Pancho (criador de capitales): “Estaba visto. Se murió Jorge Larrañaga, el único ministro que defendía a la familia policial, y empezaron a enchastrar a uniformados. Y qué querés, si metieron a Luis Alberto Heber, un montevideano que nunca en su vida castró un ternero con los dientes. Al final, no todos entendíamos lo mismo cuando hablábamos de votar un cambio. Algunos queríamos más gobernantes que supieran disparar una escopeta, pero otra gente quería más cajetillas”.

Marito (repartidor de partes): “Yo lo banco a Cardoso, es una buena persona y me parece que las acusaciones que le hacen son puras estupideces. Si el tipo estuviera tan conchabado con el milico este, como dicen, le habría pedido que le meta tres tiros en la espalda a Francisco Sanabria, que lo hundió políticamente y seguro que además se le quedó con una buena plata. Es un tipo decente. Es más, si me lo cruzo por la calle trato de estafarlo o algo, porque seguro que no me hace nada”.

Dora (peluquera de peluches): “Me revienta que después anden diciendo que no existe la lucha de clases. Cardoso es un ministro cheto que conoce al número tres de la jefatura de Maldonado y lo llama para pedirle cosas. Yo tengo una peluquería en la Unión, al único uniformado que conozco es al guardia de seguridad del Ta-Ta, y para lo único que lo puedo llamar es para pedirle una receta de arroz con frijoles, porque es cubano. No, señor Julio María Sanguinetti, en esta república no somos todos iguales”.