La Unidad 9 es el único centro de reclusión nacional especializado en mujeres con hijas e hijos a cargo. “Por este motivo, no podíamos ser ajenas a la celebración del Día de la Madre”, dijo durante la celebración Cecilia García, directora de la cárcel.

García tiene 34 años, es operadora penitenciaria y hace un tiempo que está al frente de la unidad. Es una de las pocas mujeres civiles que dirigen cárceles en el país. Junto con un equipo de funcionarias y funcionarios del Instituto Nacional de Rehabilitación, lleva adelante una cárcel que está habitada por 23 mujeres, dos de ellas embarazadas, y 21 niñas y niños.

A partir del quinto mes de gestación, las mujeres que habitan en la zona metropolitana son trasladadas a la Unidad 9. Las niñas y los niños que actualmente están junto con sus madres tienen edades diversas: desde recién nacidos hasta los cinco años y unos meses. Ocho de las niñas y los niños tienen menos de un año, otros ocho tienen menos de dos.

Según la normativa, las niñas y los niños pueden permanecer con sus madres hasta los cuatro años. Una vez que llegan a esta edad se puede solicitar una prórroga judicial para que permanezcan un tiempo más con sus madres. Si la Justicia lo considera pertinente, permite que se queden. Muchas de estas infancias no tienen familias continentes en el afuera, por lo que la alternativa es otro tipo de reclusión: los centros de amparo del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay, que se suma al desapego por alejarse de sus madres.

A este equipo de trabajo le tocó asumir los desafíos de gestionar esta unidad, que, en teoría, iba a estar en ese espacio de manera transitoria tras el cuestionado cierre de El Molino, cárcel que fue modelo para la gestión de la privación de libertad de mujeres con hijas e hijos a cargo. Finalmente, lo transitorio fue definitivo y la Unidad 9 quedó instalada contigua a la Unidad 5 Femenino, donde habita 60% de las mujeres presas en Uruguay. Si bien están en el mismo edificio, donde antes funcionaba el hospital Musto –centro psiquiátrico–, en el barrio Colón, están separadas y no hay forma de acceder de una a la otra. Las instalaciones de la Unidad 9 tratan de adaptarse para que las crianzas se den en espacios alejados de la violencia que representan las cárceles.

Beatriz Argimón en la celebración del día de la madre en la Unidad 9, el viernes.

Beatriz Argimón en la celebración del día de la madre en la Unidad 9, el viernes.

Foto: Javier Calvelo, adhocFOTOS

Una jornada especial

Las celebraciones comerciales, como el Día de la Madre, también llegan a las cárceles. Son días en que la distancia pesa más y los equipos de trabajo promueven acciones para reducir el impacto del desapego familiar y promover la integración social. “Fue así como hace semanas el equipo de dirección, en coordinación con los distintos actores y organizaciones sociales que colaboran a diario con la realidad de estas mujeres y sus hijas e hijos, comenzó a pensar en una jornada especial en este marco”, explicó García.

La jornada tuvo una particularidad: la visita de la vicepresidenta de la República, Beatriz Argimón, quien, junto con su equipo, también trabajó durante semanas para aportar algo diferente en esta jornada. Argimón recorrió las instalaciones de la cárcel en compañía de Juan Miguel Petit, comisionado parlamentario penitenciario. “Se interesó por la situación de estas mujeres en su contexto y quedó planteada la preocupación y el interés de generar futuras intervenciones, en particular socioeducativas”, contó García en el hall principal de la unidad tras la recorrida.

Otras autoridades acompañaron la jornada: entre ellas, Jorge Larrañaga, ministro del Interior; Santiago González, director de Convivencia y Seguridad Ciudadana, y Luis Mendoza, director del Instituto Nacional de Rehabilitación.

“Cuando asumí la vicepresidencia, decidí estar en contacto con los temas que me interesan. Por eso hoy estoy acá. Fue un regalo para nosotras poder compartir un día tan especial y que hoy cada nene le pudiera hacer un regalo a su mamá. Esto es algo que hacía mucho tiempo quería hacer: festejar el Día de la Madre con ellas”, comentó Argimón con emoción. En una conferencia de prensa que se generó espontáneamente en el lugar, la vicepresidenta destacó especialmente el rol de la directora de la unidad y su equipo, el trabajo de Nada Crece a la Sombra, y agradeció a las diseñadoras de “las prestigiosas marcas que se sumaron con su aporte en esta jornada”.

Carina Martínez, directora de MoWeek, fue la encargada de reunir a estas diseñadoras. “La idea surgió porque hace un tiempo nos juntamos con Beatriz y Sofía, mi hija, que trabaja conmigo en la MoWeek. Ella le planteó que dentro de este marco queríamos hacer una actividad con un fin social por el Día de la Madre”, contó Martínez a la diaria. Le preguntaron en qué mujeres podrían enfocar esta actividad: “Beatriz nos sugirió a las mujeres que están recluidas con sus hijos”. Entonces les propusieron a las marcas que aportaran desde su lugar un regalo para las mujeres. “Conseguimos también los nombres de las mamás, así cada marca podía hacer un regalo personalizado y redactar cartas para ellas”, añadió. Los regalos fueron para las mujeres que están privadas de libertad y las funcionarias que trabajan en la unidad.

Celebración del día de la madre en la Unidad 9, el viernes. 
Foto: Jerónimo López, Nada Crece a la Sombra

Celebración del día de la madre en la Unidad 9, el viernes. Foto: Jerónimo López, Nada Crece a la Sombra

Martínez contó que se sumaron todas las marcas que participan en la MoWeek. La agencia Nueva Comunicación apoyó consiguiendo productos de higiene personal, con los que se organizaron canastas para cada una. Hubo también un remate solidario de prendas y con ese dinero se compraron desayunos para compartir en la jornada. Además, convocaron a donar 100 pesos. “Pero la verdad es que la gente no se sumó mucho. Recaudamos muy poca plata por ese lado”, dijo.

Tras relevar las necesidades de las mujeres privadas de libertad en una visita anterior, con los fondos de una cuenta que se abrió para recibir donaciones Nada Crece a la Sombra compró una cocina y un lavarropas. “Las mujeres privadas de libertad indicaron que una cocina y un lavarropas eran fundamentales para apoyar su trabajo diario”, explicaron. Las mujeres que están con sus hijas e hijos dentro de la cárcel están a cargo de sus cuidados y de todas las demás tareas asociadas a la crianza, que recaen -adentro y afuera- sobre las mujeres. Desde octubre del año pasado reclamaban que se comprara un lavarropas para dejar de lavar a mano, lo que se complejiza con la llegada del frío. Al grito de “no lavamos más a mano”, recibieron los insumos. Se donaron también canastas con productos de higiene personal, productos de limpieza y acolchados.

Para el colectivo, la visita de Argimón y su equipo “es una importante señal para jerarquizar el debate sobre la privación de libertad y la criminalidad de las mujeres”. Según Fernanda Sfeir, integrante del equipo de la vicepresidenta, compartir la jornada “con las mamás privadas de libertad, sus hijos y los funcionarios, quienes dejan todo en la cancha junto con su directora”, es una forma de “reafirmar el compromiso con la construcción de políticas públicas de rehabilitación que den una respuesta real al sistema carcelario y, sobre todo, a quienes forman parte de este”. “Esto también es seguridad pública”, dijo.

La jornada fue dinamizada con juegos y espacios de encuentro. Pasado el mediodía, las hijas y los hijos de estas mujeres que habitan en el medio libre pudieron ingresar a la unidad. “La realidad es que estas mujeres tienen más hijos en el medio libre, con toda la problemática que eso implica. Hacemos el acompañamiento de cada situación”, contó García.

Celebración del día de la madre en la Unidad 9, el viernes. 
Foto: Jerónimo López, Nada Crece a la Sombra

Celebración del día de la madre en la Unidad 9, el viernes. Foto: Jerónimo López, Nada Crece a la Sombra

Las visitas de personas menores de 18 años no están permitidas desde que se decretó la emergencia sanitaria, para reducir las chances de que la covid-19 llegue a las cárceles. Esto quiere decir que las personas privadas de libertad no ven a sus hijas e hijos hace tres meses. En Uruguay 15.000 niñas y niños tienen madres o padres en situación de privación de libertad. Por primera vez en tres meses, dada la excepcionalidad de la jornada de celebración, pudieron compartir con sus madres.

“A lo largo del día pude ver en sus caras y sus reacciones que este no iba a ser un día más en la unidad. Por el contrario, muchas de ellas nos hicieron llegar su agradecimiento por hacer de este día una jornada tan especial. Algunas de ellas me dijeron que nunca habían pasado un Día de la Madre tan lindo. Parece una locura, pero muchas de estas mujeres pasan por situaciones muy duras, tanto en la privación de libertad como afuera”, contó García.