Si bien desperfectos técnicos forzaron al buque Falkor (too) a volver al puerto de Montevideo dos días después de haber zarpado, el robot SuBastian pudo recorrer varias zonas del subsuelo marino uruguayo y recabar datos que sirvieron a los científicos para sacar sus primeras conclusiones. “Por lo que pudimos observar hasta ahora, el paisaje del Uruguay submarino es bastante monótono, sin aspectos que llamen demasiado la atención. Otra de sus características es que la población de especies es bastante escasa. Seguramente es por estas dos características que la convivencia entre las diferentes especies de la fauna marítima es muy buena. Obviamente que hay algunas fricciones, especialmente cuando algún ejemplar se quiere comer a otro. Pero no tiene nada que ver con lo que observamos en Argentina, en donde el nivel de confrontación entre los peces y los crustáceos era realmente muy alto. En Uruguay, cuando un cangrejo se quiere comer a un pez, lo hace en forma educada y sobria, sin grandes estridencias”, explicó uno de los integrantes de la misión Sub200.

Casos aislados: “Hay algunas especies que se destacan por tener un comportamiento sensiblemente más agresivo que la mayoría. El Sebastianus dasilvus, por ejemplo, es una medusa extremadamente tóxica”. Analista algo asustado.