[Esta es una de las notas más leídas de 2019]

El Complejo Celeste descansa. Se le nota cierta paz interior. Aparente paz, como trabajo de hormigas: no hacen ruido, pero laburan. En una de las salas la sub 17 que prepara el Sudamericano, en los vestuarios de atrás de la cancha sintética se cambian las mujeres de la mayor femenina. En el jardín principal, con naturaleza, el Maestro da una entrevista. Se habla de todo: del juego, de renovarse, de desafíos, de estructuras, de lo que se proyecta y de lo que falta, tanto en la selección como en el fútbol local. Con voz firme, mucha gestualidad y con el manejo del silencio como herramienta, Tabárez habló de todo con Garra, siempre mirando a la cara.

China Cup a la vista, año de Copa América. ¿Cómo trabaja a esta altura de la temporada?

Hacemos el seguimiento de los futbolistas. Estamos en contacto con todos, sobre todo con los que no están jugando o están en el banco de suplentes. Porque no hago el seguimiento para decir “este va a quedar en la selección porque jugó bien hoy”. Por ejemplo, a Luis Suárez no lo miro con esa intención, aunque él me puede mostrar muchas cosas nuevas. Me puse contento cuando marcó los dos goles contra Real Madrid porque hoy Suárez no es “gordo”, no tiene la rodilla hecha un “desastre”, no tiene una “sequía” de no sé cuánto tiempo. Suárez tuvo algunos altibajos en su carrera por hechos que él ha protagonizado y le han sucedido, pero siempre con profesionalidad respecto de los cuidados personales, de su vida familiar, de cómo aprovechó el lugar donde está para crecer. Siempre superó los desafíos. Con Diego Godín pasa lo mismo. Tuvo algún problema de lesión, pero aparece en los partidos que tiene que aparecer.

Se acerca el final de la temporada en Europa y es un año importante para la selección, ¿cómo se comunica con los equipos para citar o no citar a los futbolistas?

Las citaciones están reglamentadas por FIFA, cada vez más a favor de los clubes europeos y menos a favor de las selecciones tercermundistas. Desde hace dos Eliminatorias en la final de la Champions League se excluye a los futbolistas de integrarse en los plazos que están establecidos para todos. Este año, si hay algún uruguayo que juegue la final de la Champions llegará a principios de junio, y en la segunda semana de junio tenemos que irnos para la Copa América. Nosotros, y la mayoría de los equipos –quizá Argentina apostó a algo nuevo ahora–, tenemos una base en la que nos apoyamos para encarar esas competiciones, pero cada vez hay menos tiempo para las preparaciones, cada vez somos más seleccionadores y menos entrenadores respecto del tiempo disponible.

Oscar Washington Tabárez.

Oscar Washington Tabárez.

Foto: Sandro Pereyra

En ese sentido, la base con la que cuenta Uruguay colabora.

Claro, hay una historia atrás de jugadores que han estado desde el primer momento y de otros que se han integrado más tardíamente, pero algunos de ellos ya tienen un Mundial encima, que es una experiencia muy significativa.

Es difícil pensar en un Mundial o en la selección sin Luis Suárez, Edinson Cavani y Diego Godín. ¿Cómo afrontará o actuará sobre la sustitución de deportistas que ustedes moldearon como engranajes fundamentales? Suárez, Cavani y Cáceres tendrán 35 años en Catar 2022; Godín, Muslera y Stuani, 36, por mencionar algunos.

No hago ese tipo de cálculos, si no me dedicaría a otra cosa, a adivinar la suerte, por ejemplo. Esto no es así: un jugador de 35 años puede ser decisivo y otros abandonan el fútbol desde antes. Hay una realidad individual y nosotros, si hacemos un seguimiento, los estamos viendo. Para jugar una Eliminatoria o un Mundial hay que estar sano, hay que rendir mucho físicamente, no voy a jugar porque me llamo de determinada manera. Pasó con [Diego] Forlán, [Diego] Lugano, [Egidio] Arévalo Ríos, el Ruso [Diego] Pérez, Palito [Álvaro Pereira], [Sebastián] Eguren. Es parte de la cosa. No hago demasiados vaticinios y no pierdo tiempo en ese tipo de pensamientos porque trato de ocuparme de cosas más concretas. Ahora tenemos la China Cup, que es un antecedente para la Copa América, y vamos a enfocarnos en la principal meta de todos estos períodos: llegar al Mundial siguiente. Pero antes estará la Copa América y vamos a buscar lo mejor; desde el punto de vista histórico es muy importante para nosotros, pero además es la oportunidad de plantearse desafíos, confrontarse y tratar de conseguir lo máximo.

