Este 29 de octubre se conmemoró por primera vez el Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo, que busca visibilizar el valor del trabajo de cuidados que se realiza de forma remunerada y no remunerada en todo el mundo, mayoritariamente por mujeres. La fecha fue aprobada en julio de este año por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en una resolución que destaca “la necesidad de reconocer y valorar el trabajo del cuidado remunerado y a los cuidadores como trabajadores esenciales”, y la importancia de “adoptar medidas para reducir, redistribuir y valorar ese tipo de trabajo promoviendo el reparto equitativo de las responsabilidades entre mujeres y hombres en el hogar”.

En esa línea, ONU Mujeres y organizaciones aliadas en los distintos países dedicaron la jornada a realizar actividades y difundir campañas de información sobre la temática. En Uruguay la iniciativa fue impulsada por el Foro Nacional de los Cuidados, que integran ONU Mujeres, la Organización Internacional del Trabajo/Centro Interamericano para el Desarrollo del Conocimiento en la Formación Profesional, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y el Fondo de Población de Naciones Unidas, la Red Pro Cuidados, Fundación Astur y la Universidad de la República.

Concretamente, las organizaciones lanzaron una campaña en redes sociales y un repositorio de documentos que ponen el foco en continuar con el proceso de fortalecimiento del Sistema Nacional Integrado de Cuidados (SNIC) para lograr su “consolidación como política de Estado”. En ese sentido, resaltan que, a pesar de la puesta en marcha del SNIC en 2015, “la sociedad uruguaya sigue mostrando profundas desigualdades en la actual organización social de los cuidados, es decir, en la forma en la que se distribuyen los cuidados dentro de los hogares y entre la sociedad toda”.

Los datos son contundentes: según la última Encuesta Nacional de Uso del Tiempo y Trabajo No Remunerado, publicada en 2022, las mujeres en Uruguay dedican 14 horas semanales más que los varones al trabajo no remunerado. El mismo estudio revela que la tasa de participación en las tareas domésticas y de cuidados es de 11,7% más para las mujeres que para los varones (87,3% mujeres, 75,6% varones).

“Entendemos que es necesario concebir a los cuidados como un cuarto pilar del bienestar promoviendo una nueva organización social del cuidado basada en la corresponsabilidad social y de género”, señala el material difundido por el Foro Nacional de Cuidados. “Ello implica que el Estado en su rol de garante de derechos, los hogares, la comunidad y el sector privado asuman su responsabilidad”, agrega el texto.

Una desigualdad histórica, estructural y global

La realidad en Uruguay no es aislada, sino que se enmarca en una desigualdad de género histórica, estructural, que se reproduce en distintos países del mundo. De hecho, en el mundo las mujeres realizan 76,2% de todo el trabajo de cuidados no remunerado, lo que implica 3,2 veces más de horas que los varones, de acuerdo con el informe El trabajo de cuidados y los trabajadores del cuidado, de 2019, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

El estudio también muestra que la fuerza de trabajo mundial dedicada a la prestación de cuidados está integrada por 249 millones de mujeres y 132 millones de varones.

La OIT también resalta que el trabajo no remunerado realizado por las mujeres representa 6,6% del PIB mundial. Sin embargo, “a pesar de su contribución” en el sostén de la vida cotidiana, está “excluido de la principal medida de la riqueza nacional calculada por el PIB”, lo que tiene como resultado que “se infravalora la actividad económica en general y se quita importancia al valor del bienestar personal, familiar y del conjunto de la sociedad”, señala el informe.

En la resolución de julio, la Asamblea General de la ONU reconoce que el trabajo del cuidado y doméstico no remunerado “sigue siendo invisible, estando infravalorado y no siendo contabilizado en las estadísticas nacionales ni tenido en cuenta en la formulación de las políticas económicas y sociales, y que las mujeres y las niñas, incluidas las adolescentes, asumen una parte desproporcionada del trabajo del cuidado y doméstico no remunerado de generación en generación”.

El documento también señala que “la carga desproporcionada de trabajo del cuidado y doméstico no remunerado agudiza aún más la desigualdad de género limitando la facultad de las mujeres para decidir cómo emplear su tiempo y su capacidad para participar en los procesos de toma de decisiones y ocupar puestos de liderazgo”, al tiempo que “plantea importantes restricciones a la educación y la formación de las mujeres y las niñas, así como a las oportunidades económicas y las actividades empresariales”.