“Siempre tuve la certeza de que iba a ser madre”, sostuvo Camila*. Lo que no se imaginó fue la forma en que lo sería. Por diferentes circunstancias en su vida, llegó a los 39 años sin haber podido concretar su deseo de ser mamá. “Venía de varias rupturas de pareja, no tenía pareja estable y menos un proyecto de familia con otra persona”, relató a la diaria. En varias oportunidades, había hablado sobre maternidad con su ginecóloga. Hasta que un día, frente a las inquietudes que tenía por su edad y el tic-tac del “reloj biológico”, la especialista le planteó: “¿No te gustaría tener un hijo sola?”. La experta le dijo que aún tenía la posibilidad de ser madre, le habló de la Ley 19.167, que regula las técnicas de reproducción humana asistida, y le comentó que podía acceder a estos procesos sin pareja. “Me explotó un poco la cabeza porque no sabía que se podía hacer eso en Uruguay”, señaló Camila. Ese día, apenas llegó a su casa, buscó información sobre la normativa vigente y los pasos a dar. No demoró en tomar la decisión y se encaminó en el proceso. Hoy su hijo tiene tres años.

La historia de Camila ilustra, de alguna manera, la de muchas mujeres que han tomado la elección de ser madres solteras a través de este tipo de intervenciones. Según datos de Reprovita (ex División de Reproducción Humana de Fertilab), único banco de semen que existe en el país, el número de mujeres sin pareja que quieren ser madres creció casi de forma constante desde que se aprobó la ley en 2013. Ese año, fueron 23 mujeres solteras las que solicitaron una donación de semen al banco y al año siguiente fueron 35. En 2015, con la reglamentación de la normativa, la cifra creció aún más y llegó a 52 mujeres, y continuó en ascenso: 76 en 2016, 68 en 2017, 101 en 2018, 96 en 2019 y 95 en 2020, de acuerdo con la información a la que accedió la diaria.

De hecho, en 2020, las mujeres sin pareja representaron 53% del total de motivos de ingreso a Reprovita, por encima de las parejas heterosexuales por “factor masculino” (24%) y las parejas de lesbianas (23%). Aunque aún no están los datos desagregados hasta 2023, “los números se mantienen estables respecto a 2020”, afirmó a la diaria la endocrinóloga e integrante de la Sociedad Uruguaya de Reproducción Humana (SURH), Rosina Ordoqui, quien destacó un aumento “significativo” y un “clarísimo cambio antes y después de la ley”.

Ordoqui señaló que las mujeres sin pareja que toman esta decisión comparten algunas características. Por lo general, son mayores de 37 años, se han desarrollado en el ámbito académico y profesional, y tienen independencia económica. Además, la experta destacó que la mayoría de estas mujeres tiene “contención y apoyo” de familiares, grupos de pares y otras redes.

La normativa

La Ley 19.167 define las técnicas de reproducción humana asistida como “el conjunto de tratamientos o procedimientos que incluyen la manipulación de gametos o embriones humanos para el establecimiento de un embarazo”. Estas intervenciones están incluidas en el Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS) para las mujeres que tengan entre 18 y 40 años (estén o no en pareja).

A su vez, se dividen en dos grupos. Por un lado, están los procedimientos de baja complejidad, que son aquellos en los que la unión del óvulo y el espermatozoide se da dentro del aparato genital femenino. Estos están regulados por el Decreto 311/014, que los incluyó en el Plan Integral de Atención a la Salud, por lo que todas las instituciones del SNIS tienen que cubrirlas en al menos tres intentos.

Por otro lado, están las técnicas de alta complejidad, en las que la fecundación es in vitro y luego se transfieren los embriones, que están reguladas por el Decreto 84/015 y cubiertas por el Fondo Nacional de Recursos a través de un sistema de copagos, es decir, las personas tienen que pagar una parte, también en tres intentos.

Afortunadamente, Camila logró acceder a una donación de semen a sus 39 años y quedó embarazada en el primer intento, por lo que su intervención fue cubierta por la mutualista. Lo mismo le ocurrió a Lucía*, aunque su experiencia fue bastante diferente. Tenía 28 años cuando inició el proceso y estaba en pareja con una mujer, pero ese vínculo se terminó a los dos meses de embarazo y continuó el camino sola.

