Psicólogos, especialistas en salud sexual y activistas de organizaciones que trabajan para prevenir la violencia de género y generar masculinidades más igualitarias en distintos países de América Latina dialogaron con la diaria sobre el lugar en el que están hoy los varones en relación a los cambios y derechos que reclama el feminismo en el marco de las relaciones sexoafectivas.
¿Qué se permiten decir o escuchar? ¿Hay una autocrítica de sus prácticas sexuales? ¿Conectan con su deseo y con el de las mujeres? ¿Qué pasa cuando una mujer hetero cis decide que quiere cuidarse con el uso de preservativo en la relación sexual? ¿El tiempo dedicado a las tareas domésticas y al cuidado de las infancias se ha vuelto más equitativo? A partir de los cambios que viene impulsando el feminismo, algunas cuestiones como el ejercicio de la paternidad y el vínculo más sensible de los varones con sus hijas e hijos están siendo repensadas por las masculinidades. Pero en el caso de las relaciones sexoafectivas, la división de las tareas hogareñas, el uso del tiempo de las mujeres y las formas de vincularse desde el consentimiento o recrear una erótica que no siga los parámetros exclusivos de la penetración siguen siendo lugares cooptados por la lógica de dominación machista patriarcal.
En este escenario, especialistas de Argentina, Chile, Costa Rica y Uruguay consultados por la diaria aseguran que hay un predominio del consumo de la pornografía en vez de la educación sexual integral y reacciones defensivas que son sostenidas por las nulas políticas públicas feministas dirigidas hacia los varones.
Esta es una realidad que, según dijeron, se repite cotidianamente en sus países, y se encuentra en un proceso de cambio muy lento o casi detenido. Mientras, son pocos los que se repreguntan por otras formas de erotismo, cambios de roles y escuchas activas.
Uruguay
Desde Uruguay, la licenciada en Comunicación y educadora sexual Sabrina Martínez consideró que “el feminismo y las feministas incomodan a las masculinidades más hegemónicas, porque revelan las condiciones de opresión y las violencias que perpetúan en su relación con mujeres y disidencias sexogenéricas, en una cultura dominante androcéntrica”. “A la hora de poner en juego los reclamos o las quejas en una relación, nos cuesta mucho todavía seguir planteando la negociación, porque esto genera impactos en el modo en el cual somos reconocidas socialmente como buenas mujeres, dignas de tener el derecho a un buen vínculo”, precisó.
Martínez habló también sobre las lecturas que se hacen de la libertad sexual, en las que recaen ciertos estereotipos y violencias. “Algunos varones se abren a que les cuentes tus placeres, con la idea de que las feministas son más abiertas y más ‘gauchitas’, y esto tiene costos, con ciertas lecturas de la libertad sexual, donde representa una ganancia acceder a una mujer más libre en términos sexoafectivos, pero para un vínculo monogámico estable, con crianza de por medio, mejor no te acerques a la feminista; sólo para la ocasionalidad o algo clandestino”, ejemplificó.
El uso del preservativo representa un problema también en las relaciones casuales, “porque hemos naturalizado que hay que negociar el modo en el cual las personas nos cuidamos”. “Prevalece esta idea de que, si sos tan liberada o sexualmente abierta, deberías estar disponible para hacerlo todo, en términos de las narrativas pornográficas, donde los cuerpos y orificios tienen que estar siempre disponibles, tenés que tener siempre el deseo al palo”, apuntó, y dijo que es un problema que “enarbola a muchos varones y los vuelve muy violentos”.
Ante la pregunta sobre si las masculinidades uruguayas muestran interés respecto de qué cambios se pueden generar en las relaciones sexoafectivas o eróticas, Martínez aseguró que “están socializados desde una cultura muy desprovista de la educación sexual integral y muy vinculada a la pornografía, y eso hace que anden por la vida cogiendo mucho sin saber cómo, imposibilitados de conectar con su propia sensibilidad, sus propios sentimientos y los ajenos”. “Genera mucha intriga cómo afrontar otra cosa en el marco vincular porque les cuesta pensar la posibilidad de entender el goce en una perspectiva más diversa, creativa, y cuando los sacás del guion del coito o la penetración, se encuentran perdidos en un descampado”, añadió. Es decir, cuando un cuerpo femenino o disidente se posiciona como deseante, con voz sobre lo que quiere y lo que no, y propone reglas, acuerdos, rompe con los patrones o las expectativas que hay de elles, “el varón queda muy perdido y atemorizado”, dijo la educadora sexual.
