El 7 de octubre se cumplió un año del comienzo de la ofensiva de Israel en la Franja de Gaza, en respuesta a los ataques de Hamas y que hasta comienzos de este mes había dejado más de 42.000 personas muertas, según el Ministerio de Salud palestino. En el marco de ese aniversario, la organización Alianza por la Solidaridad-ActionAid –que trabaja en defensa de los derechos humanos en todo el mundo– publicó el informe Agentes del cambio: el papel de las organizaciones palestinas dirigidas por mujeres en situaciones de crisis, que documenta los impactos diferenciados de la guerra en las mujeres, las adolescentes y las niñas palestinas.
El documento, construido a partir de debates en grupos de discusión, entrevistas en profundidad y testimonios de activistas, trabajadoras y líderes comunitarias de Gaza y Cisjordania, revela que la crisis humanitaria derivó en un recrudecimiento de la violencia de género y sexual, el aumento de los matrimonios forzados de niñas, una sobrecarga de cuidados para las mujeres, y la pérdida de derechos sexuales y reproductivos, entre otras consecuencias.
Además, resalta el papel fundamental que tienen que desempeñar las mujeres “en un proceso de reconstrucción y recuperación de Gaza liderado por los palestinos y basado en los derechos”. “Es fundamental que las mujeres palestinas asuman un papel de liderazgo tanto en el proceso de recuperación de Gaza tras la guerra como en la consecución de una paz justa y duradera para los palestinos en general”, señala el informe, y agrega que, para eso, “se deben crear las condiciones, mediante la inclusión y el empoderamiento, para que se escuchen las voces de las mujeres” tanto “en el desarrollo y el intercambio de ideas” como “en la toma de decisiones”.
Más riesgos de sufrir violencia de género
El informe asegura que las mujeres palestinas enfrentan “riesgos intensificados de violencia de género”, incluidos abusos sexuales, explotación sexual y violencia doméstica, que, a su vez, “se ven exacerbados por el desplazamiento forzado a entornos superpoblados e inseguros”.
Al mismo tiempo, las mujeres y las niñas entrevistadas manifestaron preocupación por el hecho de que los múltiples desplazamientos “están alentando a sus familiares masculinos a imponer el matrimonio precoz de las niñas como mecanismo de supervivencia en medio de la escasez de alimentos, el cierre de escuelas y la pérdida de oportunidades educativas”.
Por otra parte, el documento señala que las activistas que viven en Cisjordania, en particular, “se enfrentan al acoso, el arresto y la detención, que a menudo incluye tortura psicológica y violencia sexual”.
En este contexto, las sobrevivientes de violencia de género “necesitan tratamiento para las lesiones y las enfermedades de transmisión sexual y acceso a suministros médicos, incluidos anticonceptivos de emergencia y tratamiento, así como apoyo psicosocial”, algo que es “prácticamente imposible debido a que el sistema de salud de Gaza está al borde del colapso”.
Todas estas condiciones “han erosionado el tejido social, aumentando la vulnerabilidad de las mujeres y privándolas de seguridad, dignidad y autonomía”, concluye la investigación.
El impacto en la salud mental, sexual y reproductiva
El informe señala que el impacto psicológico de la guerra es “devastador” para hombres y mujeres, pero que ellas “dicen sentirse más afectadas” por motivos como “la inestabilidad, los desplazamientos repetidos y la pérdida de privacidad, seguridad y dignidad”.
Al mismo tiempo, el reporte muestra que la tristeza es “una emoción omnipresente entre las mujeres y las niñas, aunque a menudo se internaliza, sepultada bajo la superficie de sus tareas y prioridades diarias”, y que incluso “muchas retrasan su duelo y priorizan las necesidades inmediatas de sus familias”.
Muchas mujeres también informaron una pérdida de autoestima y confianza “a medida que la vida diaria se convierte en una agotadora batalla por la supervivencia compuesta de tareas físicamente exigentes y repetitivas”, como “cargar pesados baldes de agua a largas distancias, recolectar leña, cocinar en fogatas al aire libre”, en un escenario en el que aumentó la ya existente sobrecarga de cuidados.
A esto se suma que las ideas suicidas fueron mencionadas “repetidamente” durante el intercambio en los diferentes grupos de discusión, tanto por mujeres y niñas como por hombres.
El estudio también identificó que el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva es prácticamente “imposible”, por lo que “los riesgos de protección para las mujeres han aumentado dramáticamente, amenazando su seguridad, dignidad y derechos fundamentales”.
La organización expresó específicamente preocupación por la “falta de protección” en materia de salud menstrual, si se tiene en cuenta que en Gaza hay unas 690.000 mujeres y niñas menstruando (según datos de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo) que se enfrentan a “la continua negación de ayuda, el desplazamiento forzado masivo y un sistema de salud devastado y desbordado por una enorme demanda, la falta de acceso a productos sanitarios, agua potable y privacidad”.
Por otro lado, el informe denuncia que “la atención obstétrica en Gaza se ha visto gravemente comprometida, ya que sólo dos de los 12 hospitales que funcionan pueden proporcionar servicios de maternidad”. Así, las mujeres embarazadas “se enfrentan a condiciones de alto riesgo, como una atención prenatal inadecuada y equipos médicos no esterilizados, lo que conduce a tasas más altas de complicaciones y mortalidad”. Personal de Unicef entrevistado por la Alianza por la Solidaridad describió las terribles condiciones como si los bebés fueran “entregados al infierno”.
El informe asegura que, pese a las graves dificultades, las mujeres palestinas “han surgido como líderes en sus comunidades, gestionando campamentos de desplazados, prestando servicios críticos y abogando por recursos”, lo que deja en evidencia su capacidad de “resiliencia y adaptabilidad en medio de la adversidad” y, por tanto, la necesidad urgente de reconocerlas como “actoras de paz” en cualquier negociación.