A partir del estudio Prácticas sexuales y afectivas, salud sexual y gestión de ITS/VIH en varones de 15 a 24 años de Montevideo y área metropolitana,1 surgen nuevos hallazgos que habilitan una reflexión acerca de las masculinidades en un país donde los femicidios, las denuncias de violencias de género y generaciones y las situaciones de micro violencia homolesbotransfóbica tienen un alcance dramático que dejan entrever el machismo heteropatriarcal que aún estructura prácticas y relaciones sociales, afectivas, sexuales y de género de los varones.

La investigación consistió en la aplicación de una encuesta online autoadministrada, distribuida mediante redes y aplicaciones sociales durante 80 días, que resultó en una muestra por conveniencia (no representativa) de 1.351 casos. Esta es una limitación estadística que habilita a encontrar evidencia inédita, pero no a realizar generalizaciones.

Los varones que respondieron son mayoritariamente montevideanos, de nivel socioeducativo medio y alto. Las preguntas filtro permitieron segmentar dos recorridos: uno para varones que tuvieron sexo sólo con mujeres, y otro para varones que tuvieron sexo con varones y con varones y mujeres. Del total, 67% (918) son varones que declaran relaciones sexuales sólo con mujeres en el último año y 32% (433) son varones que declaran relaciones sexuales con varones, y con varones y mujeres en el último año.

En nuestra penillanura levemente ondulada hay indicios de movimientos telúricos a los que vale la pena prestar atención para vislumbrar algunos cambios en la manera de verse, sentirse y actuar de estos varones que participaron en el estudio.

El primer indicio es que los varones sí quieren hablar y compartir sobre sus intimidades, emociones, experiencias y deseos, en expresiones que incluyen también manifestar sus dolores y sus malestares, quebrando la regla de silencio y reserva que impone la pauta de la masculinidad omnipotente y dominante.

Un segundo conjunto de datos parece interpelar de lleno la línea de flotación de la masculinidad hetero hegemónica, lo que cuestiona la pretendida relación de hierro entre género-identidad sexual-práctica afectiva y sexual, y permite afirmar que la práctica no hace a la identidad.

Por ejemplo, casi 10% de los varones que tuvieron relaciones sexuales sólo con mujeres y casi 33% de los varones que tuvieron con varones y varones y mujeres se definen como bisexuales. A su vez, 4% de los varones que tuvieron relaciones sólo con mujeres no están seguros de su orientación sexual y 1% se autodefinen como homosexuales.

Por otro lado, 53% de los varones que tuvieron relaciones sexuales con varones y mujeres y varones se reconocen gays u homosexuales, 5% se presentan como heterosexuales y casi 10% no están seguros de su orientación o no se identifican con las orientaciones propuestas. En tanto, 14% de varones que tuvieron relaciones sexuales sólo con mujeres y 43% de los que estuvieron con varones y varones y mujeres dicen sentirse atraídos por varones y mujeres o por mujeres trans, varones trans, varones, mujeres en varias combinaciones identitarias.

La tensión constatada entre prácticas, orientaciones y atracciones parecería mostrar dinámicas entrecruzadas de cambios, permanencias y flexibilizaciones en las prácticas afectivas y sexuales y en las maneras de vivir las identidades por parte de estos varones. Esta evidencia interpela la perspectiva heteronormativa, binaria y excluyente asentada en la lógica de identidades estancas, rígidas e inmutables, desde la que se presumía, mecánicamente, el tipo de prácticas derivadas de cada una (o también a la inversa) y permite además vislumbrar un movimiento de resquebrajamiento de las pautas de la masculinidad tradicional (tanto hetero como homosexual).

Saliendo de la jaula patriarcal

El último conjunto de datos dice de manera contundente que, en una encuesta online y autoadministrada en la que figuraba la opción de no responder, los varones se atrevieron a explicitar sus vivencias de abuso, violencia y también de situaciones de relaciones sexuales no queridas.

En este último caso, haciendo tambalear la pauta normativa del desempeño sexual que todo varón debe cumplir por mandato en cualquier situación y trayendo la inédita dimensión de que estos varones reconocen que pueden “decir no”, pero que, aun así, en muchos momentos, sus derechos fueron violentados. De los 918 varones que mantuvieron relaciones sexuales sólo con mujeres, 4,5% declara que su primera relación fue forzada, pero 3,5% prefiere no responder. Asimismo, 17% declara que alguna vez en su vida alguien lo forzó a tener relaciones sexuales (pareja estable, ocasional o amigo/a).

Por otro lado, de los 433 varones que mantuvieron relaciones sexuales con varones y con varones y mujeres, 5,1% señala que su primera relación fue forzada, pero 3,7% prefiere no responder, mientras que 30% dice que alguien lo forzó a tener relaciones sexuales alguna vez en su vida (desconocido, pareja estable u ocasional, amigo y/o familiar).

Los aportes de estos 1.351 varones parecen mostrar la emergencia de otras formas de ser varón, cualquiera sea la orientación del deseo, mostrando flexibilidad, plasticidad, también permanencias, en las pautas que sostienen sus prácticas, relaciones y discursos. Habilitar, promover, ampliar y proteger los derechos de estas expresiones de nuevas subjetividades masculinas empáticas, abiertas, hablantes, respetuosas debería ser una tarea cotidiana y un compromiso ético de la sociedad toda. Comenzando por los propios varones.

Juan José Meré. Asesor en VIH, Fondo de Población de las Naciones Unidas y ONUSIDA. Lucía Pérez Chabaneau. Grupo de Investigación sobre Sexualidades, Departamento de Sociología, FCS – Udelar.


  1. La investigación fue implementada por el Grupo de investigación sobre Sexualidades del Departamento de Sociología (FCS - Udelar), conjuntamente con la Cátedra de Enfermedades Infecciosas (FMED - Udelar), el Fondo de Población de las Naciones Unidas de Uruguay y Onusida.