Hace 13 años nacía la diaria, y eso, parece, me resultará inolvidable y estremecedor por los años de los años. Hay momentos de la vida que nos parecen inolvidables, que siempre los tenemos en el recuerdo, pero cuyo impacto inicial se va desgastando con el tiempo hasta quedar en, eso en el recuerdo liso y llano. Sucede que un nacimiento sugiere vida, y entonces uno recuerda y no olvida el día del alumbramiento pero festeja, saluda y recuerda para proyectarse el día a día que siguió al nacimiento, envasándolo y midiéndolo en años.

¡Pahhh! la diaria es mi novia, mi hija, mi vuelta olímpica, mi sueño plagiado a originales soñadores. la diaria es victoria, porque ninguno de los amargos días de los viejos almanaques nos acostumbramos a perder. Nunca nos conformamos con la suerte de los perdedores, y tal vez por eso tratamos de reafirmar la pasión lúdica de escribir atrás de una pelota, de soñar y de trancar por la vida. Publiqué mi primera nota en diarios en 1982, y la penúltima ayer. Primero creí que lo mío era escribir, después me convencí que era la radio, y ahora creo que lo mío es la vida. He trabajado en las más diversas redacciones de diarios y revistas que arrastraron por el mundo la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser, y le tengo ganas a otra forma de prensa desde el 20 de marzo de 2006, cuando nació la diaria.

Deportes, como la diaria, apareció de callado con su discutido perfil propio, se hizo amigo/a aún de aquellos que le tienen una natural alergia a los tipos con cara de pelota, y pretende operar como herramienta política para desempetrolar la sensibilidad, la solidaridad y la equidad social. Con el paso de las diarias quedó de manifiesto que uno de los objetivos de nuestra sección es posible: se puede, a través de una pretendida buena lectura, de la cotidianeidad y de la mínima sensibilidad captar lectores que por una razón u otra evitaban cualquier contacto con páginas en cuyo acápite está la palabra “deporte”. Definitivamente, apostamos a un trato más humano con el deportista y sin pretender hacer extensión nos gusta colgarnos con datos geopolíticos o históricos que le den el marco justo a la crónica o que aporten para la información.

La consideración que un crítico, especialista o idóneo en la materia debe tener con un equipo de deportistas debe ser la misma que el asistente, televidente o seguidor. Emparejar para arriba. No hay escuela para ello, ni para unos ni para otros. No somos nosotros escuela. Nuestros maestros de la vida y los procesos racionales-emocionales con los que crecemos de un lado o del otro de la línea, tras el alambrado, frente al televisor o con los auriculares hacen, o deberían hacernos ver que un día hay que dejar de putear al línea, de someter con exabruptos al 5 rival, descalificar a nuestro lateral derecho o gritarle de lejos “burro, andate” a nuestro técnico.

El respeto, la información y la ecuanimidad se llevan bien con las emociones, con los gozos y las sombras de los espectáculos deportivos y aceleran el entendimiento de las situaciones. Desde la diaria sabemos que solemos tomar algunas decisiones que serían controversiales en otras salas de redacción, y que con seguridad en algunos casos tengan matices y desajustes con el articulado sistema de necesidades recreado y armado para el receptor. Como otras tantas veces elegimos y ejecutamos como acontecimiento que merece atención e información temas, personajes, actividades que no son ni serán editadas para un noticiero o programa de TV y que difícilmente consigan más de cinco líneas en los suplementos deportivos.

No siempre la agenda impuesta por el sistema, por la necesidades del mismo, por la estandarización de no molesto ni me molesto para conseguir estos insumos que después nadie tendrá en cuenta es la que vale o rinde. Del mismo modo que no siempre hacerse el nunca visto e ir a cubrir el campeonato metropolitano de carrera de caracoles o la final de sub 70 de balero y lanzamiento de trompo con chaura corta te legitima como gran periodista o mejor conductor.

Desde tiempos inmemoriales nos vivimos cuestionando, discutiendo, evolucionando. Desde hace 13 años en la diaria también, en deporte también, y ahora que venimos surfeando la ola de los medios sociales, de la inmediatez absoluta, de la omnipresencia de registros, más nos preocupa el encare, la crónica, la noticia, la imagen como lenguaje narrativo.

la diaria vive y vibra con el deporte y trata de abarcarlo en una concepción integral que lo entrelaza con la vida cotidiana, con la política, la cultura, la economía y hasta con el libro gordo de historias mínimas que dan registro a la vida de la sociedad. Salimos a la cancha por una necesidad propia de emisor que busca la interacción con su receptor para volcar insumos informativos y de opinión, certezas, dudas, puntos de vista ordinarios y extraordinarios que no siempre tienen caja de resonancia como canal regular y sistemático.

Nuestra táctica y estrategia se afirma en la defensa de los preceptos periodísticos, brindar información y opinión con ecuanimidad. A veces la sacamos del estadio pero le ponemos pundonor y vergüenza en no saltearnos ninguno de los protocolos periodísticos básicos en cuanto a la búsqueda y difusión de la información, así como en la generación de ideas a través de la opinión y discusión.

Y acá estamos.

Hoy es 20 de marzo de 2019.