El debate sobre qué tan relevantes son las encuestas de intención de voto asoma invariablemente en cada campaña electoral. Generalmente, los candidatos que van más abajo las relativizan, asegurando que prefieren guiarse por la devolución que reciben del público en el trato directo. Pero un candidato de uno de los partidos tradicionales que aparece en los últimos lugares en la interna quebró esta tradición. “Yo recorro todo el país, hablo con la gente en los barrios, en las esquinas, en los pueblos, y lo que me dice la gente es que jamás me votaría, ni aunque fuese el único candidato. Por eso prefiero no fijarme en lo que me dicen y en lugar de eso prestarles atención a las encuestadoras, que me dan entre 0% y 1% de intención de voto pero por lo menos no me hacen sentir tan mal”, explicó.

La esperanza: “Las encuestadoras se equivocan frecuentemente. Conmigo justo no pasó, porque siempre acertaron la cifra bajísima de votos que terminé recibiendo, pero espero que este año se me dé y le erren”. Candidato terco que se sigue presentando a pesar de todo.