Todas las personas que menstrúan van a dejar de menstruar. Más tarde o más temprano, es algo natural e inevitable. Esa etapa de la biografía reproductiva se conoce popularmente como menopausia. Pero la menopausia es sólo un día de la vida: el de la última menstruación. En realidad, forma parte de un proceso más amplio que se llama climaterio, un período que dura entre diez y 15 años, y que implica el antes, el durante y el después de que cae esa última gota de sangre.

Si bien en los últimos años, gracias a la lucha de los feminismos, se empezaron a romper algunos tabúes –incluido el de la menstruación–, poco se habla de lo que sucede en el ingreso al climaterio, una etapa que hoy en día abarca nada menos que un tercio de la vida. Como resultado de esta invisibilidad, miles de mujeres y personas con útero llegan a ese momento sin información sobre cuáles son los síntomas, cómo impactan en la vida cotidiana y, sobre todo, qué atención requieren. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud, 70% comienza el proceso sin información suficiente para decidir cómo abordarlo.

Ese fue el caso de la periodista brasileña Miriam De Paoli, que hace cinco años, a los 47, se encontró con una versión de ella misma que “desconocía” y no entendía por qué. “Empecé a tener cambios de humor, cansancio, fatiga y olvidos que me hicieron creer que estaba desarrollando demencia. Empecé un periplo entre médicos para entender qué me estaba pasando, hasta que después de casi un año de idas y venidas, tuve un diagnóstico de perimenopausia”, contó De Paoli a la diaria. Fue la primera vez que escuchó la palabra. “Lo primero que se me pasó por la cabeza fue que era una enfermedad de la menopausia. Cuando empiezo a googlear, me doy cuenta de que implica un tercio de mi vida y yo no tenía idea. Nunca nadie me había hablado del fin de mi biografía menstrual y me asustó profundamente, porque me sentí muy sola, muy abandonada y muy desprovista de información para poder decidir”, relató la periodista, y agregó que “es una etapa natural, llena de cambios y, de la mano de la desinformación, pone tu vida patas para arriba”.

La situación la marcó y decidió hacer algo al respecto. “Se me prendió la lamparita y pensé: hay un tema que nos cruza a todas, del cual nadie habla, que tiene un altísimo impacto y que estaría bueno poder atravesar un poquito más acompañada”, relató. Así fue que se alió con su colega argentina Milagros Kirpach, que hoy tiene 28 años, y decidieron crear la organización No Pausa. “La génesis de No Pausa fue encontrar también que en el universo web hay información muy médica, técnica, dura, o muy vinculada a las experiencias personales. Entonces, pensamos: ‘somos periodistas, hagamos algo’”, recordó Kirpach en diálogo con la diaria.

En la actualidad, No Pausa tiene tres ejes principales de trabajo y acción: la red informativa multiplataforma, para combatir la desinformación respecto del tema; una comunidad de más de 70.000 personas en la que se comparten experiencias y se buscan soluciones colectivas; y una línea que incluye programas sociales, capacitaciones y consultorías. Además, la organización lleva adelante investigaciones para aportar datos sobre el climaterio y la menopausia, y tiene una versión start-up, que ofrece productos y servicios.

Una encuesta realizada por No Pausa el año pasado a 35.800 personas de Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Uruguay reveló que 77% no sabía que la palabra “menopausia” refiere a un día de la vida, y casi 40% desconocía qué era el climaterio. Los datos ratifican que todavía queda camino por recorrer.

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El climaterio es el período de transición en la vida de las personas menstruantes que incluye el antes de la menopausia (perimenopausia) y el después de ese día en el que se tiene la última menstruación (posmenopausia). La importancia de hablar de esta etapa, aseguró De Paoli, radica en que es durante el climaterio que aparecen los síntomas, debido a una disminución natural de los estrógenos.

Hay más de 34 síntomas asociados al climaterio. Los más comunes, según compila No Pausa, son las irregularidades en el ciclo menstrual; sofocos y sudoración; insomnio; irritabilidad, cambios de humor y ansiedad; lagunas mentales y dificultad para concentrarse; sequedad de la piel y de las mucosas (incluida la vaginal); cambios en la libido, y aumento de peso.

“Como esos síntomas aparecen mucho antes de lo que creemos –porque el día de tu menopausia va a llegar alrededor de tus 50 años, pero la perimenopausia empieza alrededor de los 40 y pico–, lo que termina sucediendo es que muchas mujeres que empiezan a tener los síntomas buscan neurólogos, nutricionistas, psiquiatras, cuando en realidad lo que les pasa está respondiendo a una caída hormonal natural”, explicó la fundadora de No Pausa. “¿Cuál es el gran problema de ese diagnóstico? Que saca a la biografía hormonal del juego. Entonces, la gran mayoría de las veces, somos mal medicadas”, agregó. Señaló, a modo de ejemplo, que “una mujer de más de 40 años tiene cinco veces más probabilidad de ser medicada con ansiolíticos por temas relacionados a la perimenopausia, porque se diagnostica depresión, ansiedad, angustia”. “Si vos agarrás esa etapa como lo que realmente es y entendés los síntomas dentro de una caída hormonal, hasta las terapias que los médicos te van a acercar son otras y obviamente van a ser efectivas, porque van a dar con el diagnóstico”, afirmó De Paoli.

Es por eso que “hablar de climaterio y menopausia también es hablar de prevención en salud y de calidad de vida futura”, resaltó Kirpach, y “es la puerta de entrada a una longevidad positiva”.

