Silvia tenía 17 años. Era mamá de una nena de dos y de un bebé de un mes. El domingo de noche la Policía llegó hasta su casa, en el barrio Gas del Estado de Santiago del Estero.

Buscaban unas herramientas que le habían robado a una vecina. La adolescente les pidió la orden de allanamiento. No la tenían. “Los policías querían entrar a toda costa. Uno le pegó a Silvia con la Itaka en el estómago”, contó a Cosecha Roja su hermana Milagros. Cuando se estaban yendo, el cabo 1° José Abraham sacó el arma reglamentaria, apuntó y disparó. La bala le dio a Silvia en la sien derecha. Murió en la madrugada en el hospital.

El fiscal Ramón Alfonzo ordenó la intervención de Gendarmería y la aprehensión de siete policías que participaron del operativo. “Se entiende que no actuaron como corresponde”, contó el fiscal general de la provincia de Santiago del Estero, Luis De La Rua, en radio Metro.

“Le dispararon a matar”, cuenta Milagros. La joven está en la casa en la que le dispararon a su hermana rodeada de un grupo de activistas de derechos humanos que los acompañan en el reclamo de justicia. Con voz pausada y suave, Milagros cuenta lo que pasó el domingo de noche. Después de las 23.00, tres policías llegaron a la casa en la que Silvia vivía con sus dos hijos, la hermana menor, la mamá y el abuelo. “Ella salió a preguntar qué necesitaban; le dijeron que venían a buscar unas cosas robadas”, explica Ariana.

—Aquí no hay nada robado —contestó Silvia.

Se plantó en la puerta y les dijo que sin orden de allanamiento no podían entrar. El cabo Abraham le pegó con su Itaka. Ariana, la hermana menor, se acercó a la puerta y la vio en el piso. Silvia se levantó y amagó a pegarles con un ladrillo. “El policía se ataja y le dice a Ariana: ‘Mirame bien la cara: yo soy el que la va a matar a tu hermana’”, contó Milagros.

La familia contó que los policías agarraron a Silvia de los pelos y los vecinos la defendieron a ladrillazos. Los policías retrocedieron. La versión oficial dice que retrocedieron disparando balas de goma. Ariana jura haber escuchado una única detonación: la del disparo que mató a su hermana.

El cabo Abraham admitió haber gatillado su arma reglamentaria. Y dio una explicación insólita: dice que disparó porque se le había trabado la escopeta con postas de goma.

Silvia estuvo 24 horas internada en terapia intensiva con coma cerebral y asistida por un respirador artificial. Murió en la madrugada en el Hospital Regional Ramón Carrillo.