Uruguay es la democracia plena más avanzada de América Latina y el Caribe y una de las 15 más destacadas del mundo, según la última edición del Índice de Democracia de la Unidad de Inteligencia de The Economist, publicada en febrero. El ranking es elaborado en base al análisis de cinco categorías concretas: proceso electoral y pluralismo, funcionamiento del gobierno, participación política, cultura política y libertades civiles.

Paradójicamente, Uruguay también se mantiene como uno de los países de la región con menor participación de mujeres en los distintos espacios de representación política. El hecho de que una mujer haya sido electa vicepresidenta por primera vez en 2019 marcó un hito importante en ese sentido, pero en términos generales no movió la aguja.

Los números relevados en el informe El lugar de las mujeres uruguayas en los cargos de decisión, publicado en marzo por ONU Mujeres y el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), son bastante representativos de esta escasa participación. En 1942, cuando ingresó la primera mujer al Parlamento uruguayo, la representación femenina en las dos cámaras era de 3,1%. En las elecciones de 2019 –es decir, casi ocho décadas después–, ese porcentaje aumentó apenas a 20,9%. Y es el más alto de la historia. La implementación del sistema de cuotas, que rigió por primera vez en las elecciones de 2014, no logró equilibrar la balanza.

La tendencia es parecida en el Poder Ejecutivo: en el primer período posdictadura (1985-1990) había sólo una ministra; hoy hay dos. El período en el que hubo mayor representación femenina fue entre 2015 y 2020, con cinco ministras, en un total de 13.

En este escenario, Inmujeres anunció la creación de un “programa de fortalecimiento para líderes políticas”, que pretende potenciar las habilidades y trayectorias de las mujeres no sólo para que sean más en los espacios políticos sino también para que tengan mayor incidencia en la toma de decisiones. “Quedó muy claro en el informe que la desigualdad en las oportunidades y en las posibilidades de acceso a los cargos de decisión no tiene corte ni político-partidario, ni de clase, ni de sector”, introdujo la directora del Inmujeres, Mónica Bottero, durante la presentación de la iniciativa, que se realizó en formato virtual. La respuesta institucional a estas brechas, agregó, es “la capacitación para dirigentes políticas de todos los partidos que estén interesadas en adquirir herramientas formales para hacer un espacio propio dentro de los partidos políticos”.

El programa contará con 78 horas de formación divididas en cinco módulos centrados en áreas como historia política, organización de la ley electoral, organización del Estado, comunicación y negociación, entre otros temas que están en proceso de definirse, según adelantó Bottero. También hará hincapié en estrategias para conseguir financiamiento, “que es el gran problema de las mujeres a la hora de construir una candidatura o una tendencia propia dentro de un partido”, dijo la jerarca a la diaria.

El proyecto estará dirigido por el Inmujeres y contará con un equipo técnico de docentes –para el que se abrirá un concurso– y con una secretaría administrativa. Además, habrá un grupo asesor que estará integrado por mujeres líderes en distintos ámbitos, incluidas exdirectoras del Inmujeres, representantes de la Red de Mujeres Políticas, integrantes de la Bancada Bicameral Femenina y académicas.

Entre los objetivos más específicos del programa, el instituto buscará “capacitar a mujeres de todo el país en áreas estratégicas que potencien sus conocimientos, y facilitar la construcción y consolidación de redes de mujeres políticas inter e intrapartidarias en todo el territorio nacional”. Por eso, entre otras cosas, pondrá un énfasis especial en el interior del país. La idea es “contribuir al cambio en la cultura organizacional en los partidos y organizaciones políticas, con el fin de garantizar el ejercicio pleno de la democracia”.

Las líneas de trabajo incluirán, además de las instancias de formación, la realización de conferencias abiertas y una “incubadora de redes locales en el interior”.

El programa está dirigido a mujeres que participen en la actividad política y “tengan interés en aumentar su incidencia, ejerciendo cargos de responsabilidad y toma de decisiones”, puntualizó Bottero. El primer grupo, que será una especie de experiencia piloto, estará integrado por 60 mujeres: un porcentaje será ocupado por mujeres sugeridas por los partidos y otro será para las que tengan actividad política y quieran participar. La condición para estas últimas es que ya hayan sido candidatas a algún cargo electivo.

Consultada por la diaria, Bottero explicó que la modalidad del programa será “semivirtual”. Esto quiere decir que se van a combinar los cursos virtuales con instancias presenciales, que serán semanales o quincenales. Los espacios físicos para estos encuentros surgirán de convenios que el instituto ya está gestionando con intendencias y organizaciones educativas. La idea es que el programa empiece a funcionar el año que viene.

Para la vicepresidenta de la República, Beatriz Argimón, se trata de “fortalecer aquellos liderazgos femeninos que por tener una lógica y una mirada diferente de ejercicio del poder no están siendo visibles en las estructuras” políticas. “No se trata ni de ideologías ni de partidos políticos”, aclaró Argimón durante la presentación, “sino de una mejor democracia”.