Hoy a las 16.15 hay clásico del Río de la Plata. Se jugará en Tel Aviv, Israel, en el estadio Bloomfield. Allá, en Tel Aviv, el estadio estará lleno de uruguayos judíos, de argentinos judíos enamorados para siempre de esas camisetas a las que quieren como a sus madres, exactamente al revés que un siglo atrás, cuando en Montevideo o en Buenos Aires esos migrantes, con su madre patria lejos, se enamoraban para quedarse para siempre con la celeste o con la albiceleste. Entonces, más allá de Luis Suárez-Lionel Messi, de ser el partido con más historia, de que sea la primera vez que jugarán en el continente asiático, cómo no pensar en Uruguay y Argentina con nociones de sociedad, de patrias aluvionales,de desarrollos tan tempranos como impensados; en iniciaciones, en el Indio Pedro Arispe, en identidades, adhesiones, sueños y frustraciones fundidos en una identificación popular tan racional como la educación y el desarrollo, tan irracional como proyectar que un color legado por unos hombres que corrían detrás de una pelota conformaría la noción de patria.

El encuentro será el 190 de manera absolutamente oficial y con las dos asociaciones –AFA y AUF– fundadas y desarrolladas, pero son más de 200 si contamos todos los partidos que de manera institucional han jugado uruguayos y argentinos desde 1901. Justamente aquel, el primero, no cuenta en esta lista que hoy llevará su ordinal al 190, porque fue organizado por Albion. Desde ese día y hasta 1910, el fútbol entre naciones independientes sólo repetía una y otra vez el cruce del Río de la Plata, para que se enfrentaran con extrañas camisetas que finalmente dieron lugar a la celeste y la albiceleste. Hay noticias en América que revelan que se enfrentaron entre ellos 15 veces de manera consecutiva en aquellos inicios. Es sin dudas el encuentro-disputa que conforma el primer gran desarrollo del fútbol moderno, cuando en el Río de la Plata se desenvolvió el fútbol más rico del mundo.

Es maravilloso encontrarnos, y aun más en estos nuevos viejos tiempos. Uruguay, tras aquel primer tiempo de excepción el viernes en Budapest (y la posterior victoria 2-1), y Argentina, con esa solvente victoria ante Brasil 1-0. Son, somos la historia misma del fútbol, y cada partido entre uruguayos y argentinos tiene ese componente de tensión, emoción, expectativa, nervios, placeres, frustraciones y el inevitable después qué de nosotros, los que estamos del otro lado de la línea de cal, y de los jugadores, los técnicos, los que tienen la concesión del alma del fútbol.