Sin embargo, Martínez coincidió con otros especialistas de la región en que “es notoria y observable una clara tendencia a explorar una transformación de la identidad paterna de esos varones cis, en tanto ahora tiene un gran reconocimiento social cumplir con los cuidados y estar más presentes en la crianza”. Aun así, consideró que resulta “un fenómeno incipiente y emergente”, ya que se observan nuevos permisos en “lo íntimo” mientras que en lo público “las condiciones del ejercicio de la vida masculina hegemónica son aún más estrictas”.
Argentina
El psiquiatra argentino feminista Enrique Stola, experto en violencia de género y masculinidades, se mostró “muy pesimista frente a la posición de los varones en las relaciones sexoafectivas”.
El especialista apuntó que “hay maniobras en los medios de comunicación que visibilizan la violencia de género extrema y se habla bastante de que las mujeres son las que sostienen el hogar heterosexual, mientras que aportan entre siete horas diarias o más en tareas de cuidado”. En esa línea, se preguntó sobre qué sucede, por ejemplo, con el varón que se siente lejos de cometer un femicidio pero no reflexiona sobre su dinámica relacional, “donde domina el tiempo de la mujer”. “Porque si estas tareas de cuidado se repartieran 50 y 50, la mujer podría destinar ese tiempo a su propio proyecto de vida, pero ese expropiar el tiempo de la mujer va sosteniendo niveles de violencia de mayor intensidad, que modela todas las relaciones sociales”, explicó Stola.
Algunos informes recientes que hablan sobre la sexualidad de las y los adolescentes demuestran su insatisfacción en sus relaciones sexuales. Es el caso de uno realizado este año en España, que entre otras cosas reveló que a 90% de los encuestados de 13 a 19 años los educa la pornografía. “Todo termina en la eyaculación y en que todo lo que se le hace a la mujer siempre le va a producir placer”, reflexionó Stola.
Frente a la pregunta de por qué consumen pornografía, la respuesta de las adolescentes fue que querían saber qué se esperaba de ellas, es decir, “se responde al deseo masculino, sin tener conciencia de cuál es el propio”, compartió Stola. “Una minoría de varones son los que se repreguntan sobre sus roles o posibles cambios dentro de una relación sexoafectiva, porque no hay políticas feministas desde el Estado argentino que se dirijan hacia los varones, y hay políticas machistas que sostienen la dominación patriarcal”, sostuvo.
Andrés Arbit decidió apartarse del mundo publicitario hegemónico y crear talleres sobre masculinidades junto con la plataforma de Instgram Privilegiados, en la que se promueve “repensarnos como varones y desarmar lo aprendido”. Arbit coincidió con Stola en que a los varones les “cuesta poder ver los mandatos” que los “constituyen como sujetos de género y pensar esto como una construcción social”; “creemos que somos así desde lo individual y no nos vemos como algo colectivo”. En esa línea, dijo que en los talleres de varones “hay muchas respuestas a la defensiva, victimizándose” en cuestiones como “yo llevo a los pibes a la escuela o hago la comida”, ejemplificó el argentino como una muestra de la “falta de autocrítica y responsabilidad en la naturalización del dominio del uso del tiempo, que es algo estructural”.
Con la dificultad de abordar el tema y evitar caer en generalizaciones o simplificaciones, la editora de género de la agencia de noticias argentina Télam, Silvina Molina, consideró que “muchos varones están impactados, desubicados en tratar de encontrar dónde ubicarse ante los avances de derechos de mujeres”, y aclaró que habla particularmente de varones heterosexuales. “Después están los que tienen resistencias claras y militan en contra de estos derechos, sin entender que si nosotras alcanzamos derechos, más inclusión, más igualdad, estamos también beneficiando una mejor posición de los varones”, señaló.
