Progreso cambió. Vive el presente con alegría y de puertas abiertas, ahora más que nunca. La sonrisa en las caras de los vecinos de La Teja brilla como la casaca aurirroja que sale cada fin de semana a la cancha. Pero el laburo es diario. Las luminarias se construyen a base de esfuerzo e incluso, muchas veces, lo deportivo pasa a segundo plano. El compromiso solidario y social siempre estuvo presente. Tras una serie de acuerdos con la Unidad de Trabajo del Uruguay (UTU), en la Sala Madrid, donde durante mucho tiempo funcionó un comedor infantil, se ubica un centro educativo de gastronomía e informática hace aproximadamente seis años. Posteriormente se dio el acuerdo para restaurar el viejo Cine Miramar, que se convirtió en el recientemente inaugurado Teatro Progreso, una joyita para la zona. A la sala se la denominó Ángel Curotto, que fue uno de los creadores de la Comedia Nacional, dramaturgo y cronista teatral.

Agustín Montemuiño, secretario general de la institución desde 2015, comentó a la diaria que desde que dejó de funcionar el tablado, la institución no tenía un acercamiento cultural con el barrio y considera trascendente retomarlo. Si bien sigue habiendo carnaval en la zona en el Anfiteatro del Espacio T, ubicado a un par de cuadras de la sede de los gauchos, el club extrañaba la organización de espectáculos culturales. El nuevo espacio aumenta las posibilidades para los jóvenes de la zona oeste de Montevideo, con una apuesta fuerte para generar una integración educativa y social. La capacitación, formación y desarrollo apunta a cursos gratuitos de música, guitarra, corte y confección, plástica y teatro, entre otros. Las inscripciones comenzarán próximamente.

Otras realidades

La esquina de Carlos María Ramírez y Ascasubí, donde se encuentra la sede social, está distinta, desde su fachada moderna al movimiento constante de la zona. La institución vive de puertas abiertas y actividad permanente; los jóvenes que van a estudiar y los residentes tejanos consultan con entusiasmo sobre nuevos espectáculos y la forma de conseguir las localidades para visitar la nueva atracción artística de la zona. Esta realidad era impensada hace tres años: el club estaba inmerso en una profunda crisis social, económica y deportiva. El 5 de mayo de 2015, en asamblea de socios, un grupo de seis jóvenes hinchas, en su mayoría sin experiencia, formaron una Comisión Provisoria y tomaron el mando de la institución, en lo que significó el puntapié inicial del cambio institucional. “Era insostenible lo que estaba pasando, y quien dice que están mal las cosas, debe hacerse cargo de cambiarlas. Hay momentos que el club te toca la puerta y tenés que estar”, recordó Montemuiño. “Apelamos a ese espíritu que tenía Pistola [Daniel Marsicano] de salir a buscar el dinero como fuera para poder jugar, nos acordamos de ese empuje que tenía él, sin importar qué consecuencias pudiera tener, fue una parada importante”, enfatizó Agustín.

Hay que jugarársela

Progreso recibe elogios por cómo juega el primer equipo masculino; con ese toque atildado que siempre busca el arco rival y trata bien la globa. Los de Marcelo Méndez son una de las sensaciones del Campeonato Uruguayo y esa mezcla de alegría e ilusión por repetir la década del ochenta desvela al barrio. El 2018 ofreció motivos de sobra para creer que el camino transitado es el correcto. Recientemente el plantel femenino se coronó campeón de forma invicta del Apertura de la B en su primer año de competencia: “Nos llegó una propuesta interesante y decidimos darle lugar”, dijo Montemuiño. Más allá de la competencia deportiva, se apunta desde el club a aportar una mirada integradora y de igualdad de género que se identifica con el momento social que se vive en Uruguay. La gente está entusiasmada con las gauchitas. Además, Progreso compitió por segundo año consecutivo en Fútbol Playa, colocándose entre los seis mejores del certamen y retomó una actividad histórica de la institución: el ajedrez, con una sala equipada en la sede social.

La directiva sabe que la estabilidad económica en nuestro fútbol es difícil de sostener, por lo que la apuesta a las divisiones formativas se impone. Montemuiño considera que son “el porvenir” desde el punto de vista deportivo, pero también desde el ingreso de dinero por la venta de jugadores. En el gaucho todos saben que “el trabajo es progreso” y así lo siente la actual Comisión Directiva de la institución que, a decir de Montemuiño, tiene claro que no puede ser de otra manera: “Tenemos que trabajar para conseguir recursos, quizás en otra situación deberíamos ser administradores, pero acá no corre. Por eso cuando se logran las cosas la satisfacción es un poco mayor, por suerte hay mucha gente trabajando por el club”. Montemuiño considera que el futuro institucional es alentador si se mantiene la línea trazada en los últimos años, aunque también sabe que a fin de año hay elecciones y que puede ser un buen momento para que nuevas camadas se sumen con ideas renovadoras.