Históricamente, la figura de los contratistas ha tomado muchas formas: desde familiares a empresarios que se encargan de acompañar y representar a futbolistas durante toda su carrera para conseguirles mejores oportunidades locales e internacionales. Con el creciente número de aspirantes a dedicarse al fútbol, la implementación de datos que cuantifican situaciones de juego y el marketing que acerca un mercado global futbolístico, el rol del representante se enfrenta a una renovación. 

Para Rubens Pocho Navarro, ex futbolista devenido representante, hay al menos dos formas de representar: una es con un vínculo emocional y un seguimiento cercano, mientras que otra es limitar la relación a un contrato. Relató que actualmente hay empresas que representan a 200 jugadores que “van a una oficina, cobran un viático muy bueno y tienen los últimos zapatos”, pero no tienen referentes cercanos que los acompañen. En suma, ve que la cantidad de personas que hacen su tarea ha crecido exponencialmente y que “en Montevideo debe haber 90 o 100 representantes hoy en día”, sin contar a los “tentáculos”, opción preferida por las empresas a la hora de tercerizar el personal, que ve y filma los partidos de sus futbolistas.

“Hay empresarios que han hecho las cosas muy bien. Es una cuestión de personas y no del rol que cumplen, malas personas hay en todos los puestos”, enfatizó Daniel Gutiérrez, representante y ex jugador de fútbol en Uruguay e Israel y dueño de la empresa de representaciones Scoutfútbol. Conoce bien la mala fama que tiene su trabajo y aseguró que muchos colegas se dicen “intermediarios” porque la palabra “representante” no está bien vista.

Navarro prefiere el vínculo cercano, por eso representa a alrededor de 20 jugadores,  a quienes no pasa 15 días sin ver o llamar. Su relación se basa en la confianza y el nexo implica acompañar y ayudar al botija en su camino. El acompañamiento varía según cada caso y las necesidades que presente el jugador, que pueden ir desde proveer equipamiento y materiales de trabajo hasta apoyo económico. Pero, por sobre todas las cosas, “el objetivo es prepararlos mentalmente, para que si mañana les toca jugar en un lugar grande lo puedan hacer”, aseguró.

Gutiérrez explicó que el fútbol uruguayo “es un ambiente que se maneja mucho por referencias, a veces representás jugadores y ellos mismos te recomiendan a sus compañeros”. Si bien representa mayormente a futbolistas, también lo hace con técnicos, y reconoce el estrés que eso supone. Para esto se apoya en Wyscout, una plataforma que contiene grabaciones de todos los partidos de la primera división de todas las ligas del mundo, con las mejores jugadas, diversificadas por jugador, y que se actualiza a diario. 

Esto facilita la representación de numerosos jugadores, pero el seguimiento de los juveniles no se ve contemplado. “En juveniles tengo gente trabajando, son los que los ven y me dan las recomendaciones, pero como no represento a tantos jugadores jóvenes, puedo turnarme cada fin de semana y seguirlos a todos”, explicó el representante, que combina tecnología para ver a los que ya llegaron a primera división con el acompañamiento cercano a los más jóvenes.

“Los clubes tienen gente captando jugadores, viendo partidos tanto en Montevideo como en el interior, y los contratistas también tienen a quienes trabajan para ellos. Muchas veces, estas personas llegan a los jugadores antes que los clubes, es una parte que está dentro de este sistema”, resumió Fernando Fadeuille, ex jugador y coordinador de formativas en Defensor Sporting.

Rubens Pocho Navarro.

Rubens Pocho Navarro.

Foto: Alessandro Maradei

Fadeuille manifestó que la realidad actual del fútbol de Montevideo refleja que cada vez se captan jugadores más jóvenes. “Hace 40 años era normal que un jugador tuviera contratista cuando tenía 20 o 21 años. Hoy, los jugadores con 14 años ya tienen a su representante; es más, los ‘cazatalentos’ están buscando niños de 10 u 11 años”, recalcó, y agregó: “No me parece correcto, pero actualmente entre 90% y 95% de los jugadores tienen contratista, y los que no lo tienen se acercan y preguntan cómo contactarse con uno”. 

Para persuadir a los jugadores, algunos contratistas prometen resultados y se vanaglorian de sus influencias y contactos, pero Navarro los refutó: “A los que les prometen que los meten en la selección les digo: ‘¿creés que es tan fácil hablar con [Óscar Washington] Tabárez o [su ayudante Mario] Rebollo y decirle ‘poné o citá a tal?’, yo prefiero no prometer cosas imposibles, conmigo no hay sorpresas y duermo tranquilo”.

Lo que brindan algunos representantes muchas veces excede lo deportivo: “A los más grandes les regalan un auto o algo por el estilo. Entonces, los juveniles que no tienen representante se preocupan, pero son la minoría”, añadió Fadeuille. Eso es lo que Navarro definió como “contagio emocional”, que hace que la representación tenga tantos pretendientes entre los más chicos. 

