A lo largo de la pandemia de covid-19 cada vez han sido más las encuestadas por la Usina de Percepción Ciudadana que afirman que la situación de emergencia sanitaria afecta más a las mujeres. Así, mientras en junio de 2020 43% de las encuestadas declaraban estar de acuerdo con que las mujeres son las más afectadas, esa proporción alcanzó 66% en marzo de 2021. La percepción de los varones se mantuvo relativamente estable durante el mismo período, con una proporción siempre menor al 40% que declara estar de acuerdo con esa afirmación.

Pero ¿cómo es posible que las mujeres se sientan más afectadas si el virus no discrimina por género? De hecho, los resultados del “Informe epidemiológico covid-19” del Ministerio de Salud Pública actualizado al 21 de marzo de 2021 muestran que los varones (48% del total de la población) están sobrerrepresentados en la población hospitalizada en cuidados intensivos por covid-19 (60%) y, en menor medida, en el total de personas fallecidas a causa de este virus (53%).

Esta aparente inconsistencia se empieza a desentrañar cuando la pandemia se aborda más allá de una perspectiva sanitaria y se analiza de forma multidimensional, considerando sus consecuencias socioeconómicas, materiales e inmateriales. Cerrando el mes de la mujer, una mirada con lentes de género a los relevamientos de opinión de la Usina de Percepción Ciudadana, iniciativa del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la diaria datos, puede ayudar a comprender la interacción de la pandemia con los condicionantes patriarcales que afectan distintas esferas de la vida de varones y mujeres, desde la salud a la división sexual del trabajo (remunerado y no remunerado) y los imaginarios de futuro.

Las mujeres tienen mayor percepción del riesgo y se cuidan más

A lo largo de toda la pandemia, comparadas con los encuestados varones, las mujeres del panel tuvieron una mayor percepción del riesgo potencial presentado por la covid-19.

Foto del artículo 'Una mirada a la pandemia con lentes de género'

Consultados acerca de si tenían preocupación por la enfermedad y su impacto en familiares cercanos, la mayoría de los encuestados de ambos sexos contestaron positivamente. Sin embargo, las mujeres siempre declararon una mayor preocupación, aunque la diferencia con los encuestados varones disminuyó de casi 20 puntos porcentuales al inicio de la pandemia a menos de diez puntos porcentuales en noviembre de 2020, cuando los casos de infectados por covid-19 habían empezado a dispararse en el país.

Esta mayor preocupación por parte de las mujeres se tradujo también en diferentes comportamientos asociados a la prevención del contagio. A lo largo de 2020 las mujeres declararon usar tapabocas para salir a la calle e incorporar el distanciamiento físico en mayor medida que los encuestados varones. Además, en febrero de 2021, 64% de las encuestadas acordaban que el uso universal de tapabocas es una medida muy eficaz y 74% declaraba estar muy de acuerdo con la obligación de llevar tapabocas en espacios públicos cerrados, frente a 47% y 65%, respectivamente, de los varones del panel.

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Los datos de Uruguay coinciden con los resultados de una encuesta publicada por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos aplicada en abril de 2020 a personas de ocho países desarrollados. Los investigadores buscaban encontrar explicaciones para la diferencia que ya se vislumbraba a nivel internacional en los niveles de incidencia grave y fallecimiento por covid-19 entre varones y mujeres. En todos los países que participaron de la encuesta se constataron brechas de género en la aplicación del distanciamiento físico, el uso de máscara y el cubrimiento de la tos con la parte interna del codo. Sistemáticamente los varones cumplían menos con las prescripciones de salud pública de sus países que sus conciudadanas mujeres, exponiéndose más a la contracción del virus.

Estos resultados, a su vez, se asocian con estudios previos que muestran que las mujeres tienen mayor aversión al riesgo que los varones en distintos ámbitos, y que los varones están condicionados por una construcción de la masculinidad asociada a la figura del macho que es más displicente al riesgo y sus consecuencias. Por tanto, hay determinantes de la salud y la percepción del riesgo vinculados al género que conllevan a actitudes diferenciadas entre varones y mujeres, siendo más riesgosas las de los varones.