“Desde un principio mi idea era ser mamá, sea soltera o en pareja con un hombre o una mujer. Nunca pensé en esperar a la persona perfecta con la que formar una familia y asentarme para buscar un embarazo. Siempre me planteé que, cuando yo estuviese emocional, psicológica, profesional y económicamente preparada, sería el momento indicado”, manifestó Lucía a la diaria.

La mujer, que ahora tiene 29 años, aseguró que su separación “jamás” la hizo arrepentirse de la decisión que tomó y “perder la alegría de estar embarazada”. “Siempre tuve muy claro que ese era mi foco y mi centro, porque era lo que más quería en la vida”, expresó. Lucía está en sus últimos días de embarazo. Incluso, es posible que cuando esta nota esté publicada ya tenga su hija en brazos.

El proceso

Respecto al proceso que deben seguir las mujeres, Ordoqui comentó que es “relativamente sencillo”, pero no está exento de dificultades. “No es ir y obtener un producto de consumo porque así lo quiero. Forma parte de un proceso médico y, por lo tanto, siempre tiene que haber consulta con especialista que se dedique a esto, tiene que haber evaluación que certifique que la mujer está médicamente apta para gestar y tiene que haber una evaluación psicológica”, señaló. Asimismo, apuntó que en el banco de semen “también hay ciertos obstáculos”. “Para solicitar una adjudicación de una muestra, la mujer debe agendarse y la agenda puede demorar hasta tres meses. Esto tiene que ver con la distancia que hay entre la oferta y la demanda”, dijo.

Para Camila y Lucía el proceso fue simple, al menos a nivel institucional. “Todo el mundo me hablaba de los tiempos y de que, como no hay muchos donantes, a veces, demora. Pero a mí me demoró 12 días. Lo mismo me pasó con la agenda de los estudios”, contó Camila. En cambio, para Lucía, si bien no hubo obstáculos burocráticos, el camino lo sintió “largo, tedioso y muy movilizador”, pero “porque lo que estás haciendo es largo, tedioso y movilizador”, señaló.

El primer paso es tener una consulta con la ginecóloga o ginecólogo del centro de salud y plantear el tema. Los estudios posteriores a la consulta son varios. Se realizan evaluaciones del aparato reproductor y a nivel hormonal para poder establecer un diagnóstico de fertilidad –aunque las mujeres no hayan buscado un embarazo previamente– y establecer qué tipo de estimulación de ovulación es necesaria, explicó a la diaria Rita Vernocchi, directora científica del Centro de Reproducción Humana del Interior, una de las tres clínicas especializadas y habilitadas en el país para procesos de reproducción asistida.

Si es posible inseminar, se hace la solicitud de una donación de muestra de semen al banco, se agenda y, una vez la mujer alcanza la ovulación, la ginecóloga o el ginecólogo hace la intervención. Vernocchi remarcó la importancia de los estudios psicológicos para “saber que la paciente está preparada para esa situación” y poder continuar con el proceso. Sin eso, no es posible.

Para la mayoría de los casos, los pasos son los mismos, pero los resultados no siempre son los que las mujeres esperan. De acuerdo con los datos de Reprovita, la tasa de embarazo por inseminación intrauterina en 2020 se ubicó en 16,5% entre todas las mujeres que solicitaron donación de semen, mientras que la tasa por fertilización in vitro alcanzó 44,5%. Y esto lo tienen muy claro quienes se someten a estas intervenciones. A veces, el embarazo no llega en el primero, ni en el segundo, ni en el tercer intento. Por ese motivo, la experiencia de Florencia* representa, en algunos puntos, la de muchas otras en la que confluyen la frustración con la esperanza y la fuerza de seguir tras un deseo superior a todo.

Florencia tiene 40 años y está a la espera de una cuarta donación de semen. Consiguió agenda para junio. “Me quedaron tres meses ahí, que si bien no parece nada cuando estás embarcado en esto, es bastante”, acotó. Por su edad y la cantidad de intentos, debe hacerlo de forma privada, algo que puede hacer por la independencia económica que le permite su profesión de médica pediatra, aclaró.

“La maternidad siempre me gustó, quiero tener la cotidianidad y los problemas que tienen mis hermanos con sus hijos”, expresó Florencia. Su primera opción era hacerlo con una pareja, pero eso no se concretó por diferentes motivos. Tuvo una relación de diez años, se casó a los 29, pero no funcionó y se separó a los 33, en un “momento bisagra”. Con el proyecto de la maternidad en mente, a los 35 averiguó sobre la congelación de óvulos, pero a esa altura ya era un poco tarde para eso. A los 39 decidió no esperar más e inició los estudios pertinentes para maternar soltera.

