El colectivo Cotidiano Mujer, con el apoyo de la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana y la Embajada de Francia, llevó adelante una investigación acerca de la situación laboral de las mujeres periodistas y trabajadoras de los medios en Uruguay. El objetivo concreto era actualizar la información disponible sobre este tema e indagar sobre los efectos de la pandemia en distintos ámbitos.

La investigación, llevada adelante en noviembre de 2020 y presentada el lunes en el Día Mundial de la Libertad de Prensa, relevó la experiencia de 101 trabajadoras mediante una encuesta online que fue complementada con diez entrevistas en profundidad que permitieron contextualizar y matizar los hallazgos cuantitativos.

Se consultó acerca de las consecuencias de la pandemia en el acceso al empleo, las condiciones de trabajo, los cambios en el ejercicio de la profesión y las situaciones de violencia que muchas trabajadoras enfrentan o enfrentaron en sus contextos laborales.

El estudio hizo especial énfasis en llegar a las mujeres del interior del país, cuyas experiencias particulares suelen quedar invisibilizadas o desatendidas. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la amplia mayoría de encuestadas resultó ser residente en Montevideo (75%). A esta distribución territorial mayoritaria se suma otra variable preponderante: la ascendencia étnica “blanca” (90%): sólo 4% indicó tener ascendencia afro o negra.

La mitad de las encuestadas tiene entre 31 y 45 años; 20% son menores de 30 y 30% son mayores de 45. El nivel educativo alcanzado por 83% de las participantes es universitario o terciario superior. Además, 56% de las encuestadas recibió formación universitaria relacionada con la comunicación.

Respecto de la vida personal, una de las conclusiones que surgió es que las mujeres mantienen la tendencia a postergar la maternidad o a tener familias pequeñas: 78% de las trabajadoras tiene una hija o hijo o no tiene ninguno. De ese 78%, 53% no tiene ninguno.

La investigación plantea que “la actividad pública de las mujeres, entendida como aquella dirigida a incidir sobre la realidad, también desde la comunicación, tiene incidencia directa sobre la calidad de la democracia”. Sin embargo, “suele ser una zona de riesgo para las mujeres, ya que tomar la palabra en cualquier ámbito público conlleva exponerse a múltiples desigualdades y violencias, que mucho se padecen pero de las que poco se habla”.

Además, las mujeres periodistas y trabajadoras de los medios “no siempre ejercen su trabajo en condiciones óptimas de libertad e igualdad, ni alcanzan puestos de decisión, entre otros obstáculos”. Las desigualdades de género están entre las principales razones para que esto pase.

Cotidiano Mujer entiende que “la pandemia y sus consecuencias sobre las condiciones estructurales de trabajo han presentado una oportunidad única para impulsar nuevas conversaciones, visibilizando y combatiendo las desigualdades de género en los medios como en todos los espacios de poder y toma de decisiones”.

Situación laboral

La situación de las trabajadoras de los medios de comunicación encuestadas era relativamente estable en noviembre: 71% estaban empleadas, 55% con contratos fijos. Sin embargo, el relevamiento puso en evidencia la precarización de las condiciones de trabajo en el sector y su agravamiento durante la pandemia.

Entre quienes no estaban empleadas al momento de la encuesta, 21% declaró ser freelance, independiente o socia cooperativa, y sólo 8% indicó estar desempleada o en seguro de paro.

La mitad (50%) de las encuestadas señaló tener más de un empleo. De ese total, tres de cada diez tienen pluriempleo en el sector de los medios de comunicación. En tanto, cuatro de cada diez trabajadoras empleadas tienen un solo empleo en un medio de comunicación.

Entre quienes se encuentran empleadas, 31% trabaja en televisión abierta, 25% en radio, 25% en prensa y 13% en portales web. La mayoría de las mujeres que participaron en la encuesta ocupan “roles no visibles”: redacción de contenidos, producción y edición.

De las comunicadoras que tienen un rol de conducción o coconducción, 60% también desarrolla tareas de producción y 40%, además, edita. “Estos datos podrían indicar que buena parte de las mujeres que tienen un rol visible en los medios deben ser su propio respaldo técnico”, explica el estudio.

Respecto de las condiciones de trabajo, se evidencia que las trabajadoras tienen una alta dedicación horaria: casi 40% declaró tener un régimen laboral semanal que supera las 40 horas.

Las largas jornadas laborales están “condicionadas por el imprevisible devenir noticioso, sin adecuarse a los contratos firmados, ni a las necesidades familiares, ni a un aumento salarial proporcional”. Según plantea el estudio, esto “repercute en las trayectorias profesionales de las mujeres periodistas en varios sentidos”. Señala que las mujeres periodistas que maternan “condicionaron sus elecciones profesionales y sus oportunidades de crecimiento profesional en función del bienestar de sus hijas e hijos, aunque esto implicó renunciar a cierta estabilidad económica o a acceder a oportunidades de ascenso”.

Las comunicadoras más jóvenes expresaron “disconformidad con las ya bajas remuneraciones que reciben, sumado a las horas extra y los altos niveles de exigencia”.

Por otra parte, la pandemia generó o intensificó las situaciones de ansiedad y estrés: 70% de las trabajadoras empleadas señaló que su desempeño laboral y profesional estuvo afectado por la ansiedad y el estrés. Más de la mitad (56%) de este grupo lo atribuyó a la “gestión de múltiples tareas mientras trabaja”.