“Un mal necesario”

Gutiérrez comentó que es común que no se valore su trabajo: “En el fútbol uruguayo los futbolistas no se ven sin los representantes. No hay presidentes, dirigentes o referentes subiéndose a un avión y haciendo gestiones. Después vienen con que ‘si lo vendiéramos directo nos quedaría tanto dinero’. Yo les digo: ‘Vayan y véndanlo’”. Relató que, para vender jugadores, los empresarios tienen que irse dos meses a Europa o un mes y medio a México, donde “laburan y hacen cabeza”. “¿Se piensan que es fácil vender nuestro fútbol con las canchas que tenemos? He traído a gerentes de todos lados a partidos y me preguntan si esto es fútbol amateur”, atestiguó. En esos casos, el trabajo extra es, además de la gestión, destacar al futbolista, que “es bueno y puede adaptarse a jugar en cualquier entorno luego de hacerlo aquí”. Es entendible que, como buen negociador, Gutiérrez destaque algunas carencias de los jugadores uruguayos como virtudes. Como sintetizó Navarro: “Tenemos la mejor mano de obra, la calidad está acá, el tema es que la generamos con las carencias que afrontamos día a día”. 

Hace pocos años Nacional planteó un sistema basado en la reglamentación FIFA que no permite que las empresas sean dueñas de porcentajes de pases de los jugadores. “Nosotros agradecemos que nos acerquen futbolistas, pero no le reconocemos ningún porcentaje al empresario por haber traído a tal jugador”, aclaró Sebastián Taramasco, coordinador de formativas de Nacional, y agregó: “Más allá de que el empresario después quede como representante de ese futbolista, representar es un derecho restringido a la familia y al jugador”.

Daniel Gutiérrez.

Daniel Gutiérrez.

Foto: Alessandro Maradei

Fabián Coito, ex entrenador de la selección uruguaya sub 20 y actual director técnico de la selección de Honduras, consideró: “Tener a un adolescente como medio de negocios no está bien, se juega con las expectativas, se transforma a una persona en una cosa”. Navarro sabe que esto tiene mucho de verdad y denunció que hay representantes que les exigen a sus representados parte de lo que ganan mientras son juveniles. Para él, eso “es como hacer prostitución, sabemos que tienen los sueldos más bajos de América. Yo gano 10% del sueldo del jugador cuando empieza a rendir. Lo hago valer cuando de verdad gana, y no cuando depende de eso para vivir”, aclaró, y aseguró que su proceder se debe a una “convicción moral”.

Navarro y Gutiérrez coincidieron en que la relación con los clubes pocas veces se limita a la representación de jugadores. Para entender esto, es necesario comprender la lógica del circuito de negocio: el club produce jugadores, el contratista los muestra y le consigue un traspaso que les deja una parte a todos. Pero si el club no tiene condiciones básicas, no produce ni forma jugadores, y el sistema se tranca. “El trabajo del contratista no es sólo con jugadores, sino que en los clubes hay que solucionar cosas. A veces tenés que conseguir gente que invierta en el club, sobre todo en los clubes con menos recursos acá en Uruguay”, recalcó Gutiérrez.

Navarro se animó a especificar el rol del contratista en esta dinámica y aportó que “es inversamente proporcional” al poderío del club: “Cuanto menos tiene de base, más invierte el representante, y se asegura muchas veces esta inversión con un porcentaje de una venta a futuro, algo que pasa a pesar de que no esté reglamentado por FIFA”. Esa es la explicación de situaciones como la de un jugador que explota a los 20 años, pero su club se encuentra con que, aunque entró a los 13 años, solo tiene 10% de la ficha del futbolista. Por ejemplo, si en esos años el club necesitó saldar deudas, un empresario puede haber aportado ese dinero para pagarlas a cambio de un porcentaje de la ficha de un jugador o de una venta a futuro. Gutiérrez lo resumió en una frase: “Es un mal necesario para que el sistema funcione”. 

La situación actual del negocio, según Navarro, se explica de la siguiente forma: “Estamos tan mal porque del 100% en una transferencia el club se queda con 20%, el empresario con 80% y el futbolista juega por un sueldo”. Como resultado, esta dinámica deja “empresas multimillonarias y clubes hechos pelota”, ya que hoy en día “vas a un club con 10.000 dólares y te traés al mejor jugador de la cantera, en unos años le sacás algunos millones y al club le quedan los restos”, lamentó Navarro. En suma, desde su experiencia como ex “tentáculo” de las empresas que negocian con jugadores, relató: “Cuando llega el pan flauta, arriba hacen los refuerzos y a vos te caen las migas; y sos el que madruga los domingos, asiste a los chiquilines si están enfermos y te preocupás por ellos”.

Este reportaje fue hecho por Facundo Verdún para su trabajo final de grado, titulado “Juveniles a prueba de todo”, para la Licenciatura en Comunicación de la Facultad de Información y Comunicación.