En 2020, y por primera vez en 20 años, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) registró un descenso del número de víctimas de trata a nivel mundial: la cifra cayó 11% con relación a 2019. Así lo indica el Informe global sobre trata de personas 2022 de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), publicado este martes.

No obstante, la investigación aclara que esto ocurre por falta de respuesta de las autoridades en el registro de los casos y no por una disminución de la “amenaza” de este delito. Por el contrario, el documento subraya que existen “muchas razones para temer que la covid, las crisis, los conflictos y la emergencia climática están aumentando los riesgos” de la trata de personas. El documento analiza los casos de cerca de 190.000 víctimas de trata detectadas entre 2017 y 2021 en 141 países, incluido Uruguay.

De acuerdo con los datos obtenidos, la ONUDD estima que actualmente casi 28 millones de personas en el mundo son víctimas de este delito, que constituye además una violación de los derechos humanos y una forma de violencia basada en género. De hecho, la mayoría de las víctimas son mujeres y niñas (60%), sometidas principalmente a la trata con fines de explotación sexual. De todas formas, en los últimos años ha aumentado la cantidad de víctimas varones (23%) y niños (17%), que sufren, sobre todo, “explotación laboral y trabajos forzados”, apunta el documento.

Respecto del descenso de la cantidad de víctimas detectadas, el informe explica que durante la pandemia las medidas de confinamiento y restricciones en las operaciones comerciales pueden “haber reducido, al menos temporalmente, algunas formas de trata, incluida la trata con fines de explotación sexual y la trata transfronteriza”. En 2020, el número de víctimas de explotación sexual disminuyó 24% en relación a 2019, destaca la investigación.

Además, el documento señala que durante la expansión de la covid-19 hubo “menos oportunidades para que los traficantes operaran” y “algunas formas” de trata de personas se trasladaron a “lugares más ocultos”, lo que “aumentó los peligros para las víctimas” y obstaculizó la oportunidad de que fueran denunciadas o detectadas por las autoridades.

La caída se detectó principalmente en “países de medianos y bajos ingresos”. Según los datos publicados, el registro en Asia Oriental y el Pacífico disminuyó 59%, y en el norte de África y Medio Oriente la baja fue de 40%. En tanto, en América Central y el Caribe la cantidad de víctimas detectadas cayó 36%, en América del Sur fue 32% y en África subsahariana 12%.

A su vez, los hallazgos sugieren que, con “demasiada frecuencia”, los países no logran brindar justicia a las víctimas. A nivel mundial, el número de condenas por delitos de trata disminuyó 27% en 2020 con respecto al año anterior. Los descensos más pronunciados fueron registrados en Asia meridional (56%), América Central y el Caribe (54%) y América del Sur (46%).

El análisis de los casos judiciales presentes en el informe también muestra que las víctimas de trata identificadas son en su mayoría las que escapan de los tratantes por sus propios medios. En ese sentido, la cantidad de “víctimas autorrescatadas” alcanza 41%, mientras que aquellas que son localizadas por las fuerzas policiales llegan a 28%. “Este porcentaje es especialmente alarmante si se tiene en cuenta que muchas de ellas no se identifican como víctimas o tienen demasiado miedo como para intentar escapar”, subraya el informe.

El cambio climático y sus amenazas

Otro de los aspectos novedosos de este informe es que, por primera vez, se señala al cambio climático como un factor que aumenta la vulnerabilidad de las personas frente a la trata. Esta situación afecta en mayor medida a las mujeres y niñas, principales víctimas de este tipo de delito. De acuerdo con el documento, en 2021, 23.700.000 personas se desplazaron internamente en sus países por catástrofes ambientales y para escapar de la “pobreza inducida por el cambio climático”.

El documento explica que, por ejemplo, las temperaturas extremas y cambios bruscos en el clima afectan de “manera desproporcionada” a las personas que dependen del sector económico primario, incluidas la agricultura y la extracción de recursos naturales, y en particular, a las personas en situación de mayor vulnerabilidad en el área rural. Las dificultades económicas producto de esta situación incrementan la posibilidad de las personas de convertirse en “objeto de la trata” y aumentan “los incentivos para que otros se involucren en actividades de trata”.

Si bien las y los investigadores responsables apuntan que falta un análisis global sistemático del impacto del cambio climático en la trata de personas, los estudios a nivel comunitario en diferentes partes del mundo señalan, por ejemplo, que los desastres ambientales obligan a las personas a desplazarse, de manera que se ven más expuestas a situaciones de trata y explotación sexual.

El documento menciona varios ejemplos, como el paso del supertifón Haiyan en Filipinas en noviembre de 2013, que dejó 6.300 muertos y provocó el desplazamiento de más de cuatro millones de personas. En consecuencia, dice el texto, se multiplicaron los casos de trata debido a la situación vulnerable de la población en la región.

Otro caso que menciona el informe son las sequías y las inundaciones en Ghana, que han obligado a muchas personas a migrar y, por eso, “cada vez se documentan más casos de trata de niños para matrimonios forzados o explotación laboral”. Además, las mujeres, las niñas y los niños que “abandonan las comunidades agrícolas devastadas por las sequías y las inundaciones en el norte de Ghana también se vuelven vulnerables a la trata cuando se trasladan a las zonas urbanas del sur”. Lo mismo ocurre en India y Bangladesh por los desplazamientos de personas producto de los ciclones y fuertes tormentas y en las islas del Caribe por los huracanes.

“A medida que las regiones del mundo se vuelvan cada vez más inhabitables, las personas en movimiento se enfrentarán a un alto riesgo de explotación a lo largo de las rutas migratorias”, afirma el documento, y advierte que “los impactos del cambio climático de aparición lenta podrían obligar a unas 216 millones de personas a migrar dentro de sus propios países para 2050”.