Todavía no está claro qué hacían en Uruguay los tres ciudadanos rusos que ingresaron al país en plena pandemia, Igor Vashurkin, Olesia Dzhumelia y Andrey Kashtanov. Tampoco se sabe por qué Dzhumelia y Kashtanov decidieron casarse en un supermercado del Chuy, en mayo de 2022. Y menos se conoce sobre el paradero actual de la pareja.

Pero a medida que avanza la investigación en la Fiscalía de Flagrancia, a cargo de Sabrina Flores, surgen detalles que al menos revelan cómo se vincularon estos tres ciudadanos rusos con el exjefe de la seguridad presidencial, Alejandro Astesiano, un funcionario del Ministerio de Industria agendado como “Ricardo” y Fedor Bogorodskiy, un empresario ruso que vive hace 15 años en Uruguay.

Kashtanov y Dzhumelia estuvieron al menos dos veces en Uruguay. La primera fue en setiembre de 2021 y les sirvió para obtener cédulas de identidad uruguayas, con dos años de vigencia. Astesiano y el escribano Álvaro Fernández Pou hablan sobre este trámite en uno de los chats que está en la carpeta que investigó la Fiscalía.

En la segunda visita, a comienzos de mayo de 2022, Olesia y Andrey se casaron en el supermercado Macro Frontera del Chuy, en una ceremonia que llevó a cabo el alcalde de esa ciudad, Eduardo Calabuig, con Bogorodskiy como traductor y testigo.

Un chat entre Astesiano y Ricardo, el funcionario del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), aporta valiosa información para reconstruir qué pasó los días anteriores al casamiento. El viernes 29 de abril ambos empiezan a conversar sobre un posible viaje al Chuy junto a Fedor, con quien se habían reunido unos días antes en Montevideo.

“¿Qué hacemos con los rusos? ¿Les digo que esperen una semana hasta que nos reunamos en el Chuy? Le puedo decir a Fedor que espere una semana para que viajen los rusos”, le dice Ricardo a Astesiano.

En paralelo, el entonces jefe de la seguridad presidencial conversaba con un funcionario de Migraciones del Chuy -lo tenía agendado como César Migraciones-, que le pide para adelantar el viaje (ver recuadro).

Astesiano: Negro, mañana a las diez de la mañana tenés que estar en el Chuy. Si pudieras estar hoy de noche sería mejor, yo estoy yendo para allá. Sería mejor hoy de noche para no hablar en la oficina, no quiero hablar en la oficina.

Ricardo: Ale, entonces tengo que ir en el auto con el ruso (Bogorodskiy). Me voy con él. O te lo mando al ruso y que arregle contigo. Hoy de noche no creo que pueda.

Esto último fue lo que terminó pasando: Astesiano fue a Barra del Chuy a visitar a sus padres, Ricardo se quedó en Montevideo y Bogorodskiy viajó al día siguiente al Chuy. Los planes a esa altura eran alentadores. En una de las comunicaciones Ricardo le dice a Astesiano que hay que “agarrar a Igor” Vashurkin, que “la tiene toda y paga cualquier guita por tener la documentación de acá”.

Al día siguiente, cuando Astesiano se traslada desde la casa de sus padres hasta la Aduana del Chuy, las cosas se complican. Notoriamente enojado, el entonces jefe de la seguridad presidencial le dice a Ricardo que los rusos ya habían arreglado con “un escribano Zeballos” y que las principales autoridades de la Policía de Rocha ya estaban al tanto de la maniobra.

“Ya te digo, van en cana. Acá hasta el jefe de Zona sabe de la rusa y el ruso. Está todo mal, terminan todos en cana. Tráfico de personas y falsificación de documento público. Mirá que te estoy hablando en serio, adivino no soy. Es más, me está esperando el jefe de Zona ahora acá”, le dice Astesiano en un mensaje de audio.

