Si bien Jair Bolsonaro no realizó ninguna denuncia de fraude, como muchos temían que iba a hacer si salía derrotado en las urnas, tampoco reconoció en público el triunfo de Lula Da Silva. Algunos de sus aliados, sin embargo, felicitaron al mandatario electo, lo que evidenció la existencia de dos posturas en la interna de la derecha brasileña. “Hoy por hoy el bloque oficialista se divide entre quienes creen que no hay que reconocer la victoria de Lula e ir a quemar Brasilia cuando intente asumir la presidencia y quienes creen que hay que dejarlo gobernar y luego sacarlo mediante un golpe de Estado”, explicó un politólogo de la Universidad de San Pablo. El experto aclaró que los defensores de ambas posturas no mantienen opiniones cerradas, sino que están dispuestos a negociar. “Los golpistas prefieren algún tipo de golpe blando como el que sacó a Dilma Rousseff, pero también estarían dispuestos a planear un golpe militar con todas las letras. Con esto podrían convencer a los bolsonaristas a los que no les importa mucho quién termine de presidente, siempre y cuando les permita disparar algunos tiros”.
Mujica inquieto: “Por un lado es una alegría, pero por otro lado me genera inquietud, porque es un peligro meter a un viejo de más de 70 años a ejercer la presidencia de un país”.