Las chicas españolas hicieron historia. España y México peleaban por obtener por primera vez este título en la categoría femenina. España ya había disputado una final del mundo que no pudo ganar, con Japón en 2014. Las ibéricas tienen más que merecido este título. El trabajo en equipo para poder llevar adelante su característico tiki-taka –juego que, advirtieron, no cambiarían bajo ninguna circunstancia–, la dinámica, la agresividad y la contundencia que demostraron en cada partido generaron el favoritismo que después concretaron en forma de copa. No en vano, dos de las tres goleadoras del torneo son españolas: Irene López y Claudia Pina. La tercera fue Mukarama Abdulai, de Ghana, que también fue calificada como la mejor jugadora del torneo. Catalina Coll, también española, fue distinguida como la mejor golera.

El primer gol del encuentro llegó a los 16 minutos, tras un pase perfecto de Salma Paralluelo. Pina –que llegaba con seis goles en seis partidos– culminó la jugada como ella más sabe: gambeta perfecta para desparramar a la defensa mexicana y definición de puntín para dejar sin chances a la arquera azteca. El partido siguió como desde el minuto 0: dominio total del conjunto ibérico que plasmaba en la cancha lo que había mostrado en todo el Mundial. Juego colectivo, tenencia del balón, agresividad para presionar, y un ida y vuelta incansable sobre todo de una de sus figuras, la número 18, Eva Navarro.

La segunda anotación cayó a los 26 minutos, cuando Pina abrió la pelota y, como en todo el primer tiempo, encontró a Navarro, quien con una bicicleta dejó atrás a su rival y con un certero buscapié encontró a quien había empezado la jugada, Pina, que puso el 2-0. Tres minutos más tarde llegó el descuento para México: un córner encontró a Denise Castro, que de cabeza puso el 1-2.

En el segundo tiempo México hizo méritos para empatar el partido, mientras que España sintió el cansancio lógico de haber jugado un Mundial de manera muy intensa. Las aztecas no lograron un juego tan vistoso como el de sus rivales y, aunque se adueñaron de la pelota y tuvieron las chances más claras, no les alcanzó. España es una justa campeona, una selección que fue superior a todas las rivales que enfrentó, que desplegó un juego casi perfecto e hizo que mucha gente se acercara a verlas. Las rojitas mostraron ser consecuentes con su idea y filosofía de juego, pusieron lo colectivo y el buen trato del balón por sobre todas las cosas. Enhorabuena, España.