El viernes 6 de mayo tres mujeres lesbianas fueron asesinadas y una permanece en estado grave luego de que Justo Fernando Barrientos, un hombre de 62 años, lanzara un cóctel molotov a la habitación de una pensión en el barrio Barracas, en Buenos Aires, donde residían.

Pamela Cobas (52) murió casi indemediatamente debido a las quemaduras, mientras que su pareja, Mercedes Roxana Figueroa (43), murió dos días después por falla orgánica tras sufrir quemaduras en 90% del cuerpo. Andrea Amarante (42), en tanto, falleció en un hospital seis días después, y su compañera, Sofía Castro (39), la única sobreviviente, permanece internada en el Hospital del Quemado.

Ante la noticia, los colectivos uruguayos Tortas al Bar y Casa y Biblioteca Lesbofeminista MemoriaLes convocaron a una concentración, que se realizó en la tarde del lunes en la plaza Libertad, “en repudio al ataque lesbicida” y en “solidaridad con las lesbianas atacadas”, así como con los colectivos de lesbianas que se han manifestado en el vecino país.

En diálogo con la diaria, María Olivera, integrante de Casa y Biblioteca Lesbofeminista MemoriaLes, señaló que este ataque también es resultado de los “discursos de odio”, que “avanzan en Latinoamérica” contra un supuesto “lobby LGBT” y que “avalan” las propias autoridades e instituciones del Estado. Un ejemplo es la actitud del vocero presidencial argentino, Manuel Adorni, quien en conferencia de prensa, este martes, dijo: “No me gusta definirlo como un atentado a determinado colectivo”. Adorni expresó también: “Es injusto hablar sólo de este episodio cuando la violencia es más abarcativa”, según consignó Página 12.

Para Olivera, el triple lesbicidio representa un “ataque lesbo-odiante”, es decir, tiene una “especificidad: es un ataque contra lesbianas por el hecho de ser lesbianas”. “Bien sabemos que los feminicidios son producto de una violencia específica, que es misógina”, señaló Olivera, y apuntó que la raíz de este ataque es el “lesbo-odio”.

Sobre la respuesta del vocero presidencial, Olivera reflexionó que este tipo de comentarios “lo que hace es relativizar las violencias específicas sobre cuerpos e identidades específicos”, partiendo de una mirada “conservadora y neoliberal”. “Arengan contra todo aquello que se salga de la norma”, resumió.

Asimismo, señaló que el hecho de que las cuatro mujeres vivieran en una pensión también pone en evidencia cómo las crisis económicas, como las que enfrenta, en este caso, Argentina, profundizan la desigualdad. La población LGBTI+ “sufre de manera doble o triple el poco acceso a la vivienda”, apuntó Olivera en ese sentido.

Por otra parte, reivindicó el pedido de los colectivos de lesbianas en Argentina de cambiar la carátula del crimen a lesbicidio. “Entendemos la necesidad de que se nombre por lo que fue”, expresó, y remarcó: “No fue simplemente un homicidio”.

En la proclama que leyeron los colectivos, el martes, se expresa que el homicida “no es un loco ni perpetró un crimen aislado”. Al respecto, la militante señaló que en Uruguay hay una importante “herencia” de la luchas de los colectivos feministas, que han evidenciado que la violencia machista es un problema “estructural” y que está vinculado a la “ausencia de políticas públicas”. En esa línea, mencionó que dentro de la plataforma reivindicativa de los colectivos LGBTI+ está la creación de políticas enfocadas en soluciones habitacionales para esta población, así como en la reapertura de los programas e institutos que cerró el gobierno de Javier Milei, como el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo, y la participación de esta población en los lugares de decisión.

En la manifestación, Tortas al Bar y Casa y Biblioteca Lesbofeminista MemoriaLes señalaron: “Estamos acá para decir que el lesbicidio es la última consecuencia de una cadena de violencias que sostienen que nuestras vidas lesbianas tienen que ser corregidas, moderadas o silenciadas, donde el Estado es cómplice y responsable, así como las instituciones competentes, y también nosotres: como vecines o familiares, amigues o compañeres de trabajo, que por omisión o incompetencia, vemos pasar la violencia frente a nosotres y nada hacemos”.

“Pero también estamos acá para recordarnos que juntes somos fuertes, que necesitamos construir comunidades y alianzas lesbo-trans-feministas para sostener nuestras vidas y acuerparnos frente al odio. Volveremos a esta plaza cada vez que sea necesario condenar la violencia machista y lesbotransfóbica, construir memoria de lucha, sabernos juntes y en alerta, besarnos ante el odio, acuerparnos frente al neoliberalismo y sus políticas de ajuste y violencia contra les de abajo”, finalizaron.