Robert Pérez fue asesinado en la tarde del lunes en su casa de San Carlos, en el barrio De Corel. El hombre, de 48 años, fue encontrado en su casa con varias heridas de bala, una de ellas en la cabeza.

Pérez tenía 18 antecedentes penales. La investigación del homicidio, a cargo del fiscal Jorge Vaz, apunta a que el móvil del crimen está vinculado a su actividad delictiva de los años 2000, cuando se autodenominaba “el rey de la cocaína de Punta del Este”.

Las fortalezas de Pérez eran tres: la información que tenía de la Policía y su vínculo con oficiales corruptos de San Carlos; su relación con la familia Acuña, en Minas, que controlaba el narcotráfico en Lavalleja; y la información que poseía de varias personalidades de Punta del Este a las que extorsionaba a cambio de no revelar sus vínculos con la cocaína y la prostitución VIP.

Hace dos años, el entonces jefe de Policía de Maldonado, Erode Ruiz, y el ex director de Convivencia Gustavo Leal se entrevistaron con él en un allanamiento de los operativos Mirador. En esa conversación, Pérez le dijo al jefe de Policía que la prueba más clara de que había abandonado el narcotráfico era la situación de deterioro económico en que se encontraba. La casa estaba vacía y los múltiples agujeros en las paredes que antes utilizaba para esconder la droga habían quedado al descubierto. Según expresó, en el barrio ya no regían los viejos códigos en los que Pérez se había criado, y él mismo había sido víctima de constantes robos en su propiedad, una casa de dos pisos con muros de ladrillo, bastante llamativa para la zona, pero caída en decadencia. A Pérez le habían robado los cables de electricidad y apenas tenía en su casa un colchón y una mesa. Había sido víctima de varios saqueos, que incluyeron la destrucción de algunas paredes de la casa, en busca de drogas.

Su situación empezó a cambiar en 2007, cuando recibió seis balazos en un enfrentamiento con otro grupo delictivo. A causa de ese ataque quedó parapléjico y ya no pudo sostener el control que tenía sobre el narcotráfico en Chuy, Minas y San Carlos.

En 2008, debido a los cambios en las relaciones del poder del narcotráfico en el este del país, fueron procesados cuatro policías que respondían a Pérez, entre ellos el entonces comisario de San Carlos y el responsable de la Brigada de Hurtos y Rapiñas de la ciudad.

En 2015 su casa fue allanada y la Policía incautó varias armas, proyectiles y unas 40 dosis de cocaína, una balanza y 8.000 dólares. La Policía regresó al día siguiente con la información de que había más droga en la casa, y finalmente logró ubicarla detrás de un tabique de yeso, cuadruplicando la incautación.

En 2018 sufrió un atentado, cuando dispararon a su casa desde una camioneta con un fusil automático, poniendo a prueba los chapones de seguridad en las puertas y las ventanas.

Pérez había sido procesado por primera vez en 1991, con 18 años, por un delito de sustracción de menores contra la voluntad de sus cuidadores. Durante la década de los 90 acumuló ocho antecedentes por hurtos y uno por violencia privada, mientras que en los primeros años de los 2000 sumó cuatro antecedentes por delitos vinculados al narcotráfico, dos delitos de soborno y otros procesamientos por receptación, lesiones personales, tenencia de armas y atentado. Su último procesamiento había sido por lesiones personales y porte de arma de fuego en mayo de 2016.