Tirar baldes de agua, estrenar ropa, dar una vuelta a la manzana con una valija en la mano o comer 12 uvas son solamente algunos de los rituales que practican los uruguayos en la medianoche del 31 de diciembre. Pero estos rituales no son estáticos, sino que van variando con el tiempo. La ingesta de las 12 uvas, por ejemplo, está siendo sustituida por la ingesta de centenares de uvas, pero no en su estado natural, sino pisadas, fermentadas durante algunos meses, embotelladas y distribuidas en comercios minoristas. “Yo, si no hago el ritual de tragarme centenares de uvas en estado líquido, no me siento completo. Es como si me faltara algo. Además, dicen que si no lo hacés te trae mala suerte, y eso es lo último que necesito, porque ya en 2024 me fue bastante mal. Fijate que me echaron de mi trabajo solamente porque se dieron cuenta de que yo llevaba botellas de uvas pisadas, fermentadas y filtradas y tomaba en la oficina. Así que este fin de año voy a ver si puedo ingerir unas cuantas uvas”, explicó un montevideano desempleado.

Otro ritual común: “El 31 a medianoche pienso agarrar una valija, salir a la calle, doblar la esquina y desaparecerme, porque tengo demasiadas deudas”. Deudor irrecuperable.