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Llegar a fin de mes: más difícil para las mujeres

La pandemia trajo nuevas formas de trabajar para todos e impactó en las diferencias preexistentes entre varones y mujeres en el mercado laboral.

Si bien el teletrabajo nunca fue la modalidad más utilizada entre las personas encuestadas, el porcentaje de personas que teletrabajan fue en aumento a lo largo de la pandemia. Al inicio, sólo aproximadamente 10% de los encuestados declaraban que siempre habían teletrabajado, mientras que en marzo de 2021 las personas de ambos sexos que siempre teletrabajan alcanzó 15%.

La segregación por sexo es clara respecto de la cantidad de horas semanales trabajadas. Entre abril y diciembre de 2020, los varones encuestados por la Usina declararon estar empleados “40 o más horas”, 20 puntos porcentuales por encima de las mujeres. Estos datos coinciden con las tasas de empleo del Instituto Nacional de Estadística (INE) por sexo.

Como es previsible, las desigualdades en el mercado de trabajo están asociadas a diferencias de ingresos. Así, mientras en febrero de 2021 26% de los varones declaró que sus ingresos mensuales “les alcanzaron para los gastos necesarios de cada mes y hasta pudieron ahorrar algo”, solo 14% de las mujeres pudo afirmar esto. Como contracara, 18% de las encuestadas declaró que “no les alcanzó para cubrir gastos necesarios ningún mes”, frente a 9% de los varones. La mayor parte de los entrevistados respondió que el ingreso del mes “les alcanzó para los gastos necesarios de cada mes, pero no pudieron ahorrar nada” o que “no les alcanzó para cubrir gastos necesarios durante algunos meses”.

Estos resultados ayudan a entender por qué, si bien la mayoría de los encuestados apoya la aplicación de una renta básica transitoria, siempre han sido más las mujeres que apoyan la aplicación de una medida de este tipo.

Trabajo no remunerado: las mujeres dedicaron 3,5 horas diarias más que los varones durante la pandemia

Trabajo no remunerado

Los relevamientos de opinión de la Usina constatan lo que otros estudios han dicho sobre la desigual distribución del trabajo no remunerado y su evolución durante la pandemia. Así, a lo largo de todas las consultas, siempre han sido más los varones que declaran dedicar menos de dos horas diarias a tareas de cuidados y tareas del hogar, mientras que son más las mujeres que reportan una dedicación superior a dos horas.

La Encuesta sobre Niñez, Género y Uso del Tiempo encomendada por ONU Mujeres y Unicef muestra que las horas destinadas al trabajo no remunerado se incrementaron notoriamente durante la pandemia para ambos sexos, debido a las crecientes demandas de cuidados originadas, especialmente, por el cierre de escuelas y liceos y las mayores demandas de adultos mayores. La brecha relativa de trabajo no remunerado entre varones y mujeres se mantuvo estable, siendo la carga promedio de las mujeres 76% superior a la de los varones. Sin embargo, en términos absolutos esto implica que la pandemia amplió la brecha de género en horas promedio diarias de trabajo no remunerado de 3,0 a 3,5 horas.

Estos datos explican las percepciones diferenciales respecto del teletrabajo durante la pandemia, constatadas por la Usina. Así, consultados acerca de cómo se sienten haciendo teletrabajo, el panel presenta importantes variaciones a lo largo del tiempo. Sin embargo, la diferencia por sexo que se mantiene estable en el período observado es entre quienes se sienten “más productivos” teletrabajando: la proporción de varones es cerca del doble que la de mujeres. Esto puede estar asociado a las dificultades que enfrentan las mujeres para compatibilizar el teletrabajo con las crecientes demandas de cuidados y la insuficiente redistribución de cuidados con los varones del hogar.