Transformación social, cultural y el impacto del feminismo

En relación a los factores que pueden haber incidido en el aumento de mujeres que deciden ser madres solteras, la antropóloga Mariana Viera, que ha estudiado temas vinculados a la reproducción asistida, señaló a la diaria que “hay dos cambios que pueden resultar trascendentes y que van de la mano con la interpelación desde los feminismos a las maternidades”, aunque remarcó que no es sencillo determinar una causa/consecuencia directa en las transformaciones socioculturales.

Por una parte, Viera resaltó la posibilidad de algunas mujeres de poder “evidenciar su condición de lesbianas y en ese marco buscar una maternidad biológica”. Por otra parte, señaló que si bien las cifras de hogares monomarentales “siempre han sido muy altas”, la “idea novedosa” de que en “otros estratos socioeconómicos menos asociados a mujeres jefas de hogar y con hijos a cargo” las mujeres busquen la maternidad sin una pareja masculina, habla de una “mayor aceptación de esta posibilidad de maternar y de las tecnologías reproductivas en sí mismas”.

La antropóloga también destacó que desde el movimiento feminista se impulsó un “cambio de pensamiento” sobre la maternidad como un “lugar de opresión para la mujer”. Si bien sostuvo que el mandato de maternidad “sigue siendo muy fuerte” y que “en cierta medida se puede pensar de forma restrictiva para la vida de las mujeres”, hay una “revisión de ese presupuesto y una resignificación de la maternidad como un lugar de deseo, placer y de potenciación” que plantea otras maternidades posibles y puede haber incidido en este fenómeno.

Por su parte, Ordoqui y Vernocchi coincidieron en que las mujeres solteras que acceden a tratamientos de reproducción asistida hoy no se enfrentan a importantes prejuicios sociales, que cuando llegan a la consulta, en general, “eso ya lo tienen resuelto” y la falta de una pareja no representa para ellas “una dificultad”. “Antes era impensado que una mujer sola buscara un embarazo y a eso se sumaba que no podían obtener muestras de semen”, pero “eso fue de otra época y hoy se acepta como [se acepta] un embarazo en pareja”, señaló Vernocchi.

Para las especialistas, si bien hubo cambios sociales y culturales que pueden tener influencia en el aumento de la cantidad de mujeres solteras que desean ser madres, lo que más ha influido es tener una normativa que asegura la cobertura de los tratamientos a través de las mutualistas. “Lo que marcó la diferencia es el hecho de no tener que pagar de su propio bolsillo las inseminaciones y el acceso a las adjudicaciones de muestras de semen, que si bien tienen costos que no son inaccesibles, hay pacientes que lo pueden pagar sin problema y otras que no”, señaló Ordoqui.

Nuevos modelos de familia y desafíos persistentes

Las entrevistadas que compartieron su testimonio coincidieron en que el mandato de la maternidad aún es muy fuerte y, además, persisten los modelos de familias tradicionales. No obstante, afirmaron que en su entorno no han sufrido ningún tipo de “discriminación” por haber decidido ser madres solteras. Los comentarios negativos no faltan, pero para ellas no son importantes. Su posición firme hace que los planteos de personas que no ven la maternidad sin pareja como un modelo de familia posible carezcan de importancia.

“Me pasó hace poco con la madre de una compañera del jardín de mi hijo, que como siempre me ve a mí con él, me preguntó si estaba separada y si el padre no me ayudaba. Y le dije que lo tuve sola”, contó Camila, y agregó que no tiene “mucho problema” en decir la forma en que concibió a su hijo, pero que si se trata de una persona desconocida no cree que amerite explicar el proceso que atravesó.

De todas formas, reconoció que aún hay muchas personas que piensan que ser madre soltera “no es algo posible” y le han preguntado “por qué no esperaste a que venga el príncipe valiente”, ironizó. A la vez, consideró que “hay un desconocimiento total del poder tomar decisiones”. “Hay gente que lo ve desde un lugar como ‘ay, pobre, no tiene pareja’, y que lo hacés para no estar sola. Para mí no pasa por no tener [pareja], sino todo lo contrario: tenés la opción de tenerlo de esta forma y la elegís”, expresó. “Es una opción más. Yo creo que en otros países está más naturalizado, es más común. Acá creo que realmente falta muchísima información”, agregó.