De todas formas, dijo que hay varones que se juntan “para charlar, y se preguntan cómo ir al lado de las mujeres en el reclamo de sus derechos, cómo acompañamos y aprendemos, y cuáles son las maneras de reencontrarnos en las relaciones afectivas”.
“No se puede negociar nada si hay atisbos de violencia. Para negociar en una pareja hay que estar en igualdad de condiciones, y creo que a veces los varones tienen preconceptos, prejuicios y miedo a preguntar y se quedan en una posición de ignorancia, pero hay muchísimos lugares donde pueden repensarse, sacarse dudas y por supuesto charlar con las mujeres sobre estos cambios”, señaló Molina, “pero tienen que darse el espacio y no esperar que les demos todas las respuestas”.
Chile
Sebastián Berríos, que colabora en la Fundación Ilusión Viril de Chile, contó que no participaba en ningún activismo feminista hasta que nació su hija y sintió “el deseo de que ella pudiera desarrollarse plenamente como mujer”. “Esto me hizo conectarme más con mi lado sensible, por el que me cuestionaron, con casi nulos espacios para hablarlo”, compartió Berríos, quien dijo que los círculos familiares, laborales y cercanos “se encuentran repletos de diversos estigmas y estereotipos de cómo deben ser y hacerse las cosas”.
Durante la pandemia, Berríos perdió su empleo y se dedicó a la crianza y labores del hogar. Ante la falta de espacios para hablar sobre cómo se sentía, armó un grupo de Whatsapp con 15 padres para hablar sobre la paternidad y la crianza. Hoy ya son 250 miembros de diferentes países, “con colaboradores psicólogos y de la salud mental”.
Otro tema hablado fue la sexualidad y el erotismo y los cambios con el puerperio. “Hablar con pares ayuda mucho para buscar mecanismos de comunicación con la pareja, explorar otras aristas de la sexualidad, buscar alternativas como lencería, juguetes, cosas que el hombre es muy reacio a hablar porque tiene asociado el rol de macho alfa, el que siempre provee; y el que se salga de esa imagen parece sentirse menos hombre”, enfatizó el chileno.
Costa Rica
El psicólogo y educador Luis Calderón Retana, que trabaja en el Departamento de Salud y Ambiente de la Dirección de Vida Estudiantil del Ministerio de Educación Pública de Costa Rica, mencionó a la diaria algunas situaciones en las que los varones parecen mostrar algún cambio –se refirió, por ejemplo, al acoso callejero– pero sin compartir el deseo por la equidad de derechos.
Según el funcionario, los varones se encuentran reclamando espacios, buscan quitarse el peso de los mandatos sociales, la carga de asumir la responsabilidad económica del hogar o mostrarse siempre fuertes. Sin embargo, el motivo que los impulsa “no es buscar un cambio en función de mejorar la vida de las mujeres, sino que les interesa mejorar su vida sexual y las relaciones con sus hijas e hijos, además de plantear la crianza compartida”.
Desde su lugar en el Ministerio de Educación, Retana se encuentra tratando de posicionar en las instituciones escolares “la revisión personal de las masculinidades, la importancia de la igualdad, la lucha contra la violencia”, un proceso que consideró como “muy lento”.
Dijo que, desde el sistema educativo, se trabaja en crear talleres donde se traten estos temas desde preescolar. “Desde 2013, hay un programa de sexualidad para estudiantes de 13 a 16 años, y se incluyen temas sobre masculinidades, mientras que en primaria se trabaja con género y el empoderamiento”, describió sobre el trabajo realizado en escuelas del país.
El funcionario remarcó que el cambio de roles más claro y más fuerte “tiene que ver con el ejercicio de la paternidad”. En esa línea, consideró que, “si bien es cierto que lo de las ‘madres jefas de hogar’ se sigue manteniendo, aquellos varones que ejercen su paternidad responsable lo hacen desde una cercanía y un compromiso más sentido”.