A esta altura, es innegable que las campeonas del Mundial femenino de fútbol ganaron mucho más que el emblemático campeonato. La reacción que tuvieron las jugadoras de la selección española al apoyar a su compañera Jenni Hermoso después de que el presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, le agarrara la cabeza y plantara un beso no consentido en la boca durante los festejos por el triunfo rompió el silencio en torno al machismo y la violencia que viven las mujeres en el ámbito del fútbol.

Una de las primeras en pronunciarse fue la futbolista del Barcelona y dos veces Balón de Oro Alexia Putellas: “Esto es inaceptable. Se acabó. Contigo, compañera Jenni Hermoso”, escribió en la red social X (ex Twitter). A ella se le unieron las demás campeonas del mundo y otras jugadoras nacionales e internacionales, que cerraron sus mensajes con #SeAcabó, un hashtag que se convirtió en un grito contra la violencia machista en el fútbol y que, en pocas horas, traspasó los límites de la cancha y se transformó en lo que ya llaman el nuevo "#MeToo español”.

Es que el beso forzado de Rubiales, además de constituir acoso sexual, es también un buen ejemplo de cómo opera el abuso de poder dentro de una relación laboral. Por eso generó una ola de testimonios de mujeres que se sumaron al hashtag para denunciar distintas violencias en sus lugares de trabajo, especialmente por parte de jefes o de colegas que ocupan cargos de mayor jerarquía. Los relatos abarcan desde tocamientos no consentidos a violaciones.

Así como pasó en Estados Unidos cuando la actriz Alyssa Milano publicó en Twitter un mensaje en el que invitaba a las mujeres que habían sufrido algún tipo de agresión sexual a compartir su testimonio con la etiqueta #MeToo, en estos días muchas españolas han difundido sus historias en respuesta a una pregunta que hizo la periodista Marta Jiménez Serrano en la misma red social: “¿De qué (ex)jefe os estáis acordando hoy?”.

El movimiento no se quedó en las redes y también llegó a las calles españolas. Este lunes la asociación Feminismos Madrid convocó a una concentración en apoyo a Hermoso y al resto de las jugadoras de la selección española de fútbol bajo la consigna #SeAcabó, para reivindicar “por un deporte libre de violencias machistas”. En respuesta, centenares de mujeres se aglutinaron en la Plaza de Callao de Madrid y se manifestaron entre cánticos que reivindicaban: “No es un pico, es una agresión”, según consignaron medios españoles como Público. Durante la protesta, las feministas aseguraron que el “caso Rubiales” marca un antes y un después, ya que se “ha conseguido que la sociedad responda a una para decir que no fue un pico o un beso consentido, sino una agresión”.

De acuerdo con el mismo medio, grupos feministas también convocaron a marchar en otras ciudades de España como Zaragoza, Ibiza, Albacete, Vigo, A Coruña y Santiago de Compostela, mientras que el domingo centenares de personas salieron a las calles de Salamanca y Barcelona para pedir “una reforma estructural” en la RFEF.

De manual

En realidad, la pregunta de Jiménez Serrano no fue después del beso forzado, sino luego del discurso que Rubiales pronunció el viernes pasado en el que, lejos de dimitir -como se esperaba-, negó los hechos -pese a que ocurrieron frente a la mirada de millones de personas que seguían el evento en vivo- e intentó responsabilizar a Hermoso. En concreto, dijo que el beso había sido un “piquito” “espontáneo, mutuo, eufórico y consentido”, y sugirió que la futbolista fue quien tuvo la iniciativa: “Ella fue la que me subió en brazos y me acercó a su cuerpo”, afirmó. También hubo tiempo para referirse a sus hijas y culpar a las “falsas feministas que destrozan a las personas”. Y, con el claro objetivo de ponerse él en el lugar de víctima, llegó a asegurar que estaba viviendo un “asesinato social”. Toda su declaración es un ejemplo clásico del manual de la reacción machista, como analiza la periodista y redactora jefa de Género de eldiario.es, Ana Requena Aguilar.

Luego de la declaración, Hermoso desmintió rotundamente los dichos de Rubiales en un comunicado divulgado por la Asociación de Futbolistas Profesionales (Futpro), el sindicato al que pertenece. “Quiero aclarar que en ningún momento consentí el beso que me propinó y en ningún caso busqué alzar al presidente. No tolero que se ponga en duda mi palabra y mucho menos que se inventen palabras que no he dicho”, aseguró. En otro texto que publicó unas horas después en su cuenta personal de X, la jugadora agregó: “Me sentí vulnerable y víctima de una agresión, un acto impulsivo, machista, fuera de lugar y sin ningún tipo de consentimiento de mi parte”.

Por su parte, sus compañeras de equipo anunciaron que no volverán a una convocatoria de la selección “si continúan los actuales dirigentes”.

Medidas

La Fiscalía de la Audiencia Nacional de España señaló este lunes en un comunicado que el beso forzado de Rubiales podría ser constitutivo de agresión sexual y anunció que abrió diligencias para “llevar a cabo la investigación de los hechos objeto de denuncia”, informó la agencia de noticias Efe. El anuncio llegó días después de que el organismo recibiera seis denuncias contra el dirigente presentadas por particulares u organizaciones. Sin embargo, no había querido tomar ninguna decisión sin que mediara la denuncia de la propia Hermoso.

El organismo afirmó este lunes que, de acuerdo a las manifestaciones públicas de la jugadora, “el acto sexual sufrido por la misma y llevado a cabo por el señor Rubiales no fue consentido” y, por eso, “atendido el momento extraprocesal en el que nos encontramos y lo inequívoco de sus declaraciones, es preciso determinar la trascendencia jurídica de las mismas”. También se dirige a Hermoso para “informarla de sus derechos como víctima de un presunto delito de agresión sexual” y le da la posibilidad de que, en un plazo de 15 días, se ponga en contacto con la Fiscalía para formalizar la denuncia que hizo pública.

El sábado el comité de disciplina de la FIFA suspendió “provisionalmente” a Rubiales de su cargo como presidente de la RFEF, así como de “toda actividad relacionada con el fútbol a nivel nacional e internacional”. Además, le ordenó que se abstenga “de contactar o intentar contactar con la jugadora profesional de la selección nacional de fútbol” y su entorno.

En tanto, el Consejo Superior de Deportes elevó al Tribunal Administrativo del Deporte el caso por una posible vulneración de la Ley del Deporte y del Real Decreto sobre Disciplina Deportiva.