El coronel retirado Eduardo Ferro se encuentra en la cárcel de Domingo Arena, procesado por la muerte de Oscar Tassino, integrante del Partido Comunista desaparecido en 1977. Este lunes, El Observador publicó una entrevista al militar en la que entre otras cosas da su opinión sobre varios hechos ocurridos en dictadura y profundiza sobre el espionaje en democracia, algo de lo que admitió haber sido parte y espera que se continúe haciendo hasta hoy.

Ante la Justicia Ferro ya había hablado del tema. En julio de 2021 declaró ante el fiscal especializado en Delitos Económicos, Enrique Rodríguez, quien lleva adelante la causa que investiga espionaje militar y policial en democracia. Respondió sobre las acusaciones realizadas por el capitán Héctor Erosa, quien dijo que cuando estuvo al frente del Batallón de Ingenieros de Combate Nº 2 de Florida se incrementaron los operativos de seguimiento a civiles y lo identificó como uno de los principales impulsores de esas prácticas.

Según relató Ferro, terminó trabajando en Contrainteligencia después de que en 1970 fuera designado instructor en la Escuela Militar. En ese momento, lo contactaron del Servicio de Inteligencia: “Quizás por mi forma de ser y de pensar”, comentó. “Teníamos reuniones y hablábamos. Uno de mis mentores fue el general Ángel Barrios. Él me llevó a Inteligencia. Y después seguí: primero, y por un tiempo prolongado, en la Compañía de Contrainteligencia; después en el Servicio de Información de Defensa, en el que terminé siendo jefe del Departamento de Operaciones”.

Ferro admitió haber participado en varias de las acciones que quedaron registradas en el “archivo Berrutti”, que publicó el semanario Brecha, en el que queda constancia de que aún en democracia los militares continuaron con operaciones de espionaje a políticos y sindicalistas.

“Lo que hay es el famoso archivo Castiglioni y yo lo debo haber alimentado. Es así: Leonardo Haberkorn, periodista en tal lado, en tal fecha dijo tal y cual cosa, estuvo en el acto de tal cosa... Eso hacíamos y no es espionaje”, sostuvo.

Consultado sobre si registraban la participación en actos públicos, Ferro admitió que también se hacía en eventos privados: “Por ejemplo: estuvo en el cumpleaños de fulano y manifestó tal cosa. Si lo dijo privadamente y eran tres o cuatro, también”. En la entrevista sale a colación que existen fichas similares del velorio de la madre del sindicalista Richard Read: “Lo que pasa es que se sigue a un individuo y se registra todo lo que va haciendo…”, fue el comentario de Ferro.

“¿Eso ocurrió en democracia? Sí. ¿Y usted participó de esas actividades? ¿Hizo esa tarea con políticos y sindicalistas? Sí”, fue el intercambio que se produjo con el coronel retirado.

Consultado sobre si entiende que es legítimo levantar un aparato de espionaje a políticos estando en democracia, Ferro opinó que sí. “Eso es juntar información abierta, no es clandestino, no comete un delito usted al hacerlo. Apuntábamos sobre todo a las organizaciones subversivas y no democráticas. Y no me vengan a decir que el Partido Comunista es democrático. Entonces todo lo que era Partido o de izquierda se fichaba. Quién es quién. Para qué se usa la información lo decide luego el superior: el comandante, el ministro y el presidente”.

A Ferro se le consultó si esto se sigue realizando y respondió: “Supongo que sí. Si no lo hacen, estamos todos locos. Así nomás le digo. Eso es juntar información. No se comete un delito, puede ser quizás una falta ética. Usted consigue información y la asienta en una ficha”.

Sobre esto profundizó y comentó que cuando el general Juan Córdoba era jefe de la Casa Militar, entre 1998 y 2000, él participaba en el Servicio de Inteligencia. Sobre su rol comentó: “Yo iba, hablaba con Córdoba, le decía: mirá esto, mirá esto otro, y Córdoba le transmitiría al presidente. Lo normal. Todo trabaja para que la información llegue a la cúspide. Las decisiones que luego toman es otro tema”.