El Ministerio de Defensa Nacional (MDN) respondió dos pedidos de informe que realizó en diciembre el diputado del Frente Amplio Gerardo Núñez, referidos a los costos operativos y de mantenimiento de los dos aviones Hércules KC-130H que adquirió la Fuerza Aérea Uruguaya (FAU) el año pasado. Según consta en la respuesta, este tipo de aeronave tiene un costo de consumo de combustible de 2.600 dólares por hora de vuelo, y cada una requiere inspecciones anuales menores por un costo de 200.000 dólares e inspecciones mayores en el exterior del país -no se especifica cada cuánto tiempo- por dos millones de dólares. La próxima está prevista para 2023.

En un pedido del 28 de diciembre, Núñez solicitaba conocer la autonomía de vuelo de estas aeronaves, su costo operativo por hora de vuelo, la autonomía de vuelo de los aviones Hércules que ofrecía España y el gobierno uruguayo descartó, qué aeronaves de la FAU podrán ser reabastecidas -de combustible- por los nuevos Hércules y en qué circunstancias, y el inventario completo de los repuestos comprados a España.

En su respuesta, el director de Secretaría de la FAU, Marcos Revetria, afirmó que la autonomía de vuelo de los Hércules KC-130H es de 12 horas aproximadamente, aunque con posibilidades de extenderse hasta 17 horas a través de los tanques de fuselaje. Esta posibilidad se aplicaría en misiones de reabastecimiento en vuelo o misiones de búsqueda y rescate “de rango extendido”. Si bien la autonomía de una aeronave está relacionada con una serie de factores -como la carga que traslada, la altura a la que vuela y el viento-, según explicaron fuentes de la FAU a la diaria, la autonomía de estos aviones es 40% superior a la de los Hércules anteriores de la FAU (C-130B).

Estas aeronaves tienen un costo de consumo de combustible histórico de aproximadamente 2.600 dólares por hora de vuelo, se detalla en el documento. Según indicaron las fuentes, este avión consume, en promedio, de 4.000 a 4.500 libras de combustible por hora, al igual que los Hércules anteriores.

El mantenimiento es periódico, con inspecciones “menores” todos los años dentro del país, por un costo estimado de 200.000 dólares, e inspecciones “parciales y mayores” en el exterior del país, con plazos “extensos” para su realización -no menores a nueve meses-, cuyo costo aproximado es de dos millones de dólares “más imprevistos, dependiendo de su alcance, factores de uso y antigüedad de la aeronave”. En el documento se señala que no se tiene prevista una inspección mayor hasta 2023. El ministro de Defensa, Javier García, dijo el año pasado que de haber optado por permanecer con los viejos Hércules se tendría que haber realizado una inspección por un costo de nueve millones de dólares -entre los dos aviones- y más ajustes en los años siguientes.

Según indicaron las autoridades, las aeronaves rechazadas eran de la versión C-130H, y los motivos de la elección del modelo KC-130H refieren a su capacidad de ampliar la autonomía de vuelo. En tanto, las aeronaves de la FAU que pueden ser abastecidas por estos aviones son los A-37 Dragonfly, que se utilizan para cumplir tareas de defensa aérea y Policía Aérea Nacional. “Las KC-130H podrían, de acuerdo a lo expresado, aumentar el tiempo de permanencia en vuelo de las mencionadas aeronaves de combate en circunstancias de llevar adelante las referidas tareas, a fin de salvaguardar la soberanía nacional y la seguridad operacional en el espacio aéreo jurisdiccional”, explicaron.

La respuesta tiene anexado el inventario de los 197 repuestos que se compraron a España por un valor de 999.700,25 euros (poco más de un millón de dólares).

En el pedido anterior, del 21 de diciembre, Núñez pidió conocer las razones del atraso en la llegada de una de las aeronaves y los detalles de los costos de reparación, en el caso que ese retraso hubiera tenido que ver con fallas técnicas. En la respuesta, Revetria afirmó que la entrega de los aviones se hizo “de acuerdo a los plazos y condiciones pactadas” en el contrato, y que la operación de vuelo para el traslado de ambas aeronaves “fue realizada por el Ejército del Aire español en su totalidad”, no obstante lo cual la FAU “tuvo conocimiento” de que se le realizó “una acción de mantenimiento” a una de ellas.

Según indicó Revetria, se trató del cambio de una unidad del APU (Sistema Auxiliar de Energía), un “requerimiento previsto en los estándares del Ejército del Aire español” para la operación de la aeronave. El coronel señaló que las regulaciones del ejército español en este sentido “son más estrictas que las detalladas en el manual”. La APU es un pequeño motor que genera corriente eléctrica para abastecer de energía a los sistemas del avión cuando el resto de los motores están apagados, que se utiliza en tierra. Fuentes de la FAU dijeron a la diaria que no se conoce la situación específica que llevó a hacer ese arreglo, justamente porque estuvo a cargo del ejército español: “Cuando los aviones llegaron a Carrasco estaban operativos y en condiciones de volar”, apuntaron.