Después de haber vencido 4-0 a Tailandia en la ciudad de Nanning, China, y de esta manera quedarse por segunda vez consecutiva con la China Cup, se abre para la selección uruguaya un paréntesis de competencias que se cerrará el 16 de junio, cuando la celeste debute en la Copa América que se desarrollará en Brasil este año.

Es posible que haya un partido de preparación de despedida antes de viajar a Belo Horizonte, donde Uruguay debutará con Ecuador, pero lo que sabemos es que estos dos partidos en China, con victoria sobre Uzbekistán 3-0 y sobre Tailandia 4-0, fueron los últimos juegos de observación, experimentación y posibles desarrollos colectivos e individuales previos a la competición continental de junio-julio.

Algo similar había ocurrido el año pasado cuando en la China Cup 2018 se revelaron futbolistas y colocaciones que después resultarían determinantes en el Mundial de Rusia: Diego Laxalt, enorme revelación como lateral izquierdo; Lucas Torreira, debutante absoluto con la selección y después vital en el Mundial; y Guillermo Varela, que por esos días confirmaba su presencia como lateral derecho.

Juego, resultado y comportamiento

Tras el 4-0 (ver crónica del partido en garra.uy), Uruguay se quedó con el título de campeón y con el de mejor jugador del torneo, que también fue el goleador, el talense Cristhian Stuani. Además, se ganó una contraprestación económica de cuatro millones de dólares por el título chino.

En la conferencia de prensa Óscar Tabárez ofreció un par de definiciones sobre lo obtenido en China: “El torneo nos ha servido para ver cómo están los futbolistas que fueron convocados, porque a mediados de año jugamos la Copa América”, señaló como idea inicial de desarrollo. También planteó el enfrentamiento, la coyuntura del juego y los desarrollos históricos: “Uruguay como país futbolístico tiene mucha más historia y experiencia que Tailandia. Desde los inicios del fútbol, a principios del siglo XX, Uruguay está ganando cosas y no se pueden hacer comparaciones. Los resultados siempre son circunstanciales, pero creo que mi equipo tiene un nivel de contundencia superior al del otro equipo y potencial individual, sobre todo en los delanteros. Por ahí puede explicarse el resultado, pero no porque Tailandia haya jugado mal. Mostró que tiene buenos jugadores. Como siempre sucede, hay que esperar lo que dictan la evolución y la experiencia que se va recogiendo con estos partidos internacionales”. Por último, dejó una rápida y concisa conclusión: “Fue lo que vinimos a buscar; un juego, un resultado y un buen comportamiento. Creo que hemos logrado los tres objetivos y por eso nos vamos muy conformes”.

Va en serio

En la final del lunes el equipo oriental estuvo menos vivaz, creativo y conectado que cuando el viernes venció a Uzbekistán. Sin embargo, mostró una de sus principales y más firmes características: una seriedad, esfuerzo y concentración admirables, a pesar de la tempranamente visible superioridad en el campo de juego y en el marcador.

La presencia de Giovanni González desde el arranque en el lateral derecho corrió a Martín Cáceres a la izquierda. Quizás ahí haya estado una de las diferencias en cuanto a la verticalidad de juego por los costados, dado que el Pelado, por ser derecho, no abre tanto por la izquierda como lo habían hecho muy bien Diego Laxalt y Nicolás Lodeiro en el partido anterior. La otra prueba consistió en repartir el puesto de centrocampista en Matías Vecino y Federico Valverde, lo que seguramente le quitó vivacidad y dinámica en el momento de presencia cerca del área contraria. No obstante, sumado a la agrupación de oponentes cerca de su arco, los celestes impusieron diferencias plenamente y aseguraron planes y reservas de corte individual para la Copa América.

También planteó estrategias y proyecciones: parece que la idea de dos volantes bien abiertos se mantendrá por lo menos hasta la Copa América, y que Nahitan Nández tiene el número uno para jugar así por la derecha; además, para sorpresa de muchos, Nicolás Lodeiro está empezando a tener sazón de Cebolla por la izquierda, tal vez perfilándose como el sustituto del inmenso Cristian Rodríguez.

Algunas otras comprobaciones se pueden dejar asentadas en esta página. Cristhian Stuani es un buen delantero al que le tocó ser de la misma generación de los enormes Luis Suárez y Edinson Cavani, pero cuando no está uno de ellos es, sin dudas, el punta. Cabecita Jonathan Rodríguez, que estuvo muy bien en los dos partidos, sobre todo con Tailandia, jugó –¿fue probado?– por la banda derecha en el lugar de Nández, renovando aquella posición forzada virtuosamente por la que pudo tener su lugar Cavani en tiempos de Suárez y Forlán, y después lo mismo hicieron el propio Stuani e incluso Diego Rolan.

Además, se comprobó que la zona defensiva, con Fernando Muslera, Cáceres, Diego Godín y José María Giménez, es una garantía de fiabilidad, y que la zona central tiene variables y posibilidades a partir del asentado Matías Vecino como fijo, junto con las variables de doble 5 con Rodrigo Bentancur o Valverde, o de un centrocampista central en el caso de Torreira.

En fin, una copa, un par de victorias, un montón de plata y unas cuantas consideraciones y evaluaciones preliminares parecen interesantes pistas para ir en busca de la recompensa de una buena participación en la Copa América de Brasil, en la que Uruguay formará parte del grupo C y debutará el domingo 16 de junio frente a Ecuador en Belo Horizonte. Los restantes rivales de la serie son Japón (al que enfrentará en Porto Alegre el jueves 20 de junio) y Chile (en Río de Janeiro el lunes 24 de junio).

La variable de la clasificación de los mejores terceros impide proyectar o limitar días y ciudades en caso de que Uruguay se clasifique a los cuartos de final, pero los partidos serán el 27, 28 y 29 de junio en Porto Alegre, San Pablo y Salvador; las semifinales, el 2 y 3 de julio en Porto Alegre y Belo Horizonte, respectivamente; y la final, el 7 de julio en Maracaná. Qué lindo suena.