La llegada de nuevos jugadores a la selección mayor ha sido planificada, ¿en qué momento estamos ahora?

Ojalá tuviéramos otra selección después de la sub 20, pero los que terminan de jugar el Sudamericano están, vamos a decir, en el punto más alto de la escalera. Toda la experiencia que han acumulado y lo que han trabajado los entrenadores ha dado sus frutos. Para dar un ejemplo, algunos de los que participaron en el Sudamericano de 2017 y el Mundial de la categoría jugaron al año siguiente el Mundial de mayores. No se puede asegurar eso, hay que ver cómo se desarrollan las cosas, las necesidades que tiene el equipo y los espacios que el equipo puede dar respecto de ciertos sectores del campo, ciertas posiciones. Estamos atentos, hemos transformado en una realidad la intención de aquel proyecto de selecciones que presentamos en 2006; la principal bolsa en la que íbamos a meter la mano a la hora de precisar jugadores sería la de los juveniles. Ahora se dio una circunstancia que se venía insinuando por propias declaraciones de Fabián [Coito], que nos dijo que tenía ofertas, las estaba considerando y luego tomó la decisión. Vimos la situación e inmediatamente tuvimos la solución en casa: Gustavo Ferreyra. A nivel de medios hasta encuestas se hicieron para ver quién tenía que ser el reemplazante, con un desconocimiento total y un desprecio por el proceso de selecciones juveniles, que imagino que ni siquiera lo leyeron ni les interesa, una cosa que contrasta totalmente con la opinión que se tiene desde el exterior.

La competencia interna ha sido criticada por la falta de profesionalismo de algunos clubes, pero siguen saliendo futbolistas de nivel. ¿Cómo lo explica?

No pasa con todos los equipos, tenemos la estadística: hay equipos que están en el fútbol profesional uruguayo que nunca han aportado un jugador a la selección. Y eso no es porque los estigmatizamos, es porque no tienen jugadores de nivel. Cada vez que empieza un proceso de trabajo en juveniles los entrenadores van a ver los partidos.

¿Qué falta profundizar, entonces?

Lo que ojalá venga ahora: que los clubes tengan mayores ingresos y que realmente puedan ser más profesionales, con la obligación de tener divisiones juveniles y que funcionen con las licencias profesionales, como ocurre en todos los medios más calificados. ¿Por qué eso no se puede hacer en Uruguay? Hay gente que dice que es imposible, yo pienso que se puede hacer. Pero hay que hacer las cosas distinto de como se hicieron hasta ahora. Acá hay algo que se está haciendo mal. Sé que la palabra “intervención” es una palabra dura. Lo entiendo. Pero cuando dicen “nosotros no hicimos nada para recibir esto”, ¿qué significa no hacer nada? ¿Que no cometieron ningún delito? Podemos estar de acuerdo. Pero capaz que dicen que no hicieron nada para tener un fútbol profesional. Conviven realidades diferentes. Defensor es un ejemplo de cómo formar cuadros profesionales, a través de un trabajo que se empezó a profundizar desde la segunda mitad de la década del 80 y tiene las características que tiene ahora. Organizaron una estructura que ya está aceitada y es la institución que más aporta a las selecciones uruguayas. Eso tiene una razón de ser. Pero convive esa realidad con otra de equipos que están en las antípodas. Una cosa a contramarcha de toda base conceptual. Y no es una cuestión de solidaridad entre equipos profesionales, es de corporativismo. Porque toleran que gente que no es profesional desarrolle actividad profesional. Eso no es bueno. Se necesitan cambios. Miren lo de River y Liverpool. Si nosotros tuviéramos un fútbol donde esos dos, que trabajan bien en juveniles, tuvieran más posibilidades de ingresos, más posibilidades de inversión, más potencial económico para desarrollar ideas que sean en función del crecimiento, el fútbol uruguayo tendría mejor actividad desarrollada en un concierto de equipos en donde todos tuvieran posibilidades. Hay gente que quiere cosas mejores, y, según mi interpretación, hay otros que apuestan a que siga lo mismo para conservar ciertos espacios de interés. Son rasgos culturales que tienen que modificarse. Serán los más difíciles de lograr, pero hay que ponerse en carrera. Hay que buscar las soluciones, si no va a ser difícil.

Oscar Washington Tabárez.

Oscar Washington Tabárez.

Foto: Sandro Pereyra

¿Cómo convivió con lo que iba sucediendo en la AUF? ¿Tiene esperanzas de que cambie, ahora, con lo visto?

