Sólo 31% de las personas que trabajan en la industria de la tecnología en nuestro país son mujeres, según los datos relevados por la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información en su informe anual de 2019. El mismo documento asegura que esta brecha de género se mantiene desde hace varios años. La realidad de Uruguay se enmarca en un fenómeno mundial: de acuerdo con la Unesco, una de cada 20 niñas considera elegir una carrera en ciencia, tecnología, ingeniería, arte o matemática, y sólo 3% de las mujeres se matricula en carreras tecnológicas.
Tal como sucede en otros rubros, el problema no es la poca formación o la falta de capacidad de las mujeres, sino el menor acceso que tienen a las oportunidades laborales. Intentar revertir esa premisa fue uno de los objetivos que se marcó Florencia Iglesias hace diez años cuando fundó The Software Evolution (These), una empresa que se dedica al control de calidad, el desarrollo y la automatización de softwares, y que hoy se define como “inclusiva” y con perspectiva de género.
En un sector tan masculinizado, These promueve distintas medidas para contribuir a la igualdad de género y reducir brechas, como contemplar que al menos 50% de las personas que trabajan sean mujeres y pagar salarios equitativos. Además, hoy en día, cerca de 85% de los mandos medios de la empresa están ocupados por mujeres. Al mismo tiempo, la compañía lanzó un programa de capacitación para mujeres jefas de hogar y brinda a las trabajadoras y trabajadores un taller sobre género, con foco en las violencias machistas, entre otras políticas. la diaria conversó con Iglesias sobre estas estrategias y del panorama general de las mujeres en la industria de la tecnología.
¿Cómo es ser mujer –y, además, líder– en una industria tan masculinizada como la de la tecnología? ¿Te has enfrentado con obstáculos por tu género?
De todo tipo. En realidad, más que obstáculos, desigualdades. Para empezar, desigualdades salariales: ganar menos haciendo las mismas tareas que un hombre, haciendo más tareas o haciendo tareas de un cargo para el que no se me había nombrado. Cuando dije “esto no es lo que quiero” y formé These, también me encontré en situaciones como, por ejemplo, estar en una reunión donde no se me miraba, donde iba acompañada de un compañero varón y se le hacían las preguntas a él, independientemente de que él fuera de otra área o de que fuera mi especialidad. Las mujeres tenemos que demostrar todo el tiempo que sabemos, entonces al demostrar que sabía, cambiaba un poco la reunión, pero me enfrenté a muchas de esas situaciones.
La tecnología no sólo parece ser cosa de hombres sino que, en el imaginario social, está también esa idea de un Silicon Valley manejado por varones blancos, heterosexuales y millonarios. ¿Es así?
En el imaginario colectivo hay una idea bastante parecida de lo que viene siendo la industria, sí, pero se empieza a desandar y hacemos todo lo posible por desandarla. Nos juntamos mucho el colectivo Mujeres TI, que hablan de las problemáticas en la industria, se dan apoyos y mentorías entre ellas. Hay un montón de proyectos en los que hemos participado, como el Más Emprendedoras de Endeavor, que les da apoyo a emprendedoras, y demás. Se quiere, pero estamos lejos. Por eso, cuando se dice que tenemos que cambiar la forma en la que juegan nuestras hijas e hijos, nuestros mecanismos de crianza y demás, pienso que es verdad, pero también que tenemos que hacer cosas para el ahora.
¿Se puede decir que, de todas formas, ha habido avances?
Estamos mejor, pero nos tenemos que remitir a las pruebas, es decir, a cómo se sienten las mujeres en ambientes muy masculinizados. Siempre dicen “no hay mujeres en tecnología”, pero cuando se hizo el llamado al programa Jóvenes a Programar [de Plan Ceibal y el BID Lab] únicamente para mujeres hubo récord de inscripción y se formaron más de diez grupos. Pero ¿qué pasa con esas mujeres cuando van a ambientes muy masculinizados donde se las calla y no se las toma en cuenta? La mayoría se va. Es verdad que hay un nivel de deserción laboral más grande en mujeres que en hombres.
