La política suele moverse al ritmo de la urgencia: un proyecto de ley, una crisis, una encuesta de la semana. Pero hay otra dimensión del país que cambia en silencio. No aparece en los titulares diarios ni en la discusión inmediata, aunque termina moldeando decisiones, liderazgos y climas sociales. Es el Uruguay que no se ve: el de las creencias, las expectativas y los valores que se transforman lentamente, por debajo de la superficie.

Con la mirada puesta en esas corrientes profundas, la Comisión Especial de Futuros del Parlamento uruguayo busca pistas sobre el país que viene. Los legisladores evalúan sumarse a una nueva edición del Estudio Mundial de Valores, una investigación internacional que busca identificar los cambios profundos -lentos, pero decisivos- en las creencias, expectativas y valores de la sociedad.

La iniciativa parte de una premisa clara: los grandes giros políticos, sociales y culturales no surgen de un día para el otro, sino que se gestan en capas subterráneas que rara vez aparecen en la agenda inmediata. “Contemplar a la opinión pública es igual que contemplar el océano. (...) Muchas veces estamos entretenidos con las corrientes que chocan, con las olas que salpican, con las espumas y con los humos que nos impone la superficialidad de la vorágine cotidiana, pero en la sociedad cambian las superficies profundas, que tienen que ver con los valores”, explicó ante los legisladores el director de Opinión Pública de Equipos Consultores, Ignacio Zuasnabar, al presentar los resultados del último relevamiento realizado en Uruguay en 2022, según consta en la versión taquigráfica de la comisión que se realizó el 15 de diciembre.

Citando al politólogo estadounidense Ronald Inglehart, Zuasnabar dijo que la sociedad tiene mucha información sobre el desarrollo de la economía y de la democracia, “pero pocos a nivel social y de valores”. “Él decía que esta dimensión social y de valores es realmente necesaria para entender el devenir del desarrollo, que es económico, político y también social, y que necesita los tres componentes”, añadió.

Valores que anticipan escenarios

El Estudio Mundial de Valores se aplica en más de 80 países y se repite cada cinco años. Uruguay participa desde 1996, lo que permite observar tendencias de largo plazo. La última encuesta se realizó en 2022 y en aquella oportunidad la Comisión de Futuros también participó de la concreción del proyecto. Lejos de medir climas pasajeros, la encuesta indaga en dimensiones como bienestar subjetivo, las temas que importan a la sociedad, la confianza en las instituciones, los valores de género, de autoridad y orden, el orgullo nacional, ideología política y democracia, medios e información, las actitudes hacia la inmigración, inteligencia artificial, entre otros.

“La primera finalidad del estudio es comprender las tendencias en los cambios de valores, comparados con nosotros mismos, a lo largo de las últimas décadas. Por eso creo que la Comisión de Futuros es el ámbito ideal para inscribir un proyecto de este tipo, en primer lugar, porque es un espacio –obviamente– legislativo, plural y pluripartidario, y en segundo término, porque muchos de los enfoques de los estudios mundiales de valores tienen que ver con analizar las tendencias, y las tendencias, como ustedes saben, permiten mirar hacia adelante”, explicó Zuasnabar.

Según el último estudio realizado en 2022, Uruguay se ha “vuelto más tradicional en algunos valores”. “Por ejemplo, hay una mayor demanda de autoridad, una búsqueda de autoridad y orden que es bastante notoria; ese es uno de los grandes cambios culturales de los últimos años, para el cual todavía no tenemos explicaciones cerradas”, afirmó.

Asimismo, la sociedad uruguaya se ha movido hacia valores “más vinculados hacia la autorrealización y autoexpresión”. “¿Qué cosas nos importan a los uruguayos? La familia, el trabajo, el tiempo libre, los amigos, la política –aunque no está pasando por un buen momento–, la religión”, señaló el experto.

Aunque el 87% de la población sigue considerando que la democracia es el mejor sistema de gobierno, un 44% afirma que vería con buenos ojos a un “líder fuerte” que no tenga que someterse al Parlamento ni a elecciones. “Esto es algo llamativo para los que venimos estudiando cultura democrática en el Uruguay; convive con la idea de que la democracia es lo mejor, pero si viene un tipo que me resuelve todo, eso se lleva el 44% a favor y el 44% en contra”, afirmó Zuasnabar.

El experto sostuvo que cuando se observa este tipo de cifras, se puede llegar a pensar que “quizás no estamos tan inmunizados como creemos (...) esto de creernos solamente los campeones de la democracia y ya está, eventualmente puede tener sus riesgos”. “Uruguay sigue siendo un país con fuertes credenciales democráticas, pero no está inmunizado a tendencias que se observan a nivel global”, advirtió.

La postura de varios legisladores

Para varios integrantes de la comisión, estos indicadores no son meras curiosidades académicas, sino insumos estratégicos para pensar políticas públicas futuras. La senadora frenteamplista Patricia Kramer indicó que este tipo de mediciones son claves para tomar mejores decisiones políticas.

Kramer planteó, además, interrogantes sobre los límites y potencialidades metodológicas de este tipo de investigaciones. Se preguntó hasta qué punto esas “capas profundas” —que no siempre se manifiestan de forma explícita— pueden integrarse en la lectura cotidiana de la realidad política y social. En particular, cuestionó cómo esos sesgos menos visibles, vinculados a emociones, percepciones y malestares colectivos, pueden ser incorporados de manera sistemática para anticipar transformaciones futuras.

Otro de los puntos que puso sobre la mesa fue la distancia entre lo que las personas declaran en encuestas y lo que efectivamente hacen. La legisladora advirtió sobre la tendencia social a ocultarse o incluso a autoengañarse respecto a los propios valores, aun en estudios anónimos.

Por su parte, el diputado por el Partido Colorado Carlos Rydstrom consideró que el estudio es una “oportunidad y una obligación”. “Es importante contar con información técnica adecuada sobre el conocimiento de nuestra sociedad. (...) Todos los partidos que aquí estamos representados queremos defender convicciones democráticas, queremos defender el concepto de República y de la separación de poderes, y tenemos la oportunidad de tener un diagnóstico de cuál es la apreciación de la ciudadanía respecto a eso”, argumentó.

En la misma línea, Kramer dijo que este estudio representa una “señal y una oportunidad” para la Comisión Especial de Futuros, que tiene en su esencia análisis prospectivos. “Mi opinión es que esta comisión haga el mayor esfuerzo por liderar este proceso”.

El presidente de la Comisión, Daniel Borbonet, señaló que enviará la propuesta del estudio a la presidencia de la Asamblea General.

Futuro de la educación

Durante la comisión, los legisladores también establecieron como una prioridad para el trabajo legislativo el análisis de la educación del futuro, tal como habían anunciado a la diaria en noviembre distintos representantes.

“La idea es tratar de tener, a partir del año que viene, una ruta con respecto a educación y futuro”, indicó Borbonet durante el encuentro. Semanas antes, el senador frenteamplista explicó, en diálogo con este medio, que el trabajo de la comisión no sólo se postergó por el debate del presupuesto, sino también por el cambio que tuvo que realizarse luego de que la exsenadora Silvia Nane dejara la presidencia de la comisión para asumir como directora de Desarrollo Sostenible e Inteligente de la Intendencia de Montevideo.