Sí. Todo lo planificado en algún momento fueron intenciones, y algunas cosas se concretaron. Desde mi punto de vista no se puede entrar en ciertas decisiones. Por ejemplo, en las grandes organizaciones futbolísticas hay cierto nivel de toma de decisiones que le corresponde al sector directriz. Usted va al Barcelona y ciertas decisiones no las toman [Ernesto] Valverde, [Lionel] Messi ni Suárez. No quiere decir que no se los consulte, pero la estrategia deportiva, todo lo que tiene que ver con su viabilidad económica, el relacionamiento con sus aficionados y socios, el contratar gente para que lleve adelante el club, todo eso se toma a determinado nivel. Y tiene que seguir haciéndose así, en España y en Uruguay, en la Premier League o en Argentina. Pasa por un crecimiento y por pensar en el bien común de todos los sectores. Es una tarea a largo plazo; siempre hay inconvenientes, somos humanos y pasa, a veces son errores, otras es corrupción. Pero, si pretendemos seguir teniendo posibilidades en la competición internacional, tenemos que tener un medio local más sustentable, más lógico, que forme a sus jugadores, que cree en sentimiento de identidad y que a la hora de transferir a un futbolista los clubes no se vean fijando precios apremiados por las necesidades; la decisión de transferir debe corresponder a procesos estratégicos, no a precios de liquidación, más allá de necesidades comprensibles. No lo vi personalmente ni participé en ninguna charla de [Javier] Tebas [presidente de la liga española], pero vino a Uruguay y supe cosas que dijo. De lo que me enteré fue de que, como diagnóstico de cuando empezó su trabajo, encontró 23 equipos en quiebra, desde Primera hasta Segunda B. Y a lo primero que apuntó, antes de pensar en los posibles ingresos, fue a los controles: cuánto te entra, cuánto podés gastar. Esa es la principal ecuación. Y ahí se ve si un equipo puede ser profesional o no. Eso no puede fallar. Y no importa la forma, si es por sistema de socios, si es sociedad anónima, si es una fundación o lo que sea. Se necesitan cambios positivos para después crear una estructura que perdure en el tiempo.

¿Cree que es cultural la matriz de todo esto?

No es cultural ya. Es de informarse y tratar de hacerlo mejor. En todos lados los derechos televisivos son adjudicados a empresas, y esas empresas pagan determinados costos. Es muy difícil saber lo que vale eso, depende de la oferta que puede haber. Pero si no alcanza ni medianamente para tener un fútbol profesional lógico y autosustentable, algo está mal. Entonces, ¿para qué jugar un fútbol profesional? Juguemos fútbol amateur, si no podemos, y dejemos de competir a nivel de FIFA. Si no es siempre a contracorriente de las condicionantes, que cada vez pesan más. Mire, a veces tengo que escuchar que en 13 años un cuarto y un quinto puesto en un Mundial y una Copa América ganada son poca cosa. Y pregunto: ¿cuánto lograron Brasil y Argentina en este tiempo? Porque si lo nuestro es poco, lo de ellos es nada. Y mire de quién estoy hablando. En los últimos 44 años, desde 1974, que fue el inmediato a un Mundial donde hay un éxito tangible, como un cuarto puesto en 1970, a partir de ese momento se jugaron muchos mundiales. En alguna oportunidad dejamos de ir a dos consecutivos. En todos esos mundiales se jugaron partidos. ¿Ustedes saben cuántos partidos se ganaron? Se ganaron 11 partidos. Diez en el proceso de 2010 para adelante. Y un partido, que no es motivo de orgullo ni nada por el estilo, en Italia 90. En todos los demás no se ganaron partidos. Entonces, por comparación, se podría esbozar la posibilidad de que trabajando de determinada manera, organizadamente, con una visión temporal de los medianos y largos plazos, y preparándose específicamente, se hacen mejor las cosas. ¿Y por qué el fútbol local está exento de todo eso, si somos tan pobres como en aquel momento? Al hacer ciertas cosas los ingresos que logró Uruguay fueron mayores, y por suerte se reinvirtieron en este complejo y hubo crecimiento. Si eso no pasaba hubiéramos caído en la misma. Nosotros, por contrato, tenemos la obligación de asesorar y defender la parte deportiva de las selecciones. Y, como les decimos a los dirigentes de turno, nosotros estamos para pelear por las cosas que necesitamos y proyectamos. Y ha marchado. En el fútbol profesional, si no hay inversiones no se progresa. Las inversiones tienen que ser en la medida de los ingresos, lógico, y los ingresos tienen que ver con la significación del medio, pero no pueden ser al punto de que, en ese medio, aunque exista estructura teórica, quede mucho dinero para una parte y poco para quienes necesitan desarrollar el deporte. Ahí hay que buscar la solución.