¿Considerás que These es una empresa feminista?
No sé si nos consideramos una empresa feminista porque no sé si existe la posibilidad de que una empresa sea feminista. Lo que sí puedo decir es que, más allá de que hacemos muchas cosas para promover la igualdad, también damos un abordaje con una perspectiva de género a ciertas problemáticas que nos atraviesan como sociedad, porque no somos ajenos a situaciones tanto de violencia como micromachismos, etcétera. Tratamos de trabajar mucho en no normalizar determinadas situaciones, generar un espíritu más crítico, tener el espacio para que se pueda intercambiar y de alguna manera ser un poco mejores y más tolerantes.
Somos una empresa muy femenina, porque sabemos que las últimas métricas en la industria dieron que hay 31% de participación de mujeres en empresas de tecnología y nosotros lo superamos ampliamente: a fines de 2021, teníamos 56% de mujeres. Hoy, ya contamos con dos proyectos más para incluir mujeres y hubo unos siete ingresos femeninos. Además, casi 85% de los mandos medios son mujeres y los salarios no sólo son equitativos, sino que me atrevería a decir que los sueldos mejor pagos de la empresa son de mujeres. Esto no es casual, hay una intención. Tiene que haber una intención porque es un rubro sumamente masculinizado y masculinizado en sus liderazgos, es difícil hacer carrera en tecnología y encontrarse con una jefa mujer.
Me parece que no es que no haya mujeres, sino que hay que salir a buscarlas, a reconvertirlas, a darles oportunidades, también a buscar espacios donde no se sientan discriminadas. Hemos participado en charlas con algunas instituciones para ser un modelo, para que se vea que se puede hacer una carrera en tecnología y que podemos dar las condiciones para que se dé una carrera en tecnología, que capaz que no es la primera opción. Tampoco fue mi primera opción, yo estudié otras carreras, llegué a la tecnología casi que por error, pero me quedé porque me gusta, porque me parece que una tiene mucho para aportar y hay muchas mujeres que tienen mucho para aportar.
Hice un pasaje por la Facultad de Ciencias, después me pasé al IPA, avancé hasta el tercer año, ya trabajaba en una empresa de tecnología y ahí me salió la oportunidad de viajar al exterior a aplicar un estándar internacional súper interesante. Dejé la carrera, me fui de viaje, gracias a este trabajo tuve la posibilidad de conocer a un montón de otras organizaciones y empresas que tienen políticas de género y me pareció que se podía aplicar en tecnología. Mi pasaje ha sido sin ser consciente de eso y ahora trato de concientizar a otras mujeres sobre determinadas instancias, llamar a no normalizar cosas que nos incomodan, y de entender que hay ciertos pilares que pueden ser los de un negocio. Cuando llegó la oportunidad de fundar esta empresa, lo hice sobre un pilar importante de dar oportunidades a la gente. Hay que generar oportunidades y las puertas a las mujeres se las tienen que abrir mujeres. No fue así en mi caso y por eso quiero que sea distinto.
¿Qué otras políticas inclusivas y con perspectiva de género promueve la empresa?
Tenemos políticas de contratación para personas de más de 50 años, que se ven a sí mismas obsoletas y eso no puede pasar, porque la experiencia tiene que poder brindarle un plus a este negocio. Después, tenemos una política de formación de primer empleo y un programa de capacitación para mujeres jefas de hogar, que consiste en cursos online gratuitos con el objetivo de formar personas para el sector e incorporarlas. Ahora estamos muy centrados en ver si es posible dar oportunidades en el interior y en pocos meses estaremos abriendo una oficina en Río Branco. Estudiamos la realidad y vimos que ahí hay muchísimos egresados universitarios que no están trabajando y que podrían perfectamente reconvertirse. Además, buscamos visibilizar que ahí puede haber una empresa de tecnología y que las personas piensen por lo menos en dedicarse a esto sin tener el desarraigo de tener que venir a la ciudad.