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Además, tal como lo plantea el estudio de ONU Mujeres y Unicef, la interacción entre la creciente demanda de cuidados ocasionada por la pandemia, la desigual distribución del trabajo no remunerado entre varones y mujeres y la brecha salarial de género en el mercado de trabajo también puede estar afectando desproporcionadamente los niveles de empleo de las mujeres fuera del hogar. Así, una hipótesis es que, en los hogares donde se debió reducir la carga de trabajo remunerado para hacer frente a nuevas demandas de cuidados, se haya privilegiado preservar el trabajo de los varones, de acuerdo con la división sexual del trabajo existente y al mayor ingreso que generalmente ellos reciben. De ser así, esto estaría agravando la ya reportada insuficiencia de ingresos por parte de las mujeres del panel y lesionaría aún más su autonomía económica.

El futuro: mayor pesimismo entre las mujeres

La desigual forma en que la pandemia ha afectado a varones y mujeres no sólo impacta en sus percepciones acerca de quiénes son los más afectados por la pandemia en la actualidad, sino también en sus imaginarios sobre los futuros posibles.

Consultados acerca de cómo consideran que será su situación económica personal y familiar el próximo año, la mayoría de los encuestados de ambos sexos considera que será igual o peor. Sin embargo, mientras que 20% de los varones estimó que sería mejor, sólo 14% de las mujeres coincidió con este pronóstico.

Saliendo de la percepción personal y familiar, los encuestados tienen una percepción aún más pesimista acerca de cómo será la situación económica del país el próximo año, y las mujeres son quienes pronostican peores escenarios. En tanto 53% de los varones dice que la situación económica del país el próximo año será peor, este porcentaje aumenta a 63% en las mujeres.

Es posible que el impacto desigual de la pandemia tenga impactos más amplios en los imaginarios de los uruguayos y las uruguayas. Consultados acerca de cómo creen que vivirán las personas en 2045 en comparación con su situación actual, 38% de los varones afirmaron que el futuro será mejor, mientras que sólo 24% de las mujeres declararon esto.

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Dar forma a la realidad y el futuro

Los resultados de la Usina de Percepción Ciudadana muestran que los condicionantes patriarcales implican un impacto desigual de la pandemia entre varones y mujeres, en distintas esferas de la vida. La menor aversión al riesgo expone a los varones (y sus entornos cercanos) a una mayor exposición al virus que causa la enfermedad de la covid-19. La brecha de género existente en el mercado de trabajo, así como en la desigual distribución de cuidados, afecta especialmente a las mujeres en el contexto de pandemia, debido a que previamente ya tenían menores niveles de ocupación, percibían menos ingresos en comparación con sus pares del sexo masculino y se hacían cargo de 75% más del trabajo no remunerado que los varones. El impacto desigual de hoy configura además distintos escenarios de futuro personales y colectivos, de corto y largo plazo, que evidencian el impacto simbólico de la vulnerabilidad que atraviesan muchas mujeres actualmente.

Pero incluso en este escenario de crisis, se abren ventanas de oportunidad. Un informe del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo (Ciedur) encomendado por ONU Mujeres mostraba, por ejemplo, que, a diferencia de otros países de América Latina, las ocupaciones actuales de las uruguayas las posicionaban en mejor lugar que los varones para transicionar hacia un escenario con mayor presencia del teletrabajo. Esto podría ser aprovechado como una oportunidad para equilibrar los niveles de ocupación en el mercado de trabajo y en la carga del trabajo no remunerado entre varones y mujeres en el escenario pospandemia.

Además de esta línea asociada al teletrabajo, existen variadas opciones de política pública para reconstruir mejor después de la pandemia, que podrían ser aplicadas como un paquete integral. Estas van desde expandir la cobertura de la protección social para abordar la situación de las mujeres en su diversidad, garantizarles el acceso a servicios financieros, contemplar estrategias de reconversión laboral e invertir en la economía del cuidado, visibilizando sus efectos multiplicadores en toda la sociedad.

En esta línea, el informe afirmaba: “Las desigualdades que estructuran nuestras sociedades pueden ampliarse, mantenerse o disminuir en este contexto dependiendo de las decisiones de política pública que se tomen para hacer frente a la crisis sanitaria y económica”. Efectivamente, la pandemia y la forma en que ha evidenciado múltiples desigualdades de género deberían ser tomadas para promover cambios en la dirección hacia un futuro con mayor igualdad entre varones y mujeres, uno que todos y todas deseen alcanzar.