El 5 de octubre de 2017, el diario The New York Times y la revista The New Yorker publicaron los primeros artículos que expusieron denuncias contra el productor de cine Harvey Weinstein por agresión sexual y violación. Este caso destapó otras situaciones de violencia sexual en la cultura en Estados Unidos y, en pocos días, impulsó a que cientos de mujeres publicaran en redes sociales sus propias experiencias como víctimas de violencia sexual en distintos ámbitos.

Una propulsora clave fue la actriz estadounidense Alyssa Milano, que el 15 de octubre publicó un mensaje en Twitter en el que invitaba a las mujeres que habían sufrido algún tipo de agresión sexual a compartir su testimonio o simplemente pronunciarse en la red social con la etiqueta #MeToo, masificando el alcance de la ola. El hashtag ya había sido usado por primera vez en 2006 por la activista afroestadounidense Tarana Burke con el mismo objetivo.

Así dio comienzo un movimiento que se expandió por todo el mundo y dio lugar a manifestaciones masivas de mujeres dispuestas a romper el silencio frente a la violencia machista. Desde el inicio, fue un mensaje para que las mujeres que habían atravesado una situación de violencia supieran que no estaban solas y que había muchas otras, lejos y cerca, que vivieron algo similar y que podían entenderse y acompañarse mutuamente.

Cinco años después, las repercusiones continúan en diferentes espacios y de diversas formas. Para Florence Rochefort, investigadora del Centro de Investigación Científica francés y especialista en la historia de los feminismos, “la amplitud del movimiento es extraordinaria”, según dijo a la agencia de noticias AFP. La experta dijo que el #MeToo “permitió visibilizar la dimensión de la violencia de género”, aunque, de todas formas, “aún estamos lejos de haber implementado soluciones”.

En el mundo

Las repercusiones del movimiento se extendieron a nivel mundial. En España, las réplicas aparecieron en el marco de la investigación judicial del caso de violación grupal conocido como “La manada” y se transformó en la consigna “Yo te creo, hermana”. Además, los debates y movilizaciones que desató este caso en el país culminaron con la aprobación, en agosto de este año, de la ley conocida como “sólo sí es sí” contra la violencia sexual.

El movimiento también llegó a otros países de Europa y de África, con lemas como #QuellaVoltaChe en Italia, #EnaZeda en Túnez, #AnaKaman en Egipto, #AmINext en Sudáfrica, entre otros.

En la región, el coletazo del #MeToo estalló en Argentina con el “Mirá cómo nos ponemos” en apoyo a la actriz Thelma Fardín, después de que denunció por violación al actor Juan Darthés en 2018. En tanto, en Chile, la ruptura del silencio contra la violencia sexual tuvo una expresión máxima en la performance “Un violador en tu camino”, creada por el colectivo feminista Lastesis, que se estrenó en noviembre de 2019 y desde entonces se convirtió en un himno de mujeres y disidencias alrededor del mundo.

En Uruguay, el grito contra la violencia sexual tuvo su eco más potente en agosto de 2020, cuando fueron publicados cientos de testimonios de mujeres que denunciaban situaciones de acoso, abuso sexual y violación por parte hombres vinculados al carnaval, a través de la cuenta de Instagram #VaronesCarnaval. Los relatos de las mujeres despertaron inquietudes de mujeres, disidencias, grupos y colectivos feministas y desde la institucionalidad, entre quienes elaboraron diferentes medidas y estrategias para atender este problema. Las denuncias en el carnaval impulsaron a otras mujeres a alzar sus voces y denunciar situaciones de violencia sexual en otros ámbitos.