En la plaza Casavalle un grupo de mujeres hace una ronda enorme para respetar las distancias. Una de ellas comienza a repartir unos retazos triangulares de color violeta y marcadores para escribir. “Feminismos de los barrios”, se lee en una tela. “Basta de impunidad”, en otra. “Sin mujeres no hay educación”, dicen las remeras de varias maestras presentes que escriben sus consignas antes de comenzar la recorrida por el barrio.

La movilización del colectivo Maestras Feministas es una de las tantas manifestaciones que fueron convocadas en distintos puntos de la ciudad por la Intersocial Feminista. A la convocatoria también se sumaron vecinas, expresas políticas, trabajadoras sexuales y legisladoras.

La pandemia obligó a los colectivos a buscar otras maneras de movilizarse, y la descentralización habilitó a que mujeres de distintos barrios tuvieran un espacio donde manifestar sus reclamos y reivindicaciones. “A veces el traslado al centro de Montevideo termina siendo una barrera más para muchas mujeres que quieren acercarse a la movilización. Nosotras creemos que el trabajo en territorio es una forma de acompañar procesos de crecimiento que van haciendo los distintos colectivos de mujeres. Acá en Casavalle, particularmente, hay compañeras que trabajan en este lugar, entonces esa red ya estaba tendida y el colectivo busca acercarse para aportar y acompañar un proceso que el propio barrio viene haciendo, que entre otras cosas es luchar contra la estigmatización”, dice Elia, una de las integrantes del colectivo.

Además, dice que “no movilizarse no era una posibilidad” y explica que se ingeniaron para encontrar formas de transformar la marcha en función de las condiciones que impone la emergencia sanitaria. “Nosotras previmos el cuidado de la salud, en lo que tiene que ver con el uso del tapaboca, el distanciamiento. Tenemos unos pañuelos de TNT cortados para poder mantener las distancias y tratar de que toda manifestación del campo popular esté acompañada del cuidado. Si algo sabemos las mujeres es de cuidado y de cuidarnos entre nosotras”, dice.

Elisa, que también integra el colectivo, agrega que “lo importante era tomar la calle, no abandonarla”.

La lucha contra la precarización de la vida

En varias filas y con cuerdas violetas de guía para respetar la distancia, la movilización comienza a andar por las calles de Casavalle. “Vecina feminista”, dice la tela que lleva una de las mujeres que caminan hacia la plaza Gruta de Lourdes. “Todas las mujeres en todos los lugares”, dice el cartel que agarran dos adolescentes. Los pañuelos, los tapabocas, las cuerdas, los carteles, los retazos de TNT tiñen de violeta las calles por las que transita la movilización.

Las vecinas del barrio Nuevo Capra también están presentes en la recorrida. Luego de una reunión, hace varias semanas, en la plaza Las Pioneras para analizar la posibilidad de hacer varias movidas en la ciudad, decidieron sumarse a esta con una bandera que dice “las caprenses empoderadas”. Nora, que sostiene la bandera, dice que hay muchas razones por las que movilizarse y habla en particular del impacto que tuvo la pandemia en la vida de las mujeres. “Muchas mujeres se quedaron sin trabajo, por lo tanto quedaron adentro de las casas, lo que implica otro riesgo, por la violencia que vivimos”, explica.

“Por una escuela feminista”, dice otro de los carteles. El colectivo Maestras Feministas plantea que uno de los pilares fundamentales a conquistar en las escuelas es la educación sexual integral. Elia explica que “no solamente favorece el crecimiento de las personas, construye respeto y habilita a los cuerpos a vivir en mayor libertad, sino que es una enorme forma de prevenir el abuso sexual infantil y la violencia basada en género”.

Además, plantean que la tarea docente está fuertemente feminizada y muchas deben combinar el trabajo asalariado con otras formas de cuidado. “La administración escolar no está pensada para un colectivo que es mayoritariamente de mujeres. Hay dificultades en lo que tiene que ver con el maternaje, la licencia por lactancia, la sala por maternidad, y eso es transversal en toda la educación”, agrega.

También se saben parte de las reivindicaciones principales de este 8M. “Tenemos que luchar contra la precarización de la vida. En este contexto de pandemia la precarización de la vida ha sido absolutamente cargada por los cuerpos de las mujeres. A nosotras eso se nos combinó con el teletrabajo, las dificultades de sostener la tarea educativa y acompañar a las mujeres que atraviesan dificultades y sostienen la vida de niños y niñas. La red de cuidados es una red de mujeres, y nosotras las maestras somos un eslabón más en esa red de cuidados”, agrega.

La movilización se mueve hacia su destino y se van uniendo grupos que estaban reunidos en otros puntos de la recorrida. A mitad del camino, una señora mayor, bastón en mano, mira pasar la marcha. Le ofrecen tres retazos de tela violeta. Los agarra y amaga a atarse una tira en la cabeza, pero no lo consigue. “¿Te ayudo?”, le preguntan rápidamente. En minutos la señora se suma a la recorrida y camina con su vincha violeta en la frente.

Al llegar a la plaza se arma otra ronda gigante. Se reparten papeles con la consigna y se arman pequeños grupos para leerla al mismo tiempo. “Este 8 de marzo estamos todas las mujeres en todas las calles. Porque sin mujeres no hay vida. Porque sin mujeres no hay cuidados. Porque sin mujeres no hay cultura. Porque sin mujeres no hay salud. Porque sin mujeres no hay educación. Las mujeres sostenemos lazos de solidaridad, luchas, resistencias. No nos callamos más. Nos queremos vivas, libres, sin pobreza y sin miedo. ¡Viva el 8 de marzo!”, se repite, y suenan los aplausos.

Un proceso

La Federación Uruguaya de Magisterio no paró sus actividades a nivel nacional, pero la filial montevideana definió un paro de 24 horas. Desde su nacimiento en 2018, el colectivo Maestras Feministas reclama la paralización de las actividades, en el entendido de que 95% de las trabajadoras de educación primaria son mujeres, y son la primera línea en la “recepción de las múltiples violencias y opresiones que sufren las mujeres”, dice Elia, y agrega: “Creo que las maestras tenemos mucho para aportar en la defensa de los derechos de las mujeres. La escuela recibe sistemáticamente situaciones de violencia basada en género y de mucha violencia hacia las infancias. Creemos que las maestras tenemos que asumir un rol de protección, cuidado y garantía de derechos”, apuntó.

Elisa agrega que la educación es uno de los ámbitos donde más se visualiza que si paran las mujeres para el mundo, y explica que muchas maestras vienen adhiriendo al Paro Internacional Feminista más allá de que lo que se decrete a nivel sindical. En esta oportunidad, Elisa reconoce como un logro que la filial de Montevideo haya decidido un paro. “Es un proceso. Así como hicimos un proceso para lograr parar en Montevideo, a nivel nacional será igual”, dijo.