Llegar a esta etapa con información ayuda a sobrellevar los síntomas y, por lo tanto, también contribuye a disminuir el impacto en la vida personal y laboral. “Cuando tengas 40 años, vas a estar trabajando en determinado lugar, generalmente con personas a cargo o alguna responsabilidad. El gran tema es que esos olvidos, esos cambios de humor, empiezan a corroer lo que más les ha costado y cuesta conseguir a las mujeres, que es la autoestima laboral, confiar en su capacidad, poner a un lado el síndrome de la impostora”, aseguró De Paoli.

Las periodistas recordaron que Reino Unido es uno de los países que más ha trabajado para poner en agenda el impacto del climaterio y la menopausia en el ámbito laboral. En 2019, diputadas británicas fueron pioneras al impulsar una campaña para exigir la aprobación de políticas laborales que protejan a las mujeres en esta etapa y combatan el estigma y la desinformación en torno a la temática. Desde entonces, ha habido algunos avances. El más reciente tuvo lugar en febrero de este año, cuando por primera vez se formó un grupo de trabajo que reúne a ministros, legisladores, especialistas y autoridades de la salud de todo Reino Unido para abordar los problemas relacionados con el climaterio y la menopausia.

Los efectos también se trasladan al terreno personal. En ese sentido, las líderes de No Pausa aseguraron que a la organización llegan distintos casos sobre el impacto que tiene el climaterio en la vida de la pareja, por ejemplo. “Acá hay que entender el rol que tiene la esfera vulvo-vaginal y todo lo que es la sequedad vaginal, la bajada de la libido, que vienen de la mano de esos cambios hormonales”, señaló Kirpach. A raíz de las situaciones que conocieron, las periodistas investigaron y encontraron estudios que advierten que, en algunos casos, esos síntomas “de índole sexual” pueden incidir en el aumento de la violencia intrafamiliar, “porque dan una excusa al perpetrador de ejercer la violencia”, aseguró Kirpach.

“La base de todo esto es que la persona no sabe y, si vos no sabés, no podés pedir ayuda ni solucionar el problema”, resumió De Paoli. “Entonces, esa mujer que no entiende que su dolor vulvo-vaginal tiene que ver con el climaterio, la menopausia y sus síntomas tampoco puede entender, por ejemplo, el rol que va a tener un lubricante”, puntualizó.

Menos tabú

¿A qué se puede atribuir la falta de información sobre este tema? “Está todo ligado al más grande tabú del mundo, que es envejecer”, respondió De Paoli. Su colega complementó: “Y a ser mujer; ahí interviene la interseccionalidad género y edad”. En esa línea, la periodista argentina dijo que la invisibilidad está asociada a “esta cuestión patriarcal de que es el fin de la vida reproductiva”. “El mandato es que, como mujeres, venimos a este universo a maternar; entonces, salir de esa posibilidad de ser reproductivas también tiene un sentido sociocultural muy fuerte, nos deja en ese lugar del fin de la vida”, apuntó Kirpach.

Por otro lado, las líderes de No Pausa coincidieron en que otra dificultad que incide es que no haya suficiente formación sobre climaterio y la menopausia en las carreras de Medicina. “Después de la menopausia, vas a vivir un tercio de tu vida y tu ginecólogo no está preparado para acompañarte. No sabe qué suplemento o tratamiento necesitás y no entiende los cambios”, reflexionó De Paoli.

Al mismo tiempo, remarcó Kirpach, “hay una cuestión histórica del sistema de salud, que nos ve como pacientes, como personas aisladas, y en donde nuestra integralidad no existe. Vas al ginecólogo, vas al nutricionista; no hay una mirada integral. Y esta es una etapa que, como todas las otras, necesita esa mirada integral porque afecta la vida de una persona en todos sus aspectos”. La periodista argentina dijo que también es un tema ignorado en el marco de la educación sexual integral.

Pero incluso si las personas llegan al climaterio con información y dan con profesionales de la salud capacitados en esta materia, otra barrera se impone y es la económica. Así como existe la “pobreza menstrual”, es decir, la dificultad que atraviesan muchas niñas y mujeres para acceder a los productos de gestión menstrual por el alto costo que tienen, también el climaterio y la menopausia “generan desigualdad económica”, aseguraron las entrevistadas.

La organización que dirigen De Paoli y Kirpach está desarrollando una investigación para determinar cuánto cuesta dejar de menstruar, pero algunas cosas ya se saben. Por ejemplo, según datos relevados por No Pausa, en América Latina una mujer gasta hasta 500 dólares al año “en malos diagnósticos, medicamentos innecesarios, idas y vueltas al médico o estudios”, entre otras cuestiones que derivan de la desinformación, enumeró Kirpach. Pero, además, los artículos que se necesitan para sobrellevar los síntomas son caros. “Tenemos productos para quienes tienen incontinencia urinaria, suplementos vitamínicos, vitamina D, colágeno, etcétera; vemos cómo toda esa esfera de productos también termina siendo una cuestión muy elitista, porque acceden quienes pueden pagarlos”, dijo la argentina.

A esto se suma la poca oferta de productos dirigidos especialmente a esta población, agregó De Paoli. “Tenés cambios súper notorios en el pelo, en la piel, en todo el sistema vulvo-vaginal, y empezás en una locura de prueba y error, porque estamos hablando de un mercado de demanda insatisfecha”, señaló. “Nosotras estamos incluidas en lo que hoy llaman ‘justicia menstrual’”, reivindicó la profesional, “porque dejar de menstruar también hace parte de nuestra biografía menstrual”.