No existen dudas de que la Marcha por la Diversidad en Montevideo es una de las manifestaciones públicas más multitudinarias que hay en Uruguay, junto con la Marcha del Silencio y la que convoca el Día Internacional de la Mujer cada 8 de marzo. Lo que pasó este viernes volvió a ratificarlo.
Un poco antes de 18.30 –el horario fijado por la Coordinadora de la Marcha–, los colores del arcoíris invadían la avenida 18 de Julio: se veían en retazos de tela que decoraban los postes de luz, en los tantos puestos donde vendían banderas y en los infinitos distintivos que lucían las personas que caminaban desde todas las direcciones hacia un mismo punto de encuentro: la Plaza del Entrevero.
A unas cuadras, la plaza Libertad, que durante la jornada de este jueves y parte de este viernes alojó la “Previa de la marcha”, ahora funcionaba como previa oficial: fue el punto de encuentro de mucha gente que aprovechó para maquillarse la cara, llenarse el cuerpo de glitter y preparar carteles.
En la Plaza del Entrevero se respiraba un ambiente similar. Entre la multitud había personas de distintas edades, pero la mayoría eran jóvenes, adolescentes y niñes. Es el caso de Valentina y Tyler, de 17 años, que esperan en un banquito para marchar juntes, como pareja, por primera vez. “Es lindo compartir con otras personas que te entienden, que comparten algo contigo y, sobre todo, no tenés esas miradas que te juzgan, en mi caso, por ser una persona trans”, contó Tyler a la diaria. El adolescente dijo que, “en la vida cotidiana”, se enfrenta a esas miradas “todo el tiempo”, que preguntan “qué será o cómo se identificará”, pero en la marcha eso no le pasa: “Es un ambiente cómodo, nadie te mira mal, nadie te pregunta quién sos, es seguro”.
Ni Valentina ni Tyler estaban al tanto de la consigna de la movilización de este año, que fue “Basta de impunidad y saqueo de derechos”. Sin embargo, tenían bien claro que estar ahí era más que disfrutar de un espacio seguro: implicaba adherir a una lucha. “Venimos a marchar por los derechos y para ser más visibles”, dijo la adolescente. “Ahora somos un poquito más libres que antes, pero seguimos luchando para las futuras generaciones”, agregó, porque la “discriminación”, la “opresión” y la “violencia” continúan.
La marcha salía desde Avenida Libertador y Uruguay. Estuvo encabezada por una pancarta gigante con la consigna y que sostenían referentes trans históricas. Una de ellas alzaba un cartel que decía: “Somos las últimas travestis. Construyamos memoria”. Bien atrás de ellas se ubicaron “transfamilias orgullosas”. En ese grupo, una mujer sostenía un cartel que exponía la frase “Amo a mi hijo trans” y, a su lado, un niño mostraba otro que apuntaba: “Apoyo a mi hermano trans desde el primer día”.
Mientras se preparaba la largada, a unos metros de la primera fila, estaban Maia e Isabella, de 11 años, y Santiago y Franco, de 16 y 17, mostrando un cartel cuidadosamente elaborado, con un deseo: “Ojalá algún día nadie tenga que salir del clóset y sea suficiente con decir ‘me enamoré’”. Todos se estaban estrenando en la marcha por primera vez. “Vine porque quiero que los demás sepan que todos tenemos los mismos derechos, aunque tengamos distinta sexualidad”, dijo Isabella a la diaria. Para Santiago, participar tenía que ver con encontrar la posibilidad de sentirse “muy libre” y “aceptado”, algo que no le pasa donde vive, en una localidad “bien lejos” de la capital. “Yo vine para pasarla bien y para que todos sepan que existimos, que merecemos respeto y que somos personas”, sumó Franco.
Cuando el reloj marcó las 19.30, empezó a sonar el himno –“I will survive”, de Gloria Gaynor– y la multitud empezó a marchar, hasta llegar un rato después a la plaza 1º de Mayo, a pocos metros del Palacio Legislativo, donde representantes de la Coordinadora pronunciaron la proclama.
“Le seguimos dando batalla al fascismo”
El texto colectivo denunció distintas problemáticas que hacen a esa “impunidad” y “saqueo de derechos” que cuestionó la consigna central. En esa línea, quienes leyeron hicieron referencia al “desamparo impune del Estado” ante distintas problemáticas sociales como “el aumento sostenido de personas en situación de calle y de personas que viven en asentamientos”, o el manejo de la crisis hídrica, que resultó en que las personas de sectores más vulnerados tuvieran que “elegir entre tomar agua potable o cubrir otras necesidades”.
Asimismo, aseguraron que el Estado “reproduce y legitima discursos antiderechos”. “Nos encontramos en un momento crítico, donde el fascismo no sólo amenaza, sino que avanza y está cada vez más cerca”, señalaron, y afirmaron que en Uruguay se ve “día a día, cada vez que agreden a una compañera trans, cada vez que agreden a una persona en situación de calle, con cada persecución sindical, cada vez que un político abre la boca para insultar nuestra existencia impunemente y cada vez que hablar de diversidad sexual es prohibido en las escuelas y liceos de nuestro país”.
Otro de los apartados estuvo centrado en la Ley Integral para Personas Trans que, según dijeron, “sigue sin cumplirse, por acción y omisión deliberada de parte del Estado”. “Para muchos centros de salud y dependencias del Estado, seguimos siendo un problema, porque reclamamos atención de calidad, acceso a medicación, denunciamos las omisiones de asistencia, la mala praxis, que no nos den medicación vencida, el no reconocimiento de nuestras identidades, la falta de respuesta a las quejas y denuncias”, mencionaron. Al mismo tiempo, cuestionaron que “no se cumple el cupo laboral para personas trans, afro y con discapacidad, porque no hay voluntad política para hacerlo”.
Además, apuntaron contra la “insuficiencia y desidia con la que son abordadas las políticas nacionales sobre diversidad sexual”. En este sentido, dijeron que “la amplia mayoría” de los compromisos planteados en el Plan Nacional de Diversidad Sexual aprobado en 2018 “no se han asumido” y que el Ministerio de Desarrollo Social, órgano rector en esta materia, “no asegura el cumplimiento y efectivo contralor de la política pública en todo el país”.
La proclama incluyó el reclamo de derechos para poblaciones que no están incluidas en la sigla LGBTI+ pero que también viven exclusión y discriminación, como las personas con discapacidad, las personas gordas, las personas afro y las que viven con VIH.
También criticó la transformación educativa que promueve el gobierno, exigió “un sistema de justicia que incorpore la perspectiva de derechos humanos en todo el proceso y garantice la defensa de las víctimas de las desigualdades estructurales”, y puntualizó que el “caso Penadés” “refleja años de ‘pactos de caballeros’ que se sostienen siendo cómplices, facilitadores y encubridores de entramados complejos de explotación [sexual] en distintos niveles; incluso por parte de los mismos que escriben leyes, están a la cabeza de ministerios y definen el rumbo de un país entero”.
“En tiempos en que el conservadurismo avanza, necesitamos reforzar nuestras comunidades y posicionarnos fuertemente en contra de nuestras propias lógicas, que refuerzan las desigualdades”, dijeron las y los activistas al cierre. “La revolución que estamos construyendo es transfeminista, de clase, anticapacitista y antirracista. Es el momento de levantar la voz, de unirnos en esta batalla por un Uruguay más justo para todes. Este instante, nuestra historia, la que venimos escribiendo y la que quisieron interrumpir, es nuestro triunfo: le seguimos dando batalla al fascismo que sigue intentando borrarnos” pero al que, pese a todo, “siempre sobrevivimos”.