Ricardo confirma que se enteró de la participación de Zeballos (estimó que le iban a pagar 3.000 dólares por el trámite) y también muestra su enojo, pero le pide a Astesiano que “use la cabeza” para aprovechar la situación, ya que los rusos “andan con plata”. “Ellos estaban esperando una plata grande de Afganistán, en el cambio de 18 y Río Negro”, advirtió Ricardo. En otro pasaje de la comunicación también mencionó ese origen de los fondos: “Es un giro de Afganistán, que es donde tienen los rusos la plata”. En ambos casos, Ricardo le dijo a Astesiano que esa información se la proporcionó “un amigo”.

“Vos cuidado ahí, cerrá todo bien económicamente [...] Claro, un ruso en la frontera marca mucho, él no se da cuenta de esas cosas. Obvio que lo van a estar esperando. Vos por las dudas cubrite, primero está tu laburo y después todo lo demás. Y de última si quiere hacerlo, decile que sale tanto. Ponele más o menos 100.000 dólares”, precisó Ricardo.

Astesiano seguía molesto con Bogorodskiy por los contactos que había hecho en el Chuy. “Hizo cualquier cosa. Está todo vendido, me lo dijo el jefe de acá. Ya te digo, hay una trampa para todo esto, hay trampa para Andrey. Los de Migración saben todo, ellos ya tienen que hay una rusa y un ruso”, se quejó.

Ricardo insistió con su idea de “usar la inteligencia y aprovechar la situación”. “Sacalo para el costado y decile ‘loco, esto se hace así o se pudre todo. Esto vale tanto y si no se hace así van en cana vos y Andrey'. El loco tenía que haber esperado que nosotros le dijéramos que podían viajar, pero viste que quiere hacer todo así. Viste que dijo que podía entrar por [el balneario] Hermenegildo, que por ahí no controla nadie. Piensa que somos giles, que somos ignorantes. Pero no te calentés, usá la inteligencia”, agregó Ricardo.

En otro mensaje terminó de redondear la idea: “Vos decile: 'mirá, sale esto. El jefe de Migraciones se lleva esto, yo me llevo esto y Ricardo se lleva esto. Te sirve, bien. Y si no, te vas a la mierda'”.

Por lo que surge del intercambio, ambos terminaron convenciendo a Bogorodskiy de hacer la documentación por la vía que ellos proponían y no con los gestores del Chuy. Astesiano comentó que recibió indicaciones para seguir con los trámites en Montevideo, después de ese fin de semana. Ricardo respondió que el empresario ruso había aceptado los términos de la negociación “de buena gana”.

“Le dije al pelotudo que no abriera la boca con nadie. Con nadie. Lo único que tiene que hacer ahora es ir a un hotel, y después ir a buscar a Andrey a Pelotas o a Santa Victoria, no sé dónde anda. Pasan el 1º de mayo en el Chuy y después vienen para Montevideo”, informó Ricardo. Y agregó: “Clarito le dije ‘seguí las coordenadas que te va a dar Alejandro y manejate con eso. Pero en el Chuy no hagas nada porque estás más controlado que Bin Laden‘”.

Ya en un tono más tranquilo, el entonces jefe de la seguridad presidencial envió otro mensaje de audio: “No entienden que la Policía Nacional depende, como quien dice, de mí. Tienen que jugar conmigo o están todos muertos, porque ellos se cagan, no se van a tirar contra mí”.

Jugar y ganar

Astesiano y César, el funcionario de Migraciones del Chuy, también conversaban sobre otros asuntos. El 30 de marzo, antes de la operativa con los rusos, César le mandó el siguiente audio: “Ale, no es para pedirte nada pero es algo con lo que podemos ganar un dinero. Tengo un empresario que le quiere presentar un proyecto al presidente. Me parece que sirve. Es como digo siempre, si no jugamos no ganamos. ¿Te puedo pasar el contacto o le paso a él y te llama? Dame el ok”.