Consultadas acerca de medidas tomadas por los medios en los que trabajan para preservar su salud mental, 67% dijo que no se adoptó ninguna.

La percepción sobre la desigualdad de género aumentó considerablemente. “Cada vez más trabajadoras pueden nombrar e identificar las situaciones de desigualdad que viven por el hecho de ser mujeres”, explica el documento. La pandemia también intensificó las desigualdades: cuatro de cada diez encuestadas consideró que las desigualdades de género aumentaron tras la pandemia, de las cuales 66% indicó que se debió a motivos de “conciliación laboral familiar”.

El efecto de la pandemia

A raíz de la pandemia, varios medios privados tuvieron que cerrar, reducir sus plantillas de trabajadoras y trabajadores de manera temporal o permanente, y algunos tuvieron que revisar sus modelos de negocio.

“La reducción de personal temporal o definitiva que realizaron varios medios implicó, por un lado, una pérdida parcial o total de puestos de trabajo, salarios y derechos, y por otro lado, una sobrecarga de trabajo para quienes mantuvieron sus puestos pero debieron cubrir las tareas que antes desempeñaban otras y otros trabajadores, en un contexto donde la demanda informativa tendió a aumentar”, dice el estudio.

A pesar de la crisis asociada a la pandemia, tras la declaración de la emergencia sanitaria en el país, la situación laboral se mantuvo relativamente estable para la mayoría de las encuestadas, como se mencionó antes en esta nota. De todas formas, la investigación reveló que 50% de las trabajadoras freelance y 45% de las que estaban empleadas pasaron por un período de desempleo parcial, temporal o estuvieron en seguro de paro a raíz de la pandemia.

Según plantea la investigación, hubo casos en los que las trabajadoras “sacrificaron parte de sus derechos laborales para mantener su puesto laboral”.

La pandemia perjudicó especialmente a las trabajadoras freelance, “tanto en su acceso al trabajo como en sus condiciones de trabajo”: 60% indicó que se redujeron sus oportunidades de trabajo y 50% que se vieron perjudicadas por la cancelación de trabajos por encargo. En cuanto a las condiciones de trabajo, la mitad del total declaró haber sido afectada por la pérdida de beneficios y la falta de equipos para desarrollar trabajo remoto desde sus casas o en el territorio. La reducción de ingresos y la falta de equipo de trabajo adecuado también fueron mencionados por 50% de las trabajadoras empleadas.

Entre las trabajadoras empleadas, casi la cuarta parte manifestó que su acceso al empleo no se vio afectado por la pandemia. Sin embargo, 52% declaró que sus condiciones laborales empeoraron con un aumento de la jornada laboral.

También hubo cambios en los temas de cobertura: 38% de las participantes tanto empleadas como freelance plantearon que la pandemia implicó un cambio en los temas que solían cubrir.

La libertad de expresión y el acceso a la información pública se vieron igualmente afectados: 12% de las trabajadoras empleadas indicaron haber encontrado mayor restricción de la libertad de expresión y más dificultades en el acceso a la información pública.

Violencia digital

La violencia online está muy presente “en una profesión cada vez más atravesada por la digitalización de contenidos y la exposición pública a través de las redes sociales”, advierte el informe. Las mujeres periodistas se han convertido “en blanco de numerosos ataques”, como ya advirtió en 2018 un estudio impulsado por la International Women Media Foundation y basado en una encuesta realizada a periodistas de distintos países. Dos de cada tres encuestadas dijeron que habían sido amenazadas o acosadas en línea al menos una vez. Como consecuencia, 40% dijo que se autocensuraba y “evitaba informar sobre ciertas historias” que pudieran provocar agresiones hacia ellas y su trabajo. Este fenómeno llevó a que la relatora especial de la Organización de las Naciones Unidas sobre la Violencia contra la Mujer, Dubravka Šimonović, dedicara su informe anual de 2020 a “la erradicación de la violencia contra las periodistas”.

La coyuntura de pandemia puso en evidencia un recrudecimiento de todo tipo de violencias, incluso aquellas dirigidas a profesionales del periodismo y la violencia basada en género.

En la investigación realizada por Cotidiano Mujer, al menos 40% de las trabajadoras dijo haber vivido violencia online “algunas veces” durante su experiencia profesional, y 7% con frecuencia. Dentro de este 47%, tres de cada diez consideran que la violencia online aumentó tras la pandemia y seis de cada diez manifiestan que se mantuvo igual.

Tanto las trabajadoras empleadas como las freelance señalaron que tras la pandemia el ejercicio de su trabajo se vio afectado por dos tipos de hostigamiento: por parte de usuarias y usuarios de redes sociales (19%) y por parte de las personas con las que trabajan (17%).

Otras formas de violencia de género también están presentes y no todos los medios tienen mecanismos para abordarlas. En ese sentido, 25% de las mujeres planteó que en su trabajo “el clima no es receptivo a un planteo sobre situaciones de acoso”, mientras que 36% dijo que existe un clima adecuado para manejar una situación de ese tipo y 39% que no sabía si su medio era receptivo o no.

El machismo también opera para el acceso a las fuentes. Una de las trabajadoras entrevistadas, menor de 30 años, dijo que una de las mayores dificultades de las mujeres periodistas para cubrir temas de política es el acceso a las fuentes o informantes clave, que, como dice el estudio, es “uno de los recursos más valiosos de la profesión”.