Por su parte, Florencia sostuvo que cuando contó su decisión tuvo “mucha recepción” de parte de su entorno más cercano, pero como aún no quedó embarazada no lo ha planteado abiertamente en otros espacios. De todas formas, aseveró que lo que opine el resto no le importa. “Lo que te preguntan, vos ya te lo preguntaste. Una vez que vos aceptás y sabés el camino en el que estás, podes tener algún comentario, pero no importa”, expresó.

En esa línea, comentó que en el intercambio con otras personas se ha encontrado con historias de mujeres que atravesaron el mismo proceso y lograron el embarazo, y eso la impulsa a seguir. Además, destacó que si bien hay muchos mandatos de la maternidad que se mantienen, el movimiento feminista “abre puertas, muestra otras formas de pensar y otras formas en las que se pueden hacer las cosas”.

Lucía se pronunció en la misma sintonía. “Yo no viví la sensación de discriminación o de juicio de parte de otras personas por hacerlo sola”, dijo. Sin embargo, aunque “emocionalmente no le importa nada” de lo que opine el resto, reconoció que el “mundo está hecho para maternar y paternar de a dos”. “No voy a decir que soy una mujer empoderada, que voy a tener una hija sola y me llevo el mundo por delante, porque no es así. Por momentos, hacerlo sola puede asustar por la sociedad en la que vivimos”, expresó.

Si bien para la joven los modelos alternativos de familias son más aceptados socialmente, “aún queda un camino por recorrer”. “A todos lados a donde vas, te preguntan por el papá; ni siquiera por tu pareja o tu referente afectivo, te preguntan por el padre”, señaló. No obstante, para Lucía “más allá de la sociedad”, “el desafío más grande” de maternar sola es “saber que todas las decisiones recaen solo en ti”.

A su vez, consideró que “cuando estás embarazada parece que la sociedad adquiere el derecho a opinar sobre un montón de cosas sin que vos les preguntes. Tu cuerpo, tus decisiones, tus ideas de crianza, todo se vuelve un libro abierto sobre el que todo el mundo cree que puede opinar”, manifestó, y agregó que eso es todavía peor para las madres solteras.

Soltera no es estar sola

A pesar de todos los desafíos que puedan presentarse, las tres coincidieron en algo: ser madre soltera no significa estar sola. “Las mujeres solteras tenemos muchas redes de contención”, expresó Florencia. En tanto, Lucía señaló: “Nunca estás sola. Por eso, yo trato de decir que estoy soltera, pero sola sin duda que no estoy. No importa si tenés 40 amigos o dos, no va en la cantidad, siempre hay alguien”. La joven dijo que al “abrir los ojos” y “mirar alrededor”, una encuentra una “red impresionante” que da seguridad de que “tu hija, hijo o hije va a estar totalmente sostenido tanto o más como si en casa fueran dos”.

En esa línea, Lucía, Camila y Florencia compartieron que el mensaje para las mujeres que piensan en tomar esta decisión es un “sí” definitivo, que es una “opción absolutamente válida” y “posible”, y que no deben dejarse limitar “por no haber conocido a nadie”. “No hay ninguna regla que indique que vos no podés maternar sola y triunfar”, dijo Lucía.

De todas formas, también señalaron que es importante tener en cuenta que tener un hijo no es una “opción para no estar sola” y una forma de llenar un vacío de cariño, y subrayaron que es sumamente importante informarse sobre todos los aspectos involucrados.

“Es un proceso que por momentos puede ser un poquito cansador, que puede ser un poquito tedioso y hay que tener mucha paciencia. Hay que saber que lleva tiempo y que puede no salir el resultado que una espera de una. Por eso, es muy importante informarse. La información empodera, hay que ir al médico y preguntar hasta el cansancio: qué van a hacer con mi cuerpo, cuáles son las consecuencias, qué síntomas puedo tener, qué le va a pasar a mis hormonas y estado de ánimo, qué pasa si quedo embarazada y si no quedo”, expresó Lucía.

Por su parte, Florencia, además de reivindicar que la “información es poder” y la forma de tomar la mejor decisión, señaló que “hay que caminar hacia los sueños que una quiere”. “No es un camino fácil, pero está bueno, por lo menos, darse la oportunidad de transitarlo. Si se da, divino, y, si no ocurre, saber que hay otra formas también de abrirse a la maternidad como adoptar”.

* Los nombres son alternativos, ya que las entrevistadas optaron por dar su testimonio de forma anónima.