O sea que es una empresa inclusiva en varios sentidos, no sólo en materia de género.
Sumamente inclusiva. Tenemos políticas para la inclusión de migrantes, tenemos proyectos en el interior, también somos sumamente inclusivos con las disidencias sexuales. Hace unos años, preguntamos qué sería un buen regalo del Día de la Mujer y nos contestaron que un taller sobre violencia de género, porque muchas estaban cansadas de estar haciendo frente a situaciones de violencia y a veces sentían que eran incomprendidas por sus compañeros varones. Entonces, nos pusimos en contacto con redes feministas y llegamos a María Scaniello, de MSN Consultores, que dio ese taller en el marco del mes de la mujer. Luego seguimos trabajando con ella, haciendo intervenciones, y hoy queremos que, a partir de finales de este año, parte del proceso de inducción de una persona en la empresa, el onboarding, tenga como obligatorio el taller de género, un taller que intenta detectar violencias machistas o micromachismos en el ámbito para poder modificarlos.
Mencionabas la capacitación para mujeres jefas de hogar. ¿Por qué el foco en esta población?
Este es un rubro muy flexible, abierto a la posibilidad de trabajo remoto desde el hogar, y sabemos que las jefas de hogar muchas veces tienen hijos que mantener o son pilares allí, entonces nos pareció que era una buena oportunidad. Al mismo tiempo, en paralelo, sabemos que las mujeres que trabajan acá viven determinadas situaciones de violencia o se encuentran en una lucha por la igualdad también en sus hogares, entonces tenemos algo muy inclusivo en ese sentido, de mucha tolerancia a si pasa algo en casa, si necesitan el día por cualquier situación, para cuidar a los hijos, para cuidar de los padres, porque generalmente se asume que el cuidado tiene que estar a cargo de una mujer. Como no somos ajenos a eso, nos pareció que era una linda forma de dar oportunidades y que se genere un ida y vuelta, por el que, además de la oportunidad, se genera algo de fidelización y de saber que todos tiramos para el mismo lado.
¿En qué consistieron esas capacitaciones?
Fueron online. Hicimos un llamado por redes sociales para llenar unos formularios, las citamos a una reunión y evaluamos que tuvieran posibilidades de realizar el curso. Hicimos uno de introducción al testing, que son unas diez clases virtuales y en el que se enseñaban tareas para ir validando los conocimientos. Generamos una comisión que llevó adelante la capacitación y, de las ocho que terminaron el curso, estamos realizando dos procesos de contrataciones, así que fue muy exitoso.
¿Se puede hablar de una “tecnología feminista”?
Se puede hablar de una tecnología con perspectiva de género. No me gusta caer siempre en la violencia, pero creo que un “software feminista” sería utilizar la tecnología para poder avisar que estamos en una situación de vulnerabilidad, la que nos permite de alguna manera dar a conocer situaciones, vincularnos con otras personas que viven las mismas cosas. La tecnología que tiende redes y que da información, porque la información es lo que libera y también empodera. Pero, dentro de la libertad, también está la libertad económica de las mujeres que se ven en estas situaciones, por eso es tan importante que nos centremos en generar oportunidades laborales.
Según la Unesco, una de cada 20 niñas en el mundo considera elegir una carrera en ciencia, tecnología, ingeniería, arte o matemática. ¿Qué mensaje les darías a quienes hoy tienen interés en dedicarse a la tecnología?
Tenemos que trabajar más para llegar a las escuelas, a los centros de formación, a la niñez en general, porque es verdad que, si no jugamos desde niñas con determinadas cosas, es un rubro totalmente desconocido. Como empresas privadas, tenemos que dar charlas, mostrar lo que hacemos, abrir nuestras puertas, darnos a conocer, pero no solamente para las niñas sino también para las mujeres adultas, que sepan que These es un buen lugar para trabajar, que estamos haciendo todo por crecer, por generar más puestos de trabajo, por generar igualdad. Nos estamos abriendo a distintos mercados y estamos contratando a mujeres en espacios donde se pueden desarrollar plenamente.