Para las integrantes del colectivo Minervas, la memoria colectiva nutre las luchas actuales, incluida la feminista. Por eso entienden que encontrarse con la literatura de las mujeres que participaron en el pasado y entrar en diálogo con sus experiencias es fundamental para construir el presente y pensar qué camino seguir. Este intercambio discursivo está en el centro de la autoformación colectiva que promueven dentro del colectivo desde que se reunieron por primera vez, hace un poco más de seis años. El espacio dedicado a la formación es, de hecho, una de las cuatro instancias principales que el colectivo tiene cada mes, junto con las dos plenarias y las prácticas de autoconciencia.

La necesidad de sacar para afuera este espacio de formación y convertirlo en una instancia abierta para todas las mujeres motivó la creación de la Escuela de Formación Feminista, que se estrenó en el marco del Día Internacional de la Mujer. “En estos años hemos organizado charlas, talleres, debates, seminarios y presentaciones de libros; cosas que contribuyen a darnos espacios para encontrarnos, para pensar juntas y para aprender juntas. Este proyecto de la escuela intenta sistematizar y darles un nuevo impulso a esas cosas que desde hace un tiempo venimos haciendo”, explicó Victoria Furtado, integrante de Minervas, en la inauguración.

El objetivo es que la escuela se convierta en una plataforma que permita construir espacios de formación feminista diversos, como círculos de lectura, ciclos de talleres, presentación de libros, debates, conversatorios y seminarios con mujeres referentes de Uruguay y del resto del mundo. Estos espacios se desarrollarán de manera abierta y gratuita una vez por mes en el local de Minervas, aunque el lugar puede ser rotativo. “La idea es que sirva de soporte para hacer circular saberes y darnos tiempo y espacio para la reflexión colectiva. Es por esto que la apuesta fundamental es que sea un espacio que podamos construir con otras y que acerque a compañeras de distintos ámbitos y trayectorias”, contó otra de las representantes del colectivo, María García Grisoni, a la diaria. En la misma línea, Furtado dijo que Minervas espera que esta escuela sea un “aporte” al movimiento feminista y “una semilla” que el colectivo “siembra” para “que tenga un camino propio, participen otras compañeras y se sumen otras propuestas”.

La activista insistió en esto de dialogar con las mujeres que lucharon antes en tanto el colectivo no entiende la formación como “erudición”, sino como “el acercamiento a lo que otras han pensado en otros momentos y en otros lugares o que están pensando ahora y que nos ayudan a entender nuestra propia historia y nuestra propia experiencia como mujeres”.

La formación también ayuda a “construir la reflexión de la acción política feminista”, en cuanto contribuye a “imaginar los mundos que queremos crear”, dijo Furtado. Y resaltó otro de los rasgos característicos de la formación feminista que promueve el colectivo: que sea un espacio colectivo y horizontal. “No entendemos la formación como algo que cada persona tiene que resolver de manera autodidacta, sino que tenemos que construirla en colectivo y de forma horizontal, aunque sin desconocer los distintos puntos de partida de cada una de nosotras”, explicó Furtado. En este marco, las militantes feministas perciben la horizontalidad “más como un punto de llegada que como un punto de partida, en tanto reconocemos que tenemos trayectorias, experiencias y saberes distintos, y que la formación nos permite poner en común eso para que se vuelva algo que nos enriquece como colectivo”.

La formación siempre tuvo un lugar importante para este colectivo de mujeres feminista y anticapitalista. De hecho, Minervas se creó a fines de 2012 y ya en los primeros meses de 2013 empezaron a coordinar las primeras actividades de autoformación mensuales en torno a algún texto clásico o a un tema en particular. Así empezaron a circular los materiales y los saberes. Las mujeres incluso comenzaron a construir su propia biblioteca para compartir lecturas.

La dinámica cambió en 2015, cuando el colectivo empezó a generar instancias de formación con compañeras de otras organizaciones de Montevideo y de los demás departamentos. De ahí surgió el proyecto Caravana Feminista, con el que recorrieron el país y, por primera vez, “sacaron la formación hacia afuera”. Según contó Furtado en la presentación de la escuela, esta iniciativa permitió “que la formación sea un modo de encuentro” con otros colectivos feministas y de mujeres con los que construyeron vínculos “a partir del intercambio de saberes”. La escuela se presenta así como una nueva cruzada.