Sury reparte tabaco y granos de maíz a cada uno de los presentes mientras sus compañeras tocan el tambor y la caracola. En esta ceremonia de apertura, se vincula a los cuatro puntos cardinales, a la tierra y a las ancestras. Cinco mujeres indígenas dan comienzo a la actividad “Voces de las mujeres indígenas de hoy” en la antesala del Senado, en el Palacio Legislativo, organizada por los senadores del Frente Amplio, Sandra Lazo y Lauro Meléndez.
La bandera del Consejo de la Nación Charrúa del Uruguay (Conacha) cuelga de la mesa de oradoras. Dos integrantes de esta organización, Gabriella Puyol y Noelia Lagos, van a contar su experiencia y desafíos como mujeres indígenas. En tanto, la historiadora Ana Frega hará un recorrido por la presencia de las mujeres indígenas en la revolución de la independencia. Por su parte, Javier Delgado, delegado indígena por Uruguay ante el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (Filac), dará un panorama sobre la situación actual de la población indígena en el país. El periodista y escritor Nelson Caula hará la moderación de las mesas.
La actividad se realiza en el marco del Día Internacional de las Mujeres Indígenas, que se conmemora cada 5 de setiembre en homenaje a Bartolina Sisa, la mujer aymara que fue asesinada en 1782 tras liderar una sublevación indígena contra la Corona española.
Es la primera vez que el Senado reconoce a las mujeres indígenas de Uruguay, según destacaron los colectivos presentes y confirmó Lazo a la diaria.
Estamos
Frega reconoce que las mujeres indígenas aparecen en sus investigaciones, “pero aparecen si las estamos buscando”. Existen tres fuentes de la época –comienzos del siglo XIX– en las que la historiadora ha podido obtener cierta información: los padrones de población, los expedientes judiciales y las memorias. Lo primero que advierte en los padrones de población son “los cambios de apellidos”, lo que ella llama “el blanqueamiento” por el que tuvo que pasar la población indígena que “se incorporó de manera subordinada a la sociedad criolla”.
La historiadora sigue contando que en los expedientes judiciales la mayoría de las mujeres indígenas “aparecen sin nombre, se hace referencia a ellas como ‘china’”. “Estas mujeres son acusadas por llevar información o víveres, por robar o por abandonar a sus maridos”, agrega Frega. Según ella, “son pocas las mujeres que aparecen en las batallas, pero hay menciones de mujeres indígenas que arengaban a los soldados”.
Finalmente, se cuestiona que el hecho de que no haya testimonios no quiere decir que las mujeres indígenas no tengan historia. Se hace urgente reconstruir la memoria indígena en Uruguay, para lo que la historiadora propone instaurar un día del patrimonio de la nación indígena, que el Parlamento se pronuncie por el reconocimiento del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales por parte de Uruguay, y empezar a constituir una “memoria institucional” sobre el pasado y el presente indígena.
Puyol y Lagos aportan al debate un dato importante sobre el presente de las mujeres indígenas en el país: aseguran que, según el censo nacional de 2011, 159.354 personas se autoidentificaron indígenas, de las cuales 87.162 fueron mujeres. “Es difícil calcular cuántas mujeres hay en los colectivos, pero me atrevo a decir que la mayoría somos mujeres”, dice Puyol.
A pesar de esto, para la activista indígena “es lamentable que un 5 de setiembre te digan que no hay mujeres indígenas en Uruguay porque no somos puras, somos mestizas. Nos quitaron nuestro territorio, nos privaron de nuestra medicina. El mestizaje no fue una historia de amor, fue violencia, violación y una gran campaña de blanqueamiento. No sólo limpiaron la parte genética, también la lengua, la cultura, las tradiciones. Nos estamos reconstruyendo de a pedacitos para que las siguientes generaciones no tengan que escuchar que en Uruguay no hay indígenas”.
En su caso, Lagos propone “cuestionar a quienes te cuestionan”. Por eso dice: “Si tenés ascendencia italiana nadie te dice que no sos pura. Si soy mestiza es por la colonización, pero yo nací en territorio charrúa y soy charrúa”. A su vez, recuerda a las mujeres indígenas que trajeron a pie hasta Montevideo luego de la matanza de Salsipuedes en 1831. “Venimos de esas mujeres, de esos dolores. Ha sido muy doloroso reconstruir la historia de nuestras madres, de nuestras abuelas, para que nos vengan a cuestionar nuestra identidad”, explica.
Según la activista, las mujeres indígenas “estamos en las movilizaciones defendiendo nuestros derechos y nuestros sueldos porque somos trabajadoras; defendiendo el agua y el medio ambiente. Estamos en la periferia de la ciudad y no en comunidades porque nos desmembraron. Estamos en las ollas populares, en las huertas comunitarias y en las radios populares. ¿Quién puede decir que no estamos?”.