Una marea violeta inundó el Espacio Feminista Las Pioneras en la tarde de este lunes, cuando centenares de mujeres se congregaron en uno de los puntos de encuentro convocados por la Intersocial Feminista para conmemorar el 8 de marzo. La convocatoria estaba prevista para las 17.00, pero el grueso de las asistentes llegó sobre las 18.00 y se distribuyó a lo largo y ancho del predio, en rondas o hileras orientadas al escenario, donde una hora más tarde se presentó la murga Perlita Cucú y la Intersocial Feminista leyó su proclama.

El violeta estaba en los labios, los párpados, los pañuelos, las prendas de ropa o las pulseras, y teñía el ambiente. También predominaba en los carteles que llevaban las mujeres, en los que se podían leer consignas como “La violencia machista es epidemia y no hay barbijo que nos proteja”, “feliz va a ser el día que no falte ninguna” y “las vulvas no piden permiso”.

A las reivindicaciones de todos los años se sumaron este año las vinculadas a la pandemia, no sólo por el impacto en el mundo laboral, que golpeó fuertemente al trabajo informal –una realidad que afecta especialmente a las mujeres–, sino también por el recrudecimiento de las tareas de cuidados en el ámbito doméstico, que siguen siendo una mochila que cargan sobre todo las mujeres.

Lilián Celiberti es maestra y coordinadora de Cotidiano Mujer, una de las organizaciones sociales que gestionan el Espacio Feminista Las Pioneras. En diálogo con la diaria, Celiberti destacó que la emergencia sanitaria afectó “de una forma muy particular a las mujeres porque quienes sostienen la vida cotidiana somos, en general, las mujeres”, que además se ven afectadas por “niveles de precarización muy grandes”: “Las que primero pierden su trabajo somos las mujeres, porque estamos más en el mercado informal. Entonces, es un círculo vicioso, y en los momentos de crisis el mayor sufrimiento es siempre para las mujeres”, afirmó Celiberti.

Pero, además, la consigna “quedate en casa”, que se promovió durante los primeros meses de la pandemia como forma de evitar la circulación para reducir los contagios de coronavirus, fue un arma de doble filo para las mujeres víctimas de violencia: “El lugar más peligroso para las mujeres es la casa, porque es en las relaciones interpersonales donde las mujeres sufrimos violencia, donde las niñas y los niños son abusados. Entonces, para nosotras el peligro no es el coronavirus, el peligro es el patriarcado de todos los días, que cuando no había coronavirus también nos mataba”, apuntó Celiberti. Por eso, señaló, era importante “salir a la calle y estar juntas” este 8M.

Celiberti destacó el rol de las mujeres que “sostuvieron la olla” a lo largo de la pandemia, en las ollas solidarias y en los merenderos que se propagaron en distintos barrios. “No es verdad que todo el mundo se quedó en la casa. Determinados sectores pudieron quedarse en su casa, pero también hubo mucha gente solidaria, mujeres y varones, que juntaron alimentos, que hicieron la olla todas las veces que pudieron, y eso merece ser reconocido, porque eso es sostener la vida frente a la precariedad, con una ausencia total del Estado”, señaló.

El domingo, una mujer de 43 años fue asesinada por su expareja, en la calle. Ocurrió en la localidad de Sauce, en Canelones. Se trata del cuarto femicidio en lo que va del año. “Esto nos muestra hasta qué punto tenemos que cambiar y derrotar al patriarcado, que no es una acción exclusivamente legal”, sostuvo Celiberti, y señaló que si bien una reivindicación del feminismo es que haya más recursos para el sistema judicial, “también necesitamos desmontar el patriarcado en nuestras casas, en nuestras camas, en nuestros trabajos, en todos los lugares”, porque “la expresión de la violencia es el último paso de las relaciones cotidianas que consideran a las mujeres como objetos”.

El elefante en la habitación

“Me violaron en 2010. No pude denunciar por miedo. Él lo hizo con otras, y sigue impune”, rezaba uno de los mensajes escritos en un lienzo que colgaron integrantes de Colectiva Elefante en uno de los rincones de Las Pioneras, con el objetivo de visibilizar el abuso sexual que sufren mujeres, niñas y niños a diario. El elefante violeta en el medio de la tela simbolizaba el tabú en torno al abuso sexual y el elefante en la habitación es aquello que la sociedad sabe que existe pero se niega a ver. “Animate a escribir, ¿qué no callás más?”, invitaba la propuesta.

La respuesta era lenta; muchas curiosas se acercaban a leer los mensajes, pero pocas escribían. Y “era lo esperable”, tal como señalaron integrantes del colectivo, aunque destacaron que cada vez más mujeres se animan a relatar los abusos que vivieron. “A nuestro colectivo se ha acercado mucha gente a hablar, porque saben que nosotras las vamos a entender y no las vamos a juzgar. La idea es poner el tema en la sociedad y que se pueda hablar del abuso, de quién es el culpable, de la poca respuesta que se tiene del Estado y de la Policía también cuando vas a denunciar”, dijo a la diaria Stefani Fiori, integrante de Colectiva Elefante.

