Arrojar pintura y comestibles a obras maestras del arte se ha transformado en una de las formas de protesta más visibles de los militantes contra el cambio climático. Ahora, tras muchos años de críticas a esta estrategia, varios museos han decidido modificar algunas de sus políticas. “Tomamos nota de la preocupación de los activistas. Si tantos museos en el mundo son atacados, es porque estamos haciendo algo mal. A mediados de año comenzaremos a cerrar paulatinamente los 140 pozos petroleros que tenemos en los sótanos de nuestro edificio”, anunció el director del Museo del Prado de Madrid.

Desde la National Gallery de Londres también anunciaron medidas similares. “Entendemos que tener un campo de pozos petrolíferos en los jardines del museo es nocivo para el medioambiente y genera una justificada indignación en la población. Es por eso que en los próximos años serán sustituidos por 2.500 molinos de viento que se instalarán entre la cafetería y los baños”.

La frase: “Se equivocan quienes dicen que estas acciones son contraproducentes para la lucha contra el cambio climático. No son contraproducentes. Tampoco productivas. No sirven para nada, de hecho”. Experto en fenómenos intrascendentes.