El juez en lo civil de Canelones de tercer turno, Héctor Iriarte, comenzó este jueves el juicio oral en la causa que investiga torturas en el centro clandestino Los Vagones, que funcionó entre fines de los años 60 y mediados de los años 70 en la zona del barrio Olímpico de Canelones. Este es el primer juicio oral en una causa vinculada a crímenes de lesa humanidad.

En la primera audiencia concurrió el único imputado de la causa, el expolicía Alejandro Ferreira, sobre quien pesa un pedido de condena de nueve años y cuatro meses de penitenciaría por los delitos de privación de libertad, abuso de autoridad contra detenidos y lesiones. Por esta causa, además de Ferreira, fueron imputados los policías retirados Hugo Guillén y Winston Vitale, ambos fallecidos durante el proceso.

Durante la audiencia, Ferreira admitió haber operado en la unidad en la que funcionaba el centro clandestino y la existencia de detenidos en los vagones de AFE, que se encontraban en el predio de la Policía.

Las partes realizaron sus alegatos de apertura. En esa instancia, la Fiscalía especializada en Crímenes de Lesa Humanidad, a cargo del fiscal Ricardo Perciballe, expuso su teoría del caso con los aspectos centrales de la imputación y las pruebas que presentarán en el juicio, y las defensas del imputado y las víctimas expusieron sus fundamentos.

En esta primera instancia declararon como testigos los peritos Hugo Rodríguez Almada, por la cátedra de medicina legal, que presentó el informe médico sobre las torturas que sufrieron las víctimas; Fabiana Larrobla, que dio el contexto histórico de la represión contra el Partido Comunista y el centro clandestino Los Vagones; los arqueólogos Nicolás Gasán y Carlos Marín; y Elba Rama por los Archivos Judiciales procedentes de la Justicia militar.

Las audiencias continuarán hasta el jueves 15 de diciembre y en ellas declararán 16 testigos. En la última audiencia, las partes presentarán sus alegatos de clausura y el juez deberá dictar sentencia, aunque el Código de Proceso Penal prevé que “excepcionalmente” pueda pedir una prórroga de 15 días, si así lo amerita la complejidad del caso.

En este juicio actúa un juez en lo civil subrogando al juez en lo penal de 4° turno, Humberto Verri, quien se excusó de tomar el caso por tener vínculos personales con personas involucradas en la causa.

La denuncia que inició el caso Los Vagones, que fue el primero sobre crímenes cometidos en la dictadura que se lleva por el nuevo proceso penal, fue realizada por la responsable de la Secretaría de Derechos Humanos de la Intendencia de Canelones, Valeria Rubino, y la Asociación Ágora, en mayo de 2019.

El juez de garantías, Luis Sobot, la archivó en julio de 2021 alegando que los delitos por los que se había imputado a los policías retirados habían prescripto, para lo que computó años de la dictadura y en los que estuvo vigente en su totalidad la ley de caducidad. Sin embargo, el Tribunal de Apelaciones en lo penal de primer turno, en ese entonces integrado por Alberto Reyes, Sergio Torres y Graciela Gatti, revirtió esa decisión y apuntó que se trata de delitos de lesa humanidad y que, por tanto, son imprescriptibles.

En esa sentencia, el tribunal destacó que es una responsabilidad del Estado “proveer a los sometidos a su jurisdicción una debida protección judicial cuando alguno de sus derechos haya sido violado”, y destacó que “luego de reinstalada la democracia, la ley de caducidad constituyó un impedimento inconstitucional, ilegítimo para la persecución de los delitos”.

El centro de torturas Los Vagones funcionó, entre fines de los 60 y setiembre de 1975, en el edificio de la Escuela de Policía de la ciudad de Canelones, donde ahora está instalada la sede de la Policía Alta Dedicación Operativa. Detrás del edificio se instalaron tres vagones de ferrocarril, en dos de ellos se recluía a dirigentes sindicales y políticos y en otro se depositaban las pertenencias de los militantes, que eran apropiadas en los operativos de detención.

Entre setiembre y octubre de 1975, los vagones fueron trasladados unas cuatro cuadras hacia el barrio Olímpico. En esta etapa, el centro de reclusión fue parte de la Operación Morgan, que implicó la desaparición y tortura de decenas de miembros de la dirigencia del Partido Comunista. Algunos de los detenidos llegaron a estar meses recluidos en Los Vagones.