Unicef lanzó este miércoles la campaña “No creas”, que busca exponer y sensibilizar sobre las consecuencias que tiene la violencia hacia las mujeres en las trayectorias y el desarrollo de las niñas, niños y adolescentes. La iniciativa gira en torno a dos ideas centrales: “no creas que la violencia sobre una madre no llega a sus hijas e hijos” y “no creas que no les afecta”.
El organismo de Naciones Unidas que trabaja para proteger los derechos de las infancias tiene una larga lista de proyectos que apuntan a “concientizar a las personas del daño que el maltrato y los métodos de disciplina violentos generan en niños y niñas”, pero hasta ahora no había puesto “suficiente énfasis en visibilizar que la violencia contra las mujeres también es una forma de violencia contra niños, niñas y adolescentes”, explicó el representante de Unicef en Uruguay, Francisco Benavides, durante la presentación de la campaña en el teatro Solís. Por eso, se eligió darle prioridad a la interrelación entre estas dos violencias, un fenómeno que “la sociedad aún no visualiza”, señaló.
La iniciativa “es un puntapié que invita a ir más allá de lo evidente; busca visibilizar que niñas, niños y adolescentes son especialmente sensibles a todo lo que ocurre en su entorno y que la violencia contra sus madres les afecta igual que si hubiera sido ejercida contra ellas y ellos mismos”, detalló por su parte la oficial de comunicación de Unicef Uruguay, María Victoria Blanco. “Busca también desafiar la idea de que nuestras acciones [como personas adultas] no tienen consecuencias significativas en sus vidas” y, al mismo tiempo, “cambiar esa idea de que lo que ocurre puertas adentro en la casa donde viven niños y adolescentes es un problema privado”, para que “pase a ser visto como una problemática social”. “De alguna manera, también busca invitar a la reflexión y a generar un cambio de comportamiento”, resumió Blanco; “que el mensaje nos interpele y nos haga pensar cómo vivimos cada uno de nosotros este fenómeno y cómo podemos hacer para cambiarlo”.
Hay datos que ayudan a dimensionar esta realidad. La Segunda Encuesta Nacional de Prevalencia de Violencia Basada en Género y Generaciones (2019) reveló que 228.000 niñas, niños y adolescentes viven en hogares donde existe violencia en el marco de una relación de pareja o expareja, y el número aumenta a 386.000 si la violencia contra la mujer fue ejercida por otros familiares. Se trata de uno de cada tres niños, niñas y adolescentes que viven en estos contextos en Uruguay.
Un objetivo, múltiples formatos
“No creas” incluye materiales gráficos y audiovisuales que ya están disponibles en la página web de Unicef Uruguay y que en estas horas se podrán ver en la vía pública, medios de comunicación y redes sociales, según adelantó Blanco.
Entre esos materiales hay un tríptico informativo que detalla cuáles son los impactos más comunes en las infancias y adolescencias que vivencian la violencia contra sus madres u otras mujeres a cargo de su cuidado. Uno de ellos es el “aumento de la probabilidad de que sean víctimas de violencia física y psicológica, negligencia y abuso”. Vivir estas violencias durante un largo período de tiempo también “tiene consecuencias directas sobre su desarrollo”, ya que puede “afectar gravemente su bienestar, su desarrollo físico y emocional, y sus interacciones sociales”, señala el documento.
A la vez, “experimentan sentimiento de culpa y miedo a ausentarse de sus hogares por las consecuencias que esto pueda traer a su madre” y, en el mismo sentido, “pueden asumir roles no adecuados para su edad, como encargarse del cuidado de sus hermanas y hermanos, de su madre o de otros integrantes de la familia”. Otro de los efectos identificados es que esas niñas, niños y adolescentes “crecen entendiendo la violencia como una pauta de relación y es más probable que estas pautas se reproduzcan en generaciones futuras”.
La campaña también incluye una intervención artística que consiste en tres instalaciones que aluden al tema, y que en estos días se presentarán en distintas salas de espectáculos de Montevideo.
El contenido de la intervención y, en general, de toda la campaña se inspira en los hallazgos de la investigación El impacto de la violencia de género en la infancia y la adolescencia: relatos de vida (2023), que analiza los testimonios reales de personas adultas que vivieron la violencia contra sus madres cuando eran niños, niñas y adolescentes.
El estudio, que fue financiado por la Comisión Sectorial de Investigación Científica de la Universidad de la República en el marco de un programa piloto con Unicef, estuvo coordinado por las antropólogas Susana Rostagnol y Mariana Viera Cherro, y pretende aportar a la comprensión de las diversas manifestaciones de la violencia hacia la niñez y la adolescencia en contextos de violencia intrafamiliar.
Para eso, las investigadoras realizaron entrevistas a tres varones y 11 mujeres de entre 23 y 51 años, cuyos relatos dan cuenta de una amplia diversidad de situaciones y trayectorias de violencia: hay casos en los que su madre fue asesinada por su pareja o expareja; casos de personas que durante la infancia y adolescencia vivieron en una familia donde la mujer denunció a su pareja por violencia doméstica; y otras que vivían en hogares en los que había situaciones de violencia entre la pareja adulta pero no hubo denuncias.
A través de estos testimonios, el estudio “ayuda a describir las modalidades de violencia ejercida en la pareja adulta, su relación con la violencia hacia niños, niñas y adolescentes, y las expresiones dirigidas a ellas y ellos, al tiempo que define conexiones entre las diversas manifestaciones de la violencia intrafamiliar”, resume Unicef en la nota informativa de la campaña.
Formas de violencia y estrategias de resistencia
La campaña recoge cuatro formas de violencia hacia las mujeres que fueron identificadas a través de los relatos que figuran en el estudio. Una de ellas es la violencia verbal, que se expresa “en gritos, insultos o discusiones subidas de tono” entre la pareja adulta, pero que también puede extenderse a las niñas, niños y adolescentes. Además, aparece la violencia psicológica, que incluye conductas como “el menosprecio, la humillación, la culpabilización y el destrato”, así como la manipulación y el aislamiento de las redes afectivas o el enfrentamiento con ellas.
Las personas entrevistadas también describen situaciones de violencia física, como “golpes, ataques, agarres de cuello y ahorcamientos” contra las mujeres y, en ocasiones en que niños, niñas y adolescentes quieren mediar, también violencia contra ellos mismos, “desde golpes ocasionales hasta castigos recurrentes o golpizas”. En uno de los casos, la entrevistada contó que una golpiza contra la madre terminó en femicidio.
En los casos más extremos, la violencia sexual también forma parte del entramado de violencias intrafamiliares. Se trata de situaciones en las que esta violencia se ejerce dentro de la pareja adulta pero “haciendo partícipes a niñas, niños y adolescentes de modos más o menos directos”, apunta el documento.
Por otra parte, la investigación rastrea las estrategias que niñas, niños y adolescentes despliegan para hacer frente a la violencia y resistir la situación que están viviendo. En ese sentido, identifica la confrontación con quien ejerce la violencia; el silencio “como una apuesta a largo plazo cuando la confrontación no es posible”; y la fuga “como la acción de colocarse fuera del lugar de poder”. En varios de estos relatos, la fuga “permite el autocuidado de niños, niñas y adolescentes”, señala el estudio.
En otro capítulo, la investigación también indaga en la capacidad de las instituciones que atienden situaciones de violencia intrafamiliar para detectar de forma temprana y eventualmente actuar frente a este tipo de casos, con foco en el sistema educativo, en el de salud y en el de justicia.