en el interior del país”, dice López.

El Observatorio de Datos es otro de los proyectos autónomos del colectivo feminista y busca generar información sobre distintas temáticas de género a partir de datos de acceso público. Los datos sobre femicidios, desigualdad salarial o representación de las mujeres en la política son sólo algunos de los ejemplos.

El EFD tiene además un proyecto de autocuidado que pretende promover la salud física y mental al interior del colectivo. Entre las iniciativas que fomenta este grupo están los talleres sobre autocuidado, que pueden abordar desde cuestiones como el uso problemático de sustancias hasta educación sexual, infecciones de transmisión sexual o anticoncepción. También a través de la creación de infografías con cifras, estadísticas y datos que ayuden a enriquecer y estimular el autocuidado dentro del EFD. “Es una red de apoyo para cuidarnos entre todas”, resume López. El proyecto está coordinado por integrantes del colectivo especializadas en las temáticas abordadas, como psicólogas, educadoras sexuales o médicas.

La sororidad como bandera

Red es otro de los proyectos autónomos del EFD y, como indica el nombre, apunta a crear una red de mujeres para mujeres. La idea surgió luego de que el colectivo detectara “necesidades importantes”, como “contención, respaldo, escucha activa, más y mejor acceso a la información, ejercicio de la autodefensa, puesta en común de experiencias y asesoramiento ante diferentes situaciones” de violencia y abuso, según se lee en la web.

El proyecto Red está compuesto por dos módulos coordinados. El primero es un espacio de acceso a información útil en la página web con leyes vigentes, base de contactos de representantes de diferentes colectivos que atienden situaciones específicas y datos sobre a dónde acudir en casos de violencia de género.

La segunda pata es el grupo de Telegram “Juntas somos poderosas”, un espacio virtual en el que actualmente más de 170 mujeres encuentran refugio ante determinadas situaciones que las violentan. “Es un lugar en el que, si a vos te pasa algo por la calle, lo podés contar y sabés que siempre va a haber alguna mujer que te contenga”, explica Bernardi. El chat no es exclusivamente un lugar de militancia y tampoco de asesoramiento. Lo que sí pueden hacer las integrantes del EFD, aclara Bernardi, es derivar a las mujeres que denuncian situaciones de violencia a “compañeras especialistas”, pero el espacio es principalmente de contención.

“He acompañado a muchas mujeres en situaciones de violencia aunque no tenga experiencia, porque el solo hecho de estar ahí y escucharlas ya ayuda”, dice Bernardi. “Poner el cuerpo también es estar ahí cuando alguna compañera pide ayuda”.

Autogestión, horizontalidad y consenso

“Todo el trabajo es totalmente por amor al feminismo”, asegura López a la hora de explicar cómo se financian los proyectos del EFD. Las remeras “Harta” son la principal fuente de ingresos, además de otros productos más chicos como pins o pegotines. Este año también van a diseñarse bolsas de tela. “No recibimos plata de nadie. El colectivo es totalmente autogestionado, queremos serlo porque eso nos da la libertad para hacer lo que queramos”, dice López.

Otro de los principios es la horizontalidad: dentro del EFD no hay jerarquías. Hay referentes de las comisiones y hay encargadas de moderar las asambleas, pero incluso estos roles son rotativos. A la horizontalidad se suma que la toma de decisiones es siempre por consenso. Por eso, las integrantes del colectivo prefieren no votar sino más bien debatir en torno al tema e intentar coincidir. Si no hay consenso se trata de ver qué no convence, por qué no convence y llegar, al menos, a una posición intermedia. Para Bernardi, la horizontalidad es una de las cosas que más cuestan porque “cualquier militancia siempre es vertical”. Pero es algo que, como todo, se aprende. “Son largas las discusiones”, admite, “pero creemos que cuando las decisiones colectivas son tomadas de esta manera es mucho más fácil hacerlas carne, es mucho más fácil que cada una las defienda”.

Rumbo al #8M

De cara al Día Internacional de la Mujer, el EFD apoya el paro de mujeres y renueva los reclamos históricos del movimiento feminista contra las desigualdades y todas las formas de violencia de género. A eso le suma las reivindicaciones específicas hacia el Estado uruguayo, como “un presupuesto real para la ley de violencia basada en género” y “mayor responsabilidad estatal respecto del tema de las mujeres desaparecidas, contra la negligencia y el silencio”, explican las integrantes del colectivo. Desde una perspectiva general, el EFD también intentará redoblar los esfuerzos para “descentralizar el feminismo de Montevideo y de lo urbano” y apelar “a lo barrial, al interior, a lo rural, que son los lugares más difíciles de llegar pero donde probablemente haya más mujeres que necesiten el feminismo”.