Con una bicicleteada que recorrió desde la zona portuaria hasta la rambla, la comunidad LGBTI+ de Paysandú puso punto final este domingo a las actividades del Mes de la Diversidad. En medio del clima electoral, un centenar de jóvenes recorrió las calles de la capital departamental para concluir junto a las letras “La Heroica”, donde se dio lectura a una proclama que ratificó reclamos históricos y el rechazo a contenidos de la ley de urgente consideración (LUC).

Fiesta, orgullo y reflexión

Al oeste de la plaza Artigas, la Avenida Brasil conecta el centro de Paysandú con la zona portuaria, vestigio estético y arquitectónico de tiempos de auge económico. Dominada por un cantero central poblado de flores y arbustos ornamentales, se abre paso entre plátanos centenarios y edificios de dos plantas para concluir en la plaza Colón, dominada por un cañón que desde 1941 apunta a la ciudad como testimonio del asedio brasilero de 1864.

En el cruce de la avenida con la calle Gutiérrez Ruiz se encuentra la Casa de la Diversidad, instalada en un edificio propiedad de la Intendencia y rodeada por un rincón infantil recientemente remodelado y dotado de juegos inclusivos.

Mediante un acuerdo con la Intendencia, el colectivo de diversidad sexual “Manos Púrpura” usufructúa estas instalaciones, desde donde organiza diversas actividades en defensa de los derechos de la comunidad LGBTI+.

De acuerdo a la convocatoria del colectivo, realizada mayoritariamente por redes sociales, el domingo a las 16.30 se realizaría la concentración previa a la Bicicleteada por la Diversidad, que recorrería las calles de la capital departamental para concluir en la zona del Balneario Municipal, donde también estaba prevista la lectura de la proclama.

¡Todos a la plazoleta!

La tarde soleada y la temperatura, apenas por encima de los 15 grados, constituyeron la combinación perfecta para que muy temprano, apenas pasado el mediodía, pequeños grupos de jóvenes fuesen acercándose a la Casa de la Diversidad, donde los integrantes de Manos Púrpura ajustaban los detalles de la recorrida, cuyo comienzo estaba previsto para las 17.00.

Al colorido habitual del rincón infantil, poco a poco se fueron sumando banderas, globos y pancartas que llegaban desde todas las direcciones en manos de pequeños grupos, algunos compuestos por jóvenes que habitualmente se integran a la “movida” del colectivo, otros llegados desde otros departamentos; algunos acompañados por algún familiar, algunos niños y bicicletas por todas partes. Los visitantes, algunos de aspecto extravagante, fueron mezclándose con quienes, obviamente, eran usuarios habituales del espacio: mamás, papás y niños que dividían su atención entre el juego, la música y el arcoíris de tonalidades que se adueñaba del entorno.

Al otro lado de la reja que protege los juegos recientemente instalados, otro grupo de jóvenes, integrantes del colectivo y de Faroles Comunitarios, acondicionaba la carroza y escenario móvil que encabezaría la marcha, remolcada por un tractor cedido por la Intendencia. Atrás y a ambos lados de la estructura podían leerse las siguientes frases: “El amor es tan grande que no cabe en un armario”; “Sé como eres, vive lo que sientes”; “Orgullosos de ser y estar”.

Entre los responsables del operativo estaba Alejandra López, integrante de Manos Púrpura y estudiante de Psicología a punto de concluir su tesis de graduación.

En diálogo con la diaria, informó que la Bicicleteada por la Diversidad fue organizada por el colectivo con el apoyo de la Intendencia, la Asociación de Artistas y Trabajos Afines, el Gran Hotel Paysandú y la discoteca Bramha Sound, encargada de la musicalización del evento y de la amplificación de los artistas que, honorariamente, fueron desfilando por el escenario móvil a lo largo de la tarde.

“Este año decidimos realizar la marcha en esta modalidad de bicicleteada con el objetivo de mantener el distanciamiento entre los participantes, a quienes se exigirá el uso de barbijos. También se instrumentó un escenario móvil para evitar aglomeraciones”, comentó.

Diversas propuestas

Las actividades en Paysandú inscriptas en el Mes de la Diversidad y organizadas por el colectivo Manos Púrpura incluyeron, el 18 y 19 de setiembre, una nueva edición de Cine Foro en la sede de la Dirección de Cultura.

En esta oportunidad, con apoyo de la Intendencia y de la organización Llamale H, se exhibieron las películas Rafiki, producción keniata dirigida por Wanuri Kahiu, así como Deux, del italiano Filippo Meneghetti.

La velada, de acuerdo al protocolo vigente para las salas de todo el país, se llevó a cabo con un aforo limitado y con el requerimiento imprescindible de usar tapabocas.

Asimismo, a partir de un acuerdo entre varios colectivos y la Policlínica del Barrio Chaplin (ubicada en la zona noreste de la ciudad), se llevó a cabo la segunda edición de la Feria Diversa, que reunió a emprendedores locales en la plazoleta ubicada en el cruce de las calles Andresito y Joaquín Suárez, donde hubo propuestas artísticas, se pintó un mural y se instaló un stand con el objetivo de informar a los visitantes acerca de la agenda de derechos de diversos grupos, incluidas personas con discapacidad y afrodescendientes.

Marcha de la Diversidad, en Paysandú, celebrada el domingo.

Marcha de la Diversidad, en Paysandú, celebrada el domingo.

Foto: Milton Cabrera

Gestionada por la Intendencia de Paysandú y por ASSE, la Policlínica del Barrio Chaplin es referente al norte del río Negro en la atención a personas trans.

López agregó que la bicicleteada constituyó el cierre de actividades enmarcadas en el Mes de la Diversidad y se organizó bajo la premisa de “cuidarse entre todos y todas” y para, al mismo tiempo, reivindicar derechos en tiempos en que “diversos sectores políticos se han manifestado en contra” de la agenda consolidada en los últimos años.

“También celebrando y reivindicando los derechos conquistados”, subrayó.

“Pedaleamos por nuestros derechos”

Poco antes de las 17.00, Alejandra López y Guadalupe Romero, también integrante del colectivo, ascendieron al escenario móvil estacionado sobre Avenida Brasil y anunciaron el inminente comienzo de la recorrida, que en primera instancia se dirigiría hacia el este, hacia la plaza Artigas, donde estaba prevista la primera parada y la presentación de los primeros espectáculos artísticos.

Al escuchar la convocatoria, algunos a pie y otros montados en sus bicicletas, los diferentes grupos fueron reuniéndose detrás de la carroza y de los integrantes de la “Comisión Distanciamiento”, componentes del colectivo especialmente asignados a la tarea de garantizar en todo momento el distanciamiento físico y el uso de tapabocas.

“¡No salimos si no estamos todos con el barbijo!”, advirtió Alejandra por altavoz.

Hubo un momento de silencio, se realizaron los últimos ajustes y finalmente varias bengalas de papel picado anunciaron el comienzo de la primera etapa de la marcha. Unas 30 personas en bicicleta y otras 70 a pie, en su gran mayoría jóvenes, avanzaron hacia el este al ritmo de la música. Cabellos rojos y verdes; ropa extravagante, pancartas, banderas de la diversidad, globos y sombrillas. “¡Pedaleamos por nuestros derechos”! fue la última arenga antes de arribar a la rotonda que divide en dos la plaza Artigas y que delimita dos espacios bien diferenciados de la ciudad: el centro y la zona portuaria. Atraídos por el espectáculo de música y color, los primeros curiosos fueron reuniéndose a la vera de la calzada para tomar fotografías y saludar a los componentes de la marcha.

Otras diversidades

La costanera de Paysandú es una de las más lindas del país y se extiende de sur a norte a lo largo de varios kilómetros junto al río Uruguay. Cada domingo miles de sanduceros la disfrutan y por estos días es también el lugar elegido por los diferentes grupos políticos para desplegar sus estandartes, aturdir por horas con sus jingles y acosar a transeúntes y conductores con la entrega de hojas de votación.

Tras virar hacia el norte en calle Entre Ríos, la bicicleteada inició su periplo hacia la zona balnearia y hacia otra manifestación de diversidad, aunque menos divertida: la de la campaña política.

En el cruce de Entre Ríos y Florida, se estableció el primer alto y la primera propuesta musical: los sanduceros Fernando Anchorena y Chipi Torres generaron ovaciones con los compases de “Quiero robarte un beso”, de Carlos Vives. Luego fue el momento del baile con las representantes de la Escuela Superior de Danzas Gisela Sabisky.

Tras el impasse artístico, el grupo reanudó la marcha hacia el norte, hacia la rambla Baldomero Vidal. En esta oportunidad, bajo un sol espectacular, subieron al escenario Federico Guichón, Antonella Wilkinson y Bruno Giordano.

Conforme avanzaba la tarde, los canteros de la rambla comenzaron a colmarse de familias que se acercaban atraídas por la música, las banderas y las espontáneas expresiones de júbilo.

Más al norte, hacia la zona del Obelisco, el paso se cerraba en cuello de botella con la presencia de militantes políticos que salían al encuentro de vehículos y transeúntes. Hacia allí se dirigieron los marchantes y a eso de las 18.30 se fundieron en un mar de estandartes: la diversidad, las banderas de Otorgués, celestiblancas, cabildantes. Música pop, jingles, saludos, aplausos, algunos gritos. Destellos de sol. Aun con la lógica que imponen los tiempos electorales, quizá haya sido el momento de mayor tolerancia, el más diverso.

Orgullo, defensa, reclamo

El sol caía rápidamente y el grupo, sin perder el ritmo ni la alegría, aceleró el paso y se encaminó hacia el sitio elegido para los últimos espectáculos y la lectura de la proclama: las letras metálicas “La Heroica”, ubicadas al pie del anfiteatro del río Uruguay. Allí, con un increíble atardecer sobre el río Uruguay como telón de fondo, los integrantes de Manos Púrpura ascendieron por última vez al escenario móvil para compartir su orgullo, su alegría, pero también sus reclamos, su dolor y sus incertidumbres; su rechazo a contenidos de la LUC, al bullying y a la indiferencia.

Marcha de la Diversidad, en Paysandú, celebrada el domingo.

Marcha de la Diversidad, en Paysandú, celebrada el domingo.

Foto: Milton Cabrera

“Éste es el mes que elegimos para salir a la calle y mostrar lo diversos que somos, sin prejuicios. No nos confundamos: esto no significa que no andemos por la calle todos los días. Esto significa que hoy nos juntamos y nos unimos para salir a la calle todos juntos; para que todos nos vean, para que vos, que nos estás mirando y no sabés qué es lo que te pasa, sepas que no estás solo, sepas que no estás sola. No sos un bicho raro, somos distintos. Las diferencias no están mal. Las diferencias nos hacen únicos y únicas”, expresó Alejandra López, motivando los primeros aplausos y gritos de adhesión.

Uno tras otro, los demás fueron acercándose al micrófono para dejar su mensaje. Mensajes en contra de la exclusión, de la homofobia, de la obligatoriedad de quedarse en una casa en la que “no te aceptan”, donde fingir se traduce en violencia física y psicológica.

La proclama también se convirtió en denuncia. Una joven relató un episodio en el que una persona fue agredida en el baño de un centro educativo, cuyos responsables no tuvieron la capacidad de responder en forma eficiente. “Los baños son lugares de bullying y si no hacés nada, sos cómplice”, afirmó.

También denunciaron la persistencia de protocolos discriminativos para la donación de sangre; el rebrote de los discursos de odio, la apología de la violencia y la discriminación, vehiculizados y respaldados por grandes medios de comunicación.

Reclamaron por “una Intendencia más presente, más comprometida, más sensibilizada”; exigieron el cumplimiento, en todo el territorio nacional, de los contenidos de la Ley Integral para Personas Trans en cuestiones como el cambio de sexo registral, el acceso a becas y la inclusión laboral.

“Las personas trans somos unas de las primeras que se ven afectadas por los recortes presupuestales en el área de salud. Aún nuestros cuerpos siguen siendo vulnerados e invisibilizados”, denunció un joven trans.

Ratificaron su compromiso en defensa de los “derechos conquistados” y su rechazo a la LUC, que “agravia la libertad de expresión” y el derecho a salir a la calle a manifestarse, en tanto faculta a la Policía a actuar bajo presunción de “apariencia delictiva”, decidiendo por qué se detiene y se juzga a una persona. “Esa autonomía se traduce en abusos, en violaciones, en violencia y en muerte. Por eso decimos ¡no a la LUC!”, exclamó otra joven.

Por último, exhortaron a permanecer unidos y a mantener “un distanciamiento físico” para protegerse de la pandemia, pero a no caer en “el distanciamiento social” y perseverar en la búsqueda de la transformación social.

“Seguiremos en la calle, luchando. Porque este camino es posible y estamos trabajando en ello. ¡Viva la diversidad, la unión, el amor, la libertad, la lucha! ¡Juntos es posible! ¡Viva!”, arengó la última activista en hablar.

Ya era de noche. Quedaba algo de tiempo para más espectáculos artísticos, alegría y también lágrimas. Con el sol se fueron los colores, las banderas, los políticos y sus promesas. La rambla de Paysandú volvía lentamente a la calma. Era tiempo de volver a casa, de regresar cada uno a sus propias batallas.