La jueza en lo penal de 27° turno, Silvia Urioste, tomará declaración este viernes a Luis Alberto Lacalle en la causa que investiga el asesinato de Cecilia Fontana, madre del ministro del Interior, Luis Alberto Heber, ocurrido el 5 de setiembre de 1978.

Lacalle Herrera fue convocado en calidad de testigo para brindar detalles del momento en que fueron recibidas las botellas de vino en su domicilio, para que fueran repartidas entre los integrantes de la dirección del Partido Nacional.

Sobre las 20.30 del 29 de agosto de 1978 dejaron en la puerta del domicilio de Lacalle Herrera, en Pocitos, tres botellas de vino envenenado dirigidas a Mario Heber y Carlos Julio Pereyra, que conformaban junto a Lacalle la dirección del Partido Nacional, que funcionaba sin autorización de la dictadura. En los días previos a la entrega de los vinos, la dirección había divulgado un mensaje llamando a retomar los canales democráticos.

Los vinos envenenados con Foxdrin estaban envueltos en un papel de embalaje azul y acompañados de un sobre con el nombre del destinatario y otro sobre con una esquela que instaba a abrirlos al mediodía del 31 de agosto para brindar “por la patria en su nueva etapa”.

Luego de la declaración de Lacalle Herrera, Urioste citó a una audiencia el 20 de octubre en la que fueron convocados varios policías que declararán en calidad de testigos y el 30 será el turno del expolicía Ricardo Zabala, quien declarará como indagado.

La investigación dio un giro a partir de un hallazgo en los archivos que fueron incautados en la casa de represor José Nino Gavazzo en mayo de 2019, que habría permitido establecer vínculos que fortalecen la tesis de que se trató de un atentado político para culminar con un proceso de negociación con el sistema político, impulsado por el entonces Comandante en Jefe del Ejército, Gregorio Álvarez.

Entre los militares que se oponían al diálogo político, estaban el general Amaury Prantl y el teniente coronel José Gavazzo, quienes en julio de 1978 fueron sancionados por Álvarez por calificarlo de “traidor” en la publicación militar El Talero, luego de que Álvarez mantuviera contactos con figuras políticas. Álvarez pretendía suceder al dictador civil Aparicio Méndez, integrando un triunvirato.

Además la reiteración de las pericias sobre las botellas y los sobres, aplicando nueva tecnología, compromete al expolicía Ricardo Zabala. Si bien desde el inicio de la investigación se supo que había huellas suyas en las botellas, siempre se las atribuyó a que él mismo participaba en el equipo de investigación del homicidio, asumido por el departamento de Narcóticos de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII), que era comandado por el inspector Hugo Campos Hermida.