Actividad por el 8M en la plaza Las Pioneras.

Actividad por el 8M en la plaza Las Pioneras.

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No sólo mujeres se animaron a expresarse en el lienzo. Guillermo, de 11 años, plasmó su mensaje en marcador violeta: “No me das miedo, me das lástima. Y deje de satisfacerse traumando”, escribió. “Ese, por ejemplo, lo escribió una señora mayor”, dijo Fiori, y señaló una escritura que estaba un poco más arriba: “¡La culpa a los culpables! Él me lo hizo, yo fui la víctima en mi infancia, de mi padre, ¡No me callo más!”. Fiori apuntó que el abuso intrafamiliar “pasa muchísimo” y “muchas veces la gente se calla o la propia familia lo oculta”.

Por otra parte, Fiori se refirió a las dificultades asociadas a las denuncias. “Ya decirlo es muy difícil, pero es importante que sea en un lugar cuidado, con gente que te entiende y no te juzga. Porque si vos hablás y te juzgan o te intentan hacer creer que es tu culpa, es muy difícil que la víctima pueda volver a hablar y a confiar”, señaló la activista.

Hasta que aparezca Amparo

Un grupo de mujeres y varones llevaba una remera con la imagen de Amparo Fernández, una mujer de 36 años oriunda de Paysandú que fue asesinada en Sarandí Grande, Florida, en junio de 2019. La remera rezaba “Hasta que aparezca Amparo”, y la lucían trabajadoras y trabajadores de la Federación de Funcionarios de la Salud Pública que pertenecen a la comisión interna del Hospital Piñeyro del Campo, que si bien no la conocían personalmente, habían interactuado con ella porque también integraba la federación.

“Venimos porque queremos decir ‘basta ya, ni una menos’. Que no hayan más Amparos”, dijo una de las trabajadoras a la diaria, y recordó que hasta ahora no ha aparecido su cuerpo, dado que el femicida, que está privado de libertad, no ha aportado datos verídicos de su paradero. “Sigue desaparecida, con todo lo que eso conlleva para su familia y, sobre todo, para sus tres hijitos chicos. Hasta que no aparezca vamos a seguir, y les pedimos a todos que no bajen los brazos, que Amparo aparezca”, agregó.

Nuestra vida es revolución

Pasadas las 19.00, la murga feminista Perlita Cucú se subió al escenario para musicalizar la antesala de la lectura de la proclama de este año, para dejar en claro que la lucha feminista no está exenta de celebración y alegría. “Feministas para la calle, somos pulso, fuerza y canción. / Si paramos se para el mundo, / nuestra vida es revolución”, rezaba el estribillo, que replicaron cientos de voces de mujeres e hicieron retumbar en las paredes del espacio feminista.

Luego de la presentación artística, que terminó con abrazos y baile, representantes de la Intersocial Feminista leyeron la proclama. “Porque no nos callamos más las desigualdades con las que vivimos día a día, y de ninguna manera permitiremos que la pandemia sirva de escudo para invisibilizarlas, mantenerlas y reafirmarlas”, señala el documento, en el que se destaca que en las “circunstancias tan excepcionales” que se vivieron en 2020 muchas mujeres “debimos quedarnos en nuestras casas aunque esta no representara un lugar seguro”.

“En medio de una pandemia mundial sin precedentes, asistimos a una reformulación y ajuste del Estado que orienta su acción, a partir de un Presupuesto nacional reduciendo la matriz social de protección en momentos de emergencia sanitaria, alimentaria, social y económica”, cuestiona la Intersocial Feminista, y advierte que “aún hoy no se vislumbran perspectivas de reactivación en vastos sectores de la economía en los que participamos mayoritariamente”.

La Intersocial Feminista criticó la “indiferencia e impunidad” del Estado ante las expresiones de violencia de género más extremas, como las redes de trata y explotación sexual y los femicidios, que “se materializa en la escasa asignación de recursos a servicios especializados que aborden esta emergencia de violencia de género, y en el intento de desarticulación de la Ley Integral de Violencia Basada en Género contra las mujeres, propuesta por la Suprema Corte de Justicia, en su intento de derogación de los Juzgados Multimateria”.

También hizo mención a la muerte de una adolescente de 14 años en nuestro país, a fines del año pasado, por una septicemia tras una interrupción voluntaria del embarazo en el marco de la ley vigente, la cual “visibiliza de forma muy lamentable la inadecuación de cualquier marco normativo cuando no existe un compromiso social y político real con las leyes que nos rigen”.

“Un nuevo 8 de Marzo nos encuentra movilizadas, en múltiples manifestaciones virtuales y presenciales, seguras y cuidadas, en nuestros barrios y pueblos, pero articuladas más allá de fronteras. Porque las mujeres sabemos de alianzas: nos reconocemos, apoyamos y cuidamos. Porque somos resistencia y transformamos la vida allí donde nos encontramos. De eso habla nuestra historia, este presente y hablará nuestro futuro